Artes visuales

60 fotografías, 60 segundos, 60 historias, 60 miradas, 60 instantes. Colección Ricardo B. Salinas Pliego

Ante la vorágine visual que vivimos en la actualidad, resulta pertinente despojarnos por 60 segundos de la brutal iconofagia que nos consume, y mirar con calma una sola imagen. Reflexionar colectivamente y acompañar por su personal viaje fotográfico a nuestro tutor en curso, quien nos enseñe a mirar de una nueva manera. El deseo de esta iniciativa es la de compartir conocimiento y fortalecer nuestro pensamiento crítico sobre las imágenes.


Por Mauricio Maillé

 

Guillermo Kahlo, Mujeres en la azotea de la Capilla Real, 1911. Colección Fotográfica Ricardo B. Salinas Pliego.

 

Guillermo Kahlo (Pforzheim, Alemania, 1871–Ciudad de México, 1941). Fotógrafo mexicano– alemán padre de Frida Kahlo.

Kahlo contó con una sólida reputación como fotógrafo especializado en “Edificios, Interiores de habitaciones, Fábricas, Maquinaria, etcétera”, y, en 1904, fue contratado por el gobierno de Porfirio Díaz para documentar el inventario de los bienes inmuebles propiedad de la Federación, en el marco de los festejos del Centenario de la Independencia de México. El trabajo de Guillermo Kahlo constituye uno de los primeros testimonios fotográficos de la arquitectura mexicana. En sus imágenes, logra transmitir un auténtico sentido de monumentalidad, g
racias a sutiles juegos de luces y sombras. La muy escasa presencia humana contribuye a la sensación de atemporalidad y grandeza de los lugares y edificios retratados.

La imagen nos muestra a dos mujeres paradas sobre una de las cúpulas de la Capilla Real de Naturales en San Andrés Cholula, Puebla, así mismo al fondo de la imagen, en el último plano se aprecia el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios (construido en la cima de la Gran Pirámide de Cholula).

Estamos viendo una foto espléndida de Guillermo Kahlo. Lo primero que vemos es este mar de bóvedas de las luces y las sombras, y atrás, al final, vemos otra iglesia en lo que parece un cerro; en realidad, es la Gran Pirámide de Cholula. Observamos a dos mujeres en un círculo blanco; la centralidad en que aparecen es una composición perfectamente equilibrada; a primera vista, no se notan, parecieran parte de la arquitectura. En realidad, ellas hacen y construyen una imagen diferente. Y con esto se trastoca el mito del fotógrafo solitario: don Guillermo viajando por todo el país, solo o con únicamente uno o dos ayudantes que cargaran todo su equipo fotográfico. Aquí vemos que no; iba con su esposa y con sus hijas.

ROSA CASANOVA
Investigadora fotográfica

 

 

 

 

C. B. Waite, 5 de mayo en el Zócalo. Ciudad de México, s/f.
Colección Fotográfica Ricardo B. Salinas Pliego.

 

Charles Betts (C.B.) Waite (Akron, Ohio, Estados Unidos, 19 de diciembre de 1861 – Los Ángeles, California, Estados Unidos, 22 de marzo de 1927). Fotógrafo. En 1896 viajó a la Ciudad de México, donde abrió un estudio y se dedicó a fotografiar la vida cotidiana del país durante 17 años. Su trabajo comercial se reproducía en libros, folletos, postales y numerosos periódicos. Tanto el Gobierno mexicano como el sector empresarial tenían interés en utilizar la fotografía como medio para promover el país, así que Waite y otros fotógrafos enfocaron más sus lentes en el progreso que en el pasado mexicano. Sus imágenes de ciudades en transición, durante un largo período de relativa estabilidad política, mostraban la transformación generada por proyectos de ingeniería como túneles, ferrocarriles, puentes, presas y líneas telefónicas, lo que atrajo a los inversionistas extranjeros. Muchas de las imágenes de Waite se convirtieron en postales en blanco y negro, algunas coloreadas años después. En la Fototeca de Pachuca se conservan unos 3 mil 500 negativos suyos.

Esta fotografía, captada por el gran fotógrafo C. B. Waite, un 5 de mayo a principio del siglo XX, nos revela lo que era el Zócalo capitalino en esa época. Una plaza blanda, blanda por la presencia de árboles, blanda por la presencia de diversas clases sociales que compartían el espacio para celebrar ese 5 de mayo. Observamos a mujeres elegantemente ataviadas con polizones y con paraguas, así como a caballeros con sombreros de copa y bastones. No sin ello, ver a gente del pueblo con una vestimenta mucho más humilde y a campesinos ataviados a la usanza zapatista. Llama la atención el toldo de una empresa de sillas que alquilaba sillas justamente para que las personas observaran a los demás. El espacio público es el lugar de la otredad. Shakespeare decía que las ciudad es la gente y esa gente que estaba ahí reunida nos revela, paradójicamente, el de una plaza blanda en la época porfirista. Y hoy, en nuestros días, el Zócalo es una plaza dura, pétrea, de los regímenes emanados de la revolución que se consideran democráticos.

FELIPE LEAL
Arquitecto