Uno de los personajes más fascinantes del México de la posrevolución y que ha marcado la historia de las mujeres en nuestro ámbito cultural es la mexicoamericana Anita Brenner, periodista, promotora cultural, antropóloga, traductora y editora, personaje fundamental en la difusión del arte y la cultura mexicanas en el exterior, particularmente en Estados Unidos. El objetivo de este ensayo es comprender la figura pionera de Brenner a la luz de sus aportaciones escritas, que fueron determinantes para definir la cultura nacional en ambos lados de la frontera, especialmente en un momento en que el Estado se esforzaba por mejorar su imagen en otras latitudes.
Anita Brenner –como lo ha estudiado la especialista Karen Cordero– fue hija de padres judíos letones, que emigraron primero a Estados Unidos y posteriormente se trasladaron a Aguascalientes, donde Anita nació en 1905. Sus primeros estudios los hizo en San Antonio, Texas, y al poco tiempo se convirtió en discípula del antropólogo Franz Boas. Sus constantes traslados al país vecino, los cuales coincidieron con el movimiento armado de la Revolución mexicana, afirmaron su condición de otredad, lo anterior añadido a otros factores como el género, la identidad y la misma religión. Finalmente, Brenner se estableció en la Ciudad de México a la edad de 18 años, e inmediatamente se integró al círculo de intelectuales y artistas –varios de ellos de izquierda– que trabajaron por sentar las bases de un nuevo arte mexicano, lo cual tuvo un impacto determinante en la propia obra escrita de Brenner.
El vínculo con el muralismo mexicano.
La historia de Anita Brenner fue paralela a la construcción visual del muralismo mexicano. Su diálogo con artistas –particularmente con el francés Jean Charlot– fue muy cercano, además de que ella fue muy bien recibida dentro del ámbito de la intelligentsia mexicana, donde se encontraban figuras como Tina Modotti, Edward Weston, David Alfaro Siqueiros y Xavier Guerrero, entre muchos otros. Este grupo fue nombrado por ella misma como “la familia”.
Brenner tuvo una sensibilidad muy especial para captar el sentido de los primeros murales del llamado renacimiento mexicano, realizados tanto en la capital mexicana como en Guadalajara y que fueron en concordancia con las premisas temáticas y visuales implementadas por José Vasconcelos desde la Secretaría de Educación Pública (1921-1924). Al igual que mujeres y hombres de letras como Pedro Henríquez Ureña, Walter Pach, Frances Toor y Alma Reed, Brenner valoró de manera muy temprana las expresiones murales en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Secretaría de la Educación Pública, y les brindó una interpretación histórica vinculada con el pasado prehispánico para situarlas en un proceso de redescubrimiento de la llamada mexicanidad.
De esta manera, Brenner compartió varias afinidades con el pintor Jean Charlot, como el interés por el arte prehispánico, el cual se consideraría el punto de partida para explicar el arte mexicano y su evolución. En sus constantes diálogos –que a su vez se proyectaron en sus propias narrativas históricas sobre el arte y la cultura nacional–, ambos intelectuales entretejieron una historia que fue paralela con una iconografía construida a partir de la coyuntura y los lenguajes plásticos que consolidaron este movimiento artístico.
“En su primer artículo, publicado en 1925, Brenner efectúa un recorrido desde la época prehispánica hasta la conformación del Sindicato de Obreros, Trabajadores, Pintores y Escultores, y expone el desarrollo natural del talento artístico de los mexicanos”.
Brenner publicó en The Arts,en 1925, su primer artículo sobre el renacimiento mexicano. En este ensayo, profusamente ilustrado, Brenner hizo un primer intento para situar la pintura mexicana de esta época, siguiendo un recorrido cronológico por la historia y el arte de México. La autora efectúa un recorrido desde la época prehispánica hasta la conformación del Sindicato de Obreros, Trabajadores, Pintores y Escultores (SOTPE), y expone el desarrollo natural del talento artístico de los mexicanos. En algunos fragmentos, Brenner se detiene a explicar las soluciones formales de los muralistas mexicanos en cuanto a los volúmenes y la composición dentro de un espacio arquitectónico, donde parecieron tomar cierta inspiración del sistema de trabajo y métodos de los renacentistas Giotto, Uccello y Masaccio: la autora admitió que los artistas mexicanos aprendieron de manera “innovadora” la técnica de los pintores italianos, pero sin caer en la imitación. Para Brenner, el muralismo en México fue la perfecta combinación de elementos mexicanos y europeos, que dio lugar a una “completa expresión de un grupo de artistas” medidos por los parámetros de la belleza. También con énfasis religioso y con un componente testimonial, Brenner se dio a la tarea de explicar desde el arte popular mexicano hasta las obras murales más emblemáticas de José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, asumiendo el papel de testigo de la renovación del arte y la cultura mexicana en un momento de transición política y social.
“Con énfasis religioso y con un componente testimonial, Brenner se dio a la tarea de explicar desde el arte popular mexicano hasta las obras murales más emblemáticas”.
La producción escrita y la promoción del arte nacional
La obra más conocida de Brenner es Ídolos tras los altares (1929)[1], donde la escritora tendió un puente entre el pasado prehispánico y la regeneración cultural del México de la década de los años veinte. A partir de una mirada antropológica, Brenner se refirió al poder creativo de los mexicanos; a la vez de cohesionar los elementos prehispánicos, la pintura mural y las expresiones populares. La investigación de Brenner se ilustró con fotografías de Tina Modotti y Edward Weston, que complementaron la obra cuya narrativa aludía a la festividad del Día de Muertos, a las costumbres de los pueblos indígenas y sus asentamientos, la existencia de las pirámides, la Virgen de Guadalupe, José Guadalupe Posada como profeta, los muralistas Orozco, Rivera, Siqueiros y Charlot, la obra dramática de Francisco Goitia, para terminar con la Revolución y el renacimiento mexicano.
Además de las fotografías de Modotti y Weston, el libro se compone de diversas imágenes, como detalles de exvotos, escenas de pulquería y obras de caballete de otros artistas, como Abraham Ángel, Carmen Foncerrada, Rufino Tamayo, Máximo Pacheco y Carlos Mérida. En una cabal comprensión del momento histórico que le estaba tocando vivir, Brenner añadió fotografías de los frescos vandalizados de Orozco en la Escuela Nacional Preparatoria, o de Rivera, acompañado de albañiles y pintores, trabajando en la capilla de Chapingo.
“La naturaleza de Ídolos tras los altares contribuyó decisivamente a la comprensión del arte mexicano en Estados Unidos al impulsar la promoción y circulación de la obra de los artistas”.
Asimismo, Brenner legitimó la existencia de las agrupaciones artísticas y las equiparó con las vanguardias europeas. Sin embargo, consideraba que el factor que definía la producción plástica nacional era un lenguaje formal afincado en el pasado indígena vinculado con una dosis de universalidad.
La naturaleza de Ídolos tras los altares contribuyó decisivamente a la comprensión del arte mexicano en Estados Unidos al impulsar la promoción y circulación de la obra de los artistas, además del coleccionismo de la misma en el país vecino del norte; factores que influyeron también en la comisión de pinturas murales en aquel país. Brenner convirtió el muralismo –y su función social– en un punto referencial de las publicaciones periódicas de la época.
Cabe mencionar que su libro tuvo un enorme éxito en Estados Unidos. El entusiasta recibimiento de este trabajo entre los miembros de la élite norteamericana se debió especialmente a la mirada un tanto utópica de Brenner y su visión idealizada de la sociedad mexicana, que iba acompañada de información, datos de interés y un estilo atractivo que destacaba un mundo atemporal –y una contundente potencia vital– dentro de un claro contexto histórico de un país pacífico y en desarrollo.
Un aspecto menos conocido de la obra de Anita Brenner son sus cuentos infantiles, sus poemas y sus artículos en periódicos y revistas, escritos con un tono popular e ilustrados por Charlot, de alguna manera mediados por su análisis del indigenismo. Brenner se empapó del medio intelectual neoyorquino, gracias a sus estudios en la Universidad de Columbia, los cuales reconcilió con un pensamiento más radical. Por ejemplo, hace falta explorar con más detalle sus textos de la década de los años treinta sobre asuntos políticos internacionales, ya que fue corresponsal en Francia y España. Por otro lado, Brenner hizo una interpretación histórica del país en su obra El viento que barrió México (1943)[2]. En este libro en inglés –ilustrado con fotografías de George R. Leighton– la escritora quiso explicar la Revolución mexicana como un movimiento que reivindicó a las clases populares, presentando al país como una tierra prometida, lo cual benefició la imagen de México en el extranjero, sobre todo en los Estados Unidos donde persistía una visión negativa. El talento histórico, crítico y literario de Brenner va de la mano de 184 fotografías históricas, que constituyen una crónica visual del movimiento armado. Brenner da inicio a su relato cronológicamente con la caída de Porfirio Díaz para terminar con la administración populista de Lázaro Cárdenas, a quien la también traductora reconoció su capacidad para atender las necesidades de las diferentes localidades de México y defender la soberanía nacional frente a la presión de las empresas petroleras extranjeras.
Una empresa que captó la atención de Brenner de manera muy temprana fue la promoción de la cultura mexicana a través del turismo, lo cual materializó en dos iniciativas. La primera fue la guía de viajes intitulada Your Mexican Holiday (1932), publicación que enfatizó las tradiciones populares de México, gracias a las colaboraciones de artistas y otros promotores culturales. Años más tarde, Brenner emprendió un nuevo proyecto, también de intenciones turísticas, que confrontó los nuevos lenguajes visuales del México de los años cincuenta con todo el bagaje cultural artístico nacional. La revista Mexico/this monthincluyó numerosos materiales fotográficos que exaltaron el patrimonio nacional y las transformaciones urbanas. En las diferentes secciones de la publicación se desarrollaban contenidos sobre arqueología, literatura, lugares turísticos por visitar, artes escénicas, música, gastronomía y una sección dedicada a los artistas, lo cual demostraba que, a lo largo de los años, Brenner mantuvo fuertes vínculos con el grupo de intelectuales y artistas mexicanos, del cual, sin duda, formaba parte.
“La poderosa y energética personalidad de Brenner favoreció la difusión del arte nacional y marcó el antecedente de la representación de la imagen de México en el extranjero”.
A manera de conclusión, podemos decir que la mirada múltiple de Anita Brenner la convirtió en una agenta cultural de primer orden. Desde una lectura de género, la periodista estuvo presente en la construcción del muralismo mexicano y contribuyó de manera sustancial al desarrollo cultural del México posrevolucionario, como lo hicieron Tina Modotti, Frida Kahlo, Antonieta Rivas Mercado, Lupe Marín, Alma Reed y Nahui Olin. La poderosa y energética personalidad de Brenner favoreció la difusión del arte nacional y marcó el antecedente de la representación de la imagen de México en el extranjero, sin olvidar su papel preponderante en el fructífero intercambio entre México y Estados Unidos. Brenner murió en un accidente automovilístico cerca de su natal Aguascalientes en 1974. Carlos Monsiváis –quien llegó a conocerla– señaló: “Y si vale un recuerdo personal, un rasgo definitivo de Anita es la calidad de su sentido del humor, matizado, discreto y, sin embargo, subrayado oportunamente con una carcajada a modo de ejecución festiva”.
[1] La versión original, Idols Behind Altars, se publicó primeramente en Nueva York.
[2] La mayoría de las traducciones al castellano conservan el Text. Alt.
Brenner
Título El viento que barrió a México, el cual es incorrecto. Sólo una edición, la del Gobierno del Estado de Aguascalientes, cuya fecha de publicación data de 2009, registra el Text. Alt.
Brenner
Título de manera correcta: El viento que barrió México. [N. de la r.].