Portada: En el museo Franz Mayer se exhibe la selección oficial de la 17 BICM
Un cartel ingenioso contiene un impacto creativo y puede atrapar la mirada en un instante; es un disparo artístico que comunica un mensaje, tal como lo ha mostrado la 17ª. Bienal Internacional del Cartel en México (BICM) con un programa amplio de exposiciones, clases magistrales, talleres y jornadas de diseño, programados entre la Ciudad de México y Xalapa.
La bienal es uno de los tres certámenes de cartel más longevos del mundo, y su labor es precursora en el continente americano. En 1990 realizó su primera edición, y, a lo largo de una trayectoria de 32 años ininterrumpidos, se ha convertido en el agente que recopila la historia del cartel, que promueve su valor social y con ello se ha consolidado como una plataforma de intercambio entre creadores y proyectos afines, si consideramos que el diseño y su aplicación tocan todos los ámbitos de la vida.
“El diseño es para todos y es lo más democrático que puede existir”, afirma Xavier Bermúdez, director de la BICM. Sin embargo, esta rama del conocimiento, en la actualidad, enfrenta tres importantes retos: alejarse del ego del diseñador, entender las diferencias entre arte y diseño, y reciclar cada día más materiales.
“Cuando inició la intervención de la era digital, con las redes sociales y la web, hubo un momento de distracción muy fuerte en el que, de pronto, todo mundo afirmaba que hacía diseño y todo era diseño. Además, propició la confusión de que el diseño y el arte eran lo mismo, y eso es totalmente falso; el diseño tiene una función específica y el arte otra distinta”, explica Bermúdez.
Aunque es cierto que la raíz del diseño proviene del círculo de la pintura, la arquitectura y los grandes creadores de la imagen, como grabadores y movimientos de vanguardia, tal como sucedió en Italia, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se llegó a diseñar para un futuro vinculado con la sustentabilidad del planeta, pero entonces no se mencionaba de esa manera.
“En aquella época, los diseñadores pensaban en hacer cosas bellas y muy correctas, con una gran tradición y vinculadas a nuestras propias culturas, pero que fueran fáciles de producir y que duraran mucho, es decir, lo que en México hoy podríamos reducir a la frase: ‘bueno, bonito y barato’ ”, apunta Bermúdez.
¿Qué es lo que se cuestiona hoy en torno al diseño?, se le pregunta. “Hoy existe una reflexión en torno a que el diseño no siga produciendo basura ni objetos inútiles. Por ejemplo, me pregunto si es necesario diseñar más sillas o más tipografías. Quizá lo que necesitamos es saber utilizar las tipografías y las sillas que ya tenemos. Sin olvidar que hay una desviación hacia el ego del diseñador, es decir, que privilegia al diseñador de marca y que apunta al consumismo. Sin embargo, me parece que, hoy, el diseño gira en torno a cómo sobrevivir haciendo menos y reciclando más. Hay que reciclar, porque tenemos demasiado plástico que podemos convertir en otras cosas, y es necesario evitar el desgaste del planeta. Esa es un poco la postura de estos encuentros de diseño que hacemos: reflexionar en lo innecesario de generar más basura”.
Bermúdez destaca el hecho de que muchos siguen siendo diseños originales a mano, pese a la implementación de herramientas digitales.
En suma, abunda Bermúdez, en este momento lo más relevante para el mundo del diseño gira en torno a no producir sólo por producir ni a provocar un mayor consumo, porque “el diseño sirve para facilitar la vida y no para complicarla ni para provocar más consumo”.
Además, es preciso pensar en aquellos diseños que ya son insuperables. “Te hablo, por ejemplo, de un clip, y te preguntas: ¿Quién fue el genio que diseñó un clip? Porque sólo es un alambrito al que le das vuelta, pero nos ha servido y seguirá sirviendo aún en la era digital, mientras tengamos una carta que guardar o una fotografía que colgar. México tiene diseños fantásticos; dos ejemplos son el diseño de la corcholata y del quitapón”.
En el caso de los carteles, Bermúdez destaca el hecho de que muchos siguen siendo diseños originales a mano, pese a la implementación de herramientas digitales, como ha sido posible constatar en la 17.ª BICM.
Homenaje póstumo a Takashi Akiyama en la galería peatonal del Museo de Antropología de Xalapa (M A X ).
“Algo interesante es que, pese a ser dibujos en formato digital, muchos siguen siendo hechos con la mano, pues aunque se usen directamente el lápiz electrónico y la tableta, son diseños originales porque la relación entre la mano y el cerebro funciona de forma distinta, y eso da originalidad a las cosas, porque son carteles elaborados con sus propias manos y su propio pensamiento.
“Me dicen que eso ya es una ilustración digital, pero en realidad es una ilustración manual hecha con una herramienta digital, es decir, estoy sustituyendo el lápiz (de grafito) por un lápiz electrónico, y un papel por una tableta. Pero la relación de la mano con la mente está propiciando ilustraciones que generan nuevos lenguajes. Me parece que, cuando utilizas esa nueva tecnología con oficio, el resultado es poderosísimo y son los jóvenes los que nos están enseñando eso ahora”, explica Bermúdez.
Por último, se refiere a la necesaria diferencia entre arte y diseño. “Muchos diseñadores se creen artistas, pero no todos son Vicente Rojo. Él es el ejemplo más bonito de cómo diferenciar cuando estás al servicio de una sociedad y aportas tu talento para que las cosas funcionen y cuando realizas una obra plástica para denunciar o expresar tus sentimientos, pero sin tener la intención de que la gente comprenda lo que estás diciendo con esa pintura”.