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Teatro

El payaso erudito o la tragedia de ser cómico

Flavio González Mello ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua el 19 de junio de 2025. El nuevo académico de número es figura central del teatro mexicano por su dramaturgia, que explora la condición humana y la sociedad contemporánea. González Mello presentó un discurso sui generis, como si fuera el monólogo de un payaso, en el que cavila sobre el humor y la comedia. Ofrecemos a nuestros lectores un fragmento.


Por Flavio González Mello

Bajo la tutela de Sor Juana y de Cervantes (y permítanme agregar a Juan Ruiz de Alarcón), me propongo abordar un tema un tanto resbaloso: la naturaleza de la comedia. Los dramaturgos preferimos hablar por boca de otros, así que le cederé la palabra a alguien que seguramente sabrá discurrir mejor que yo sobre el asunto. Su nombre es Poquelín, es un payaso y se encuentra frente al auditorio de una universidad donde lo acaban de nombrar doctor honoris causa. Nuestro payaso erudito viste las insignias de su flamante doctorado. Bajo el birrete se asoma una peluca anaranjada; bajo la túnica, unos descomunales zapatos de colores. Tiene la cara pintada de blanco; la nariz, de rojo; y porta un maletín del que extrae varios objetos.

Poquelín extrae diversos objetos, que coloca sobre el escritorio como un cirujano preparando su instrumental: un tambache de tarjetas, un despertador de hojalata, una bala calibre .38, un cráneo humano, una corneta. Abre el tambor del revólver, comprueba que esté vacío y deposita el arma sobre la mesa. Le da cuerda al despertador, ajusta la alarma y lo deja sobre la mesa. Se sirve un vaso de agua, que se bebe de un trago.

“Un extendido prejuicio atribuye el origen de las narices bermejas que usamos

los payasos al hecho de que los primeros cómicos se la pasaban borrachos”,

recordó Flavio González Mello durante su discurso de ingreso a la Academia

Mexicana de la Lengua. 19 de junio de 2025, Auditorio de la Academia Mexicana

de la Lengua, Ciudad de México. Fotografía de Javier Narváez.

 

POQUELÍN: Muy buenas noches, distinguida concurrencia... (Golpea el micrófono). Eh, disculpen si estoy un poco nervioso. La verdad es que yo no suelo dar este tipo de... Yo no soy... yo solo soy... Espero no decepcionar a Sus doctas eminencias con la sencillez de mi exposición. He hecho mi mejor esfuerzo por estar a la altura de esta insigne Universidad, y del doctorado honorífico que inmerecidamente me ha impuesto, con esta conferencia que he intitulado... ¿Podemos proyectar la primera diapositiva, por favor?

Sobre la pantalla se proyectan las palabras “Haga clic para escribir aquí el título”.

Evidentemente, ese no es el título. Ahí debería decir “Poética de la risa”; pero parece que ese último cambio no se guardó... La siguiente, por favor.

Se proyecta el título “Poética de la risa (o la tragedia de ser cómico)”.

¡Ah! Ahí estabas. Durante los próximos minutos, me propongo demostrar que la comedia es algo muy serio; para lo cual... siguiente... 

Se proyecta La lección de anatomía de Rembrandt, donde todos los asistentes llevan narices de payaso.

... llevaré a cabo una –por así llamarla– disección anatómica del humor; y espero que, ahora que tengo título de doctor, el paciente no se me quede en la plancha. Siguiente...

En la pantalla aparece el título “Tipos de humor”.

Pero antes, distingamos: porque no es lo mismo hablar de lo cómico que de lo divertido; ni mucho menos, de lo humorístico, ¡lo humorístico es de una naturaleza completamente diferente!... ¿Siguiente, por favor?

En la pantalla se van proyectando las definiciones que él lee.

e la Lengua, o la Academia Pirata de la Lengua, y a esa no hay que creerle nada–, según la Real Academia de la Lengua, “humorismo” es “modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas”. “Cómico”, por su parte, significa... siguiente.... “que divierte y hace reír”. Que divierte y hace reír... Pero vayamos más a fondo: ¿qué es “divertir”?... la que sigue... “Entretener, recrear”... no, esa no es la acepción que andamos buscando. “Apartar, desviar, alejar…”, mmm, tampoco... ¡Ahí está! “Dirigir hacia otra parte un líquido corporal”: en este caso, la saliva expulsada al reír; pero también, las lágrimas, de ahí la expresión “lloré de risa”; y, en ocasiones, la orina: “me meé de risa”. Todos esos fluidos corporales son “dirigidos hacia otra parte”, “divertidos” de nuestro interior por medio de la risa, que de este modo nos purga del líquido excedente en el cuerpo, evitando que, glu glu glu, nos ahogue desde adentro. Y ya tenemos todo el asunto tan transparente como este vaso de agua: (le da un trago) el humorismo resalta lo cómico, en tanto que lo cómico divierte por medio de burlas; a diferencia de lo divertido, cuya naturaleza es esencialmente humorística. Como ven, estamos frente a conceptos que nada tienen que ver entre sí, aunque la gente ignorante los utilice de manera indistinta; como tampoco son iguales las cinco formas básicas que puede adquirir el humor, a saber (enumera con los dedos): el chascarrillo, la broma, la parodia, la sátira y el mariachi japonés... Todo esto lo vamos a ir explicando, así que dejémoslo enunciado, y a lo que sigue.

Flavio González Mello –con nariz de payaso– lee su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua. Lo acompañan en el presídium Adolfo Castañón –primero a la izquierda–, Gonzalo Celorio –al centro–, Roger Bartra y Concepción Company Company, 19 de junio de 2025, Auditorio de la Academia Mexicana de la Lengua, Ciudad de México. Fotografía de Javier Narváez.

En la pantalla aparece una lista con las formas de humor que acaba de enumerar.

No, eso ya: next!

En la pantalla se proyecta el título “Breve historia del humor”.

Antes de ir más allá, hagamos una revisión a vuelo de pájaro de la historia de este noble oficio; y cuando digo “a vuelo de pájaro” no me refiero al ancestro del pajarraco, sino a que resultará tan breve y ligera como el vuelo de un ave. Y aquí debo confesar que esta expresión no es muy afortunada, pues hay plumíferos, como el buitre, capaces de volar en círculos durante horas, de modo que “a vuelo de pájaro” significaría algo largo y redundante, francamente inapropiado para nuestra conferencia. Pero yo más bien voy a irme “a vuelo de mosca”: así de breve va a ser esta charla, porque antes de entrar me dijeron que no me excediera de treinta minutos; de modo que, ¡a darle!... Si es tan amable...

En la pantalla se proyecta el mural La creación de Adán de Miguel Ángel. 

(Guiándose con los apuntes que trae en las tarjetas). Las Santas Escrituras afirman que Dios creó el mundo en seis días, y el séptimo, descansó. Algunos estudiosos son de la opinión de que, durante ese asueto, a Dios se le ocurrió el primer chiste... siguiente... en tanto que otros sostienen que su primer chiste fue el mundo. Siguiente...

Se proyecta la fotografía de Nietzsche.

Pero, ¿qué Dios fue ese? Y más aún, ¿qué fue de ese Dios? Hay quien piensa que está muerto; como el señor Niet... Niet-z-s-ch... como este payaso bigotón, que escribió un libro llamado El nacimiento de la comedia, donde analiza profusamente la venida al mundo de tan insigne género; tratado que por desgracia se ha perdido –una verdadera pérdida de nuestros orígenes–, por lo que tenemos que contentarnos con la única parte que sobrevivió, dedicada a la tragedia. En ella, el autor narra cómo el teatro surgió en las festividades en honor a Dioniso, un dios divino, pues era el dios del vino, y pues... por ahí vino. Siguiente...

Se proyecta la fotografía de un payaso con la nariz pintada de rojo.

Un extendido prejuicio atribuye el origen de las narices bermejas que usamos los payasos al hecho de que los primeros cómicos se la pasaban borrachos. Y si bien es cierto que, aún hoy, muchos colegas le rinden honor diariamente a ese dios tutelar e incluso los hay que se atreven a salir al escenario bajo su influjo –créanme: si pusiéramos alcoholímetros entre bambalinas, algunas noches solo habría función en el torito–, si bien todo eso es innegable, cabe aclarar que este rasgo, eh, “rino-cromático” muy posiblemente provenga de... siguiente...

Se proyecta el grabado de un bufón medieval.

... los juglares y bufones que, durante la Edad Media, mantuvieron encendida la llama de la comedia, representando sus rutinas en las plazas de los pueblos y los atrios de las iglesias. Era frecuente que estos payasos ambulantes anduvieran con la nariz rota a consecuencia de sus burlas hacia las autoridades, lo cual, con el paso de los siglos, determinó su color distintivo... Adelante...

Se proyecta un árbol de ideas, en el que irán apareciendo ramificaciones con las variables que explicará a continuación.

Dije “Edad Media” como si fuera una sola cosa, pero, en realidad, hay una Alta Edad Media y una Baja Edad Media; como hay, también, una Alta Comedia y una Baja Comedia; por lo que tendríamos que hablar de, al menos, la Alta Comedia de la Alta Edad Media, la Baja Comedia de la Alta Edad Media, la Alta Comedia de la Baja Edad Media, y la Baja Comedia de la Baja Edad Media –o “comedia de bájame las medias”–, que es lo más bajo a lo que puede caer este género. Manifestaciones a las que, si somos rigurosos, habría que agregar la posibilidad de una Comedia Media de la Alta Edad Media, una Comedia Media de la Baja Edad Media, y la Comedia Media de la Media Edad Media, que es el promedio de todas, y la más mediocre de ellas... Siguiente...

Se proyecta la fotografía de una sonriente estatuilla olmeca; luego, unas cabezas olmecas.

Todas estas son manifestaciones de humor en distintas épocas y culturas, siguiente... ¡siguiente, siguiente!...

Pasan rápidamente imágenes de máscaras ceremoniales africanas, samuráis con grandes sonrisas, payasos antiguos, grabados de cómicos franceses, pinturas de representaciones de Commedia dell’Arte, la foto de un kilo de jitomates con su precio encima, la portada del Reglamento de Tránsito, un cuadro de perros jugando billar, algún meme, un par de letreros...

... Stop! ¿Regresamos a la anterior, si es tan amable...?

En la pantalla reaparece la penúltima diapositiva, que solo contiene las palabras “Caracteres (tipos)” y “Enredos (malentendidos)”.

Aquí tenemos las dos clases de comedia que existen. La primera gira alrededor de los vicios de los personajes o caracteres, quienes, como su nombre lo indica, son como los tipos de imprenta... tal vez llegaron a conocerlos: esas letritas –llamadas justamente caracteres– con las que se construían las diferentes palabras que iban a imprimirse; y con ellas, las oraciones; y con ellas, los párrafos; y así sucesivamente, hasta formar todo el libreto de la comedia... Pues esa es la de tipos o ca-rac-te-res. La de enredos, en cambio, es en la que los tipos o caracteres se hallan todos revueltos, por lo que no forman ninguna palabra ni frase coherente, sino puros sinsentidos, y no se entiende nada de nada. Esa es la comedia de enredos malentendidos; porque hay dos tipos de enredos... siguiente... los enredos bien entendidos, que son los enredos propiamente dichos, siguiente... y los enredos malentendidos, que en realidad no son tales enredos, sino que solo lo parecen como producto de una confusión; y, según los entendidos, de este segundo tipo sería toda la comedia de “enredos mal-en-ten-di-dos”... Si alguien no entiende algo, por favor, por favor, siéntase en confianza de callarse la boca... (Se sirve y se toma distraídamente otro vaso de agua). Siguiente...

Se proyecta, bajo el encabezado “Tipología”, una lista de tipos cómicos.

Hablemos ahora de la “tipología”, que es la ciencia que estudia los distintos tipos de tipos, es decir, el carácter de cada caracter. Según dicho campo del conocimiento, todo ser humano pertenece ya sea al grupo de los mentirosos, al de los hipocondriacos, al de los celosos, al de los ignorantes, al de los avaros, al de los perezosos o, en su defecto, al de los bobos, que los abarca a todos. Y no hay más: piensen en alguien o volteen hacia la persona que tienen al lado y verán que cabe en al menos una de estas categorías... Siguiente.

Entrega del diploma que acredita a Flavio González Mello –quien sostiene un cráneo– como académico numerario de la Academia Mexicana de la Lengua. Lo acompañan en el presídium Adolfo Castañón –primero a la izquierda–, Gonzalo Celorio –al centro–, Roger Bartra y Concepción Company Company, 19 de junio de 2025, Auditorio de la Academia Mexicana de la Lengua, Ciudad de México. Fotografía de Javier Narváez.
​​Inteligencia actoral, escrita y dirigida por Flavio González Mello, Teatro Juan Ruiz de Alarcón, Ciudad de México.
Olimpia 68. Lecciones de español para los visitantes a la olimpiada, escrita y dirigida por Flavio González Mello, Teatro Julio Castillo, Ciudad de México, 2018.
Trotsky. El hombre en la encrucijada, de Flavio González Mello, montaje de la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana (Orteuv), dirigido por Mauricio Jiménez, Sala Emilio Carballido, Teatro del Estado, Xalapa, Veracruz, 2022. Fotografías de Sebastián Kunold.

Se proyecta la frase “Quien dice que miento yo, ha mentido”.

(Busca en sus notas). Hmm ¿de qué político era esta frase?... Ah, no: es de Juan Luis de Alarcón, autor de una comedia –la verdad, sospechosa–, cuyo protagonista, don García –solo sabemos su apellido–, es el paradigma del mentiroso: el “men-ti-ro-so”. Siguiente, por favor.

Se proyecta la frase “No me extraña sentirme este mes peor que el anterior”.

Esta, en cambio, la pronuncia el personaje de la obra El enfermo imaginario: el haragán... (se pone sus lentes para ver de cerca y relee sus notas), perdón: “Argán” se llama el sujeto, y es ejemplo del hi-po-con-dria-co –o hipocondríaco, dependiendo de los síntomas–... La que sigue...

 Se proyecta la frase “Yo solo sé que no sé nada”.

... y el ignorante, cuyo modelo es el Sócrates de la comedia de Platón La apología. Este pícaro redomado protagoniza otros muchos entremeses, y todo un banquete, en los que el autor da cuenta de los embrollos y aventuras en que se mete a causa de su incultura: en uno, pretende dar clases de estética, je; en otro, se imagina gobernando una república –no sería el primero–; en otro más, se cuela a un festín y así se revela también como un glotón, y un erotómano de cuidado... Son más de veinte sketches, todos deliciosamente dialogados... Siguiente...

Toma un trago de agua mientras se proyecta la portada de la primera edición inglesa de Hamlet de Shakespeare.

¡Ah! Este es de mis favoritos: el “Jámlet” –o “Ámlet”– de Shakespeare, protagonista de La tragedia del príncipe de Dinamarca, que ya desde el título contiene una triple ironía: “tragedia”, cuando evidentemente se trata de una comedia; “príncipe”, cuando él debería ser el rey; y “Dinamarca”, una fina alusión política. “Algo hay podrido en Dinamarca”, je... Hamlet es, él sí, prototipo del haragán –o “jaragán”–, pues se la pasa toda la obra diciendo que va a vengar a su padre asesinado, pero nunca da siquiera el primer paso. “El haragán o perezoso”. ¡Pero...!, pero... no solo es indolente, sino que tiene otros vicios; para empezar, la indecisión: ante cualquier disyuntiva, es incapaz de resolverse en uno u otro sentido, lo cual da pie a numerosas situaciones hilarantes y a diálogos que son una lección de humor, como este... por favor... 

Se proyecta la frase “Ser o no ser: ese es el dilema”.

“Ser... ¿o no ser?... ¡ese es el dilema!”... Es el punch-line más famoso de la historia de la comedia: ¡“Ese es el dilema”! Ahí está el indeciso que duda de todo, el abúlico incapaz de buscar una pistola y darse un tiro, y el hablador que se enreda en sus propias palabras... porque, a la menor provocación, el tal Hamlet profiere interminables torrentes de “palabras, palabras, palabras”, todas sin sentido; y esto, más de tres siglos antes de nuestro gran Cantinflas. Hamlet: “el chismoso o hablador”... Siguiente...

Se proyecta la palabra “Medicina”.

Y la medicina... la medicina... Ya hablamos del hipocondriaco –o hipocondríaco–, que es un carácter –o carácter– que consume muchas medicinas; esta diapositiva debió ir allá, no sé por qué acabó aquí. ¡Siguiente, por favor!

Se proyecta una foto de Sigmund Freud.

No podíamos terminar esta revisión sin hablar del Edipo, arquetipo cómico acuñado por un famoso payaso vienés, a quien aquí vemos con sus característicos lentecitos redondos, barba blanca y el inseparable puro. Como el Hamlet de Shakespeare, el Edipo de Freud reúne varios tipos o caracteres: el lascivo o lujurioso –particularmente hacia su madre–, el colérico o rencoroso –al menos, contra su padre–... y, por si fuera poco, es también un perezoso y un charlatán, que derrocha su tiempo parloteando, cómodamente recostado en un diván... ¿Siguiente...?

Hamlet, reinterpretación y dirección de Flavio González Mello, Foro Sor Juana Inés de la Cruz, Ciudad de México, 2016. Fotografía de Miguel Díaz.

Aparece una foto de Groucho Marx, con lentes y puro.

Aquí, uno de sus imitadores americanos. Siguiente.

Aparece una foto de Chaplin.

No, no: siguiente, por favor, no tenemos tiempo de detenernos en cada uno... ¡siguiente! 

Desfilan, en rápida sucesión, imágenes de Buster Keaton, Harold Lloyd, Cantinflas, Totó, Dario Fo, Palillo, Mr. Bean, Berlusconi, Trump, Milei, varios expresidentes, algún político actual...

(Se queda viendo el cráneo, en silencio).



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