Álvaro Mutis en su casa en San Jerónimo, fotografía de Rogelio Cuéllar, 1981, Ciudad de México.
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Literatura

El poeta que se convirtió en novelista tras pasar 15 meses en la cárcel de Lecumberri

Álvaro Mutis cumpliría ahora un siglo, si aún viviera. En esta conversación, que Felipe Jiménez sostuvo con el escritor a mediados de los años noventa, Mutis habla del humanismo perdido, de la profunda relación con lo religioso que tiene la lengua española, de varias anécdotas con Felipe VI, cuando todavía era príncipe de Asturias, y Gabriel García Márquez. Sobre su famoso personaje Maqroll el Gaviero, decía “Ya es él quien me va a resucitar a mí; es él el que dispone de mí, el que me hace escribir.


Por Felipe Jiménez

A principios de 1997, regresé a México después de vivir 14 años en Madrid para ocuparme de crear la delegación del diario ABC en este país, proyecto que suponía enviar información local a la redacción madrileña del periódico para elaborar diariamente un suplemento que se imprimiría y distribuiría en México. A las pocas semanas me llamó el redactor jefe de Cultura para avisarme: “Felipe, tenemos grandes motivos para creer que el Premio Príncipe de Asturias de las Letras le va a ser concedido mañana a Álvaro Mutis, que aunque es colombiano vive en México hace muchos años. Te vamos a proporcionar su teléfono y su dirección, para que lo contactes y le pidas que te conceda su primera entrevista en caso de ganar efectivamente el premio”.

Y así sucedió, por lo que a la mañana siguiente, 25 de abril, Mutis me recibió en su casa de San Jerónimo. Columnas de libros en su estudio parecían desafiar la ley de gravedad, mientras el escritor corría de un lado a otro terminando de vestirse ante la mirada escrutadora de sus dos gatos. Al entrar, me saludó, recién salido de la regadera, desde la ventana del baño, que daba a un amplio y bien cuidado jardín.

No pudo ser más afable conmigo ni mostrar mejor voluntad para responder a mis preguntas. Era verdaderamente un seductor. Me contó que había venido a México hacía 40 años porque tuvo que enfrentar en Colombia un problema de tipo judicial. La causa era un adeudo, cuyo pago le exigía una multinacional estadounidense en la que había trabajado. Traía dos cartas de recomendación: una dirigida a Luis Buñuel y otra para Luis del Llano. Al poco tiempo, había conseguido trabajo como ejecutivo de una agencia de publicidad.

Fue detenido por la Interpol, que lo recluyó durante 15 meses en la cárcel de Lecumberri, el centro penitenciario más siniestro de la Ciudad de México.

No obstante, tres años después de su llegada a México, fue detenido por la Interpol, que lo recluyó durante 15 meses en la cárcel de Lecumberri, el centro penitenciario más siniestro de la Ciudad de México. Esta experiencia lo marcó para el resto de su vida. No solamente cambió su visión del dolor y del sufrimiento humano, sino que su vocación de poeta se transformó en la de narrador. El propio Mutis lo cuenta en su libro Diario de Lecumberri:

Gracias a esa experiencia, tan profunda como real e incontrovertible, he logrado escribir siete novelas que reuní con el título de Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero. Hasta entonces sólo había intentado andar los caminos de la escritura narrativa con algunas historias reunidas bajo el título de La mansión de Araucaíma [...]. En los treinta años anteriores había escrito sólo poesía [...]. Jamás hubiera conseguido escribir una línea sobre las andanzas de Maqroll el Gaviero, que ya me había acompañado a trechos en mi poesía, de no haber vivido esos quince meses en el llamado, con singular acierto, El Palacio Negro.

De todas las lenguas de Europa, la española es la que, por decirlo de alguna forma, siento más cerca de Dios.

 

El primer libro escrito y publicado en México de Álvaro Mutis fue Diario de Lecumberri, editado por la Universidad Veracruzana en 1960.

 

La personificación del Espíritu Santo

Durante el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en Zacatecas, Mutis aprovechó su discurso para referirse a la espiritualidad y hacer un llamado a recobrar el humanismo en el mundo. Se lo mencioné:

—¿Por qué dijo usted que la lengua española es una especie de personificación del Espíritu Santo en el mundo?

—La lengua española tiene un profundo sentido de la relación con lo religioso. De todas las lenguas de Europa es la que, por decirlo de alguna forma, siento más cerca de Dios. Comprenda que un idioma en el que escribieron San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús o San Ignacio de Loyola es un idioma que sabe hablar con Dios.

—¿Cómo podemos recobrar el humanismo perdido?

—Volviendo a los clásicos y a la comunicación del hombre con el hombre; volviendo a tener fe en el individuo, en la persona, no en la masa, no en el grupo, no en la pertenencia a una especie de rebaño. Cuando sepamos de nuevo, como en la Edad Media, relacionarnos el uno con el otro, con amor, con fe y con un sentido de nuestra situación y nuestro destino en la tierra.

—Déjeme preguntarle por Sor Juana Inés de la Cruz. ¿Cuál piensa usted que fue su mayor aportación a las letras iberoamericanas?

—Su poesía; una poesía extraordinaria. Es una de los grandes poetas de la lengua. Su personalidad desde luego es fascinante; recomiendo mucho la lectura del libro de Octavio Paz sobre ella (Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe), me parece una obra maestra en todos los sentidos. Es un libro que hace pensar, que hace reflexionar muy profundamente sobre el problema de la creación literaria. La obra de Sor Juana es inmensa.

—¿La poesía de Octavio Paz ha influido en usted?

—La influencia de la poesía de Octavio Paz o de otra poesía de igual calidad, más que todo, me sirve de aliciente; es como una especie de carga de energía que me sirve para decir lo mío, que es profundamente distinto, desde luego. Pero el rigor de Octavio y la maravilla de su lenguaje son una lección que alienta mucho.

 

Álvaro Mutis poco antes de su viaje a México. Fuente: Casa de Poesía Silva, Bogotá.

 

—¿Y la obra de Borges?

—La obra de Borges es una delicia. Yo divido al mundo en los que leen y gozan a Borges y los que no lo hacen. Con estos últimos, prefiero no tratar. Borges es una maravilla. Tiene este milagro: cada que usted lo lee, es como si lo leyera por primera vez. ¿A qué se debe esto? Al inmenso ingenio, al humor, a la profunda inteligencia, a la simplicidad de Borges.

La obra de Borges es una delicia. Yo divido al mundo en los que leen y gozan a Borges y los que no lo hacen. Con estos últimos, prefiero no tratar.

 

Los problemas del hombre actual

 

El Premio Príncipe de Asturias de las Letras le fue concedido a Mutis, según recogía el acta del jurado, “por la originalidad y compromiso intelectual de su obra poética y narrativa en la que destaca el personaje de Maqroll el Gaviero, presente en gran parte de sus páginas […] Su creación literaria –continuaba el acta– reconocida unánimemente como una de las más altas del mundo de habla española, vincula la corriente del realismo mágico con la atención a los problemas del hombre actual”.

—De todos los reconocimientos que ha recibido hasta ahora, ¿cuáles lleva usted más cerca del corazón?

—Más cerca del corazón llevo la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. Tengo por este rey una admiración inmensa, no sólo por el poeta, el escritor, sino por el humanista, el hombre que tuvo, siendo rey de España, el valor inmenso de decir una vez que se quejaron con él sobre algunas actitudes de los musulmanes: “Yo soy rey de las tres religiones”. Eso en el año 1100 indica una humanidad y una comprensión muy profundas. Tengo un gran cariño por él.

 

Álvaro Mutis siempre estuvo vinculado a la radiodifusión. En esta fotografía aparece con Gloria Valencia de Castaño, la primera figura femenina de la radio y la televisión colombianas, a quien apoyó en sus inicios en la emisora HJCK. 
Crédito: Archivo HJCK.

 

Escapada clandestina con el príncipe de Asturias

 

Mutis se confesaba gran devoto de la Corona española. Siempre que pudo se acercó al rey Juan Carlos y al actual rey Felipe VI, cuando todavía era príncipe de Asturias. De hecho, el escritor fue responsable de un acto fuera de programa, de una salida clandestina, protagonizada por Felipe de Borbón durante un viaje oficial a México. Así me lo contó él mismo:

—Yo tenía mucho interés en que el príncipe conociera la tumba de Hernán Cortes, que está escondida detrás del altar mayor de la pequeña iglesia que él fundó junto con el Hospital de Jesús. Desde luego, el equipo de seguridad y algunos funcionarios se opusieron, pero el príncipe, con una gallardía muy suya y muy de su familia, me dijo: “No, vamos Mutis”. Fuimos a pie desde el Zócalo, que está a dos o tres calles. No pasó nada, desde luego, y cuando entramos salió un sacerdote de cierta edad y nos dijo: “Aquí no pueden entrar turistas”. Le dije: “Es que no se trata de turistas, es S. A. R. el Príncipe de Asturias”. No he visto desaparecer a alguien en forma tan inmediata como este sacerdote. Estuvimos ahí algún rato; le expliqué al príncipe y vimos la tumba.

 

El rey Juan Carlos de España con el escritor colombiano Álvaro Mutis en la ceremonia de entrega del Premio Cervantes, 23 de abril de 2002. Crédito: Andrea Comas/Alamy Stock Photo.

 

Locutor y actor de doblaje

 

Sus primeros pasos profesionales en México tuvieron lugar en el mundo de la publicidad y los medios de comunicación, sector en el que Mutis había trabajado anteriormente en Colombia:

—Yo primero que todo fui locutor de noticias en la Radiodifusora Nacional de Colombia, en 1942 y 1943. Y me quedó esa formación, o deformación, como quieran llamarlo, pero tengo un gran cariño por la profesión de locutor. Fui director de una radio en Colombia, la emisora Nuevo Mundo. Muchos años después, aquí en México, tuve la oportunidad de doblar la voz del narrador de Los intocables de Eliot Ness.

—¿La sigue viendo?

—La tuve que ver mientras se hizo el doblaje, pero ahora no. De los 250 episodios de que consta esta serie, hay por lo menos 20 o 25 que son obras maestras del cine negro norteamericano. Esa serie está fuera de todas las normas de las series norteamericanas. Son realmente episodios de primera clase.

—¿Tuvo usted oportunidad de conocer personalmente a Robert Stack (el actor que hacía el papel de Eliot Ness) alguna vez?

—Lo conocí aquí, y a los tres asistentes que aparecían con él.

—Y la versión cinematográfica de Los intocables, en la que aparece Sean Connery, ¿la ha visto?

—Sí, dos veces. Con la excepción de la magnífica actuación de Sean Connery, le confieso que no me gustó, me parecieron muy superiores muchos de los episodios de la serie estadounidense de televisión.

 

“Yo primero que todo fui locutor...” Mutis en su faceta de locutor en la emisora HJCK. 
Fuente: Álbum de Maqroll el Gaviero

 

El descubrimiento de Pedro Páramo

 

Gabriel García Márquez contó alguna vez en México que, a mediados de los años sesenta, Álvaro Mutis, su amigo y confidente, “subió a grandes zancadas los siete pisos de mi casa con un paquete de libros, separó del montón el más pequeño y corto, y me dijo muerto de risa: ¡Lea esa vaina, carajo, para que aprenda!

 ”Era Pedro Páramo. Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura. Nunca, desde la noche tremenda en que leí La metamorfosis de Kafka, en una lúgubre pensión de estudio de Bogotá –casi diez años atrás–, había leído (tenido) una conmoción semejante”.

En otra ocasión, Gabo reconocería que sin la lectura de Pedro Páramo no habría podido escribir Cien años de soledad.

En el discurso que pronunció en 1993 con motivo del 70 cumpleaños de Mutis, en un acto en el que se le impuso la Cruz de Boyacá, García Márquez confesó: “Con la lectura de Juan Rulfo aprendí no sólo a escribir de otro modo, sino a tener siempre listo un cuento distinto para no contar el que estoy escribiendo. Mi víctima absoluta de ese sistema salvador ha sido Álvaro Mutis desde que escribí Cien años de soledad.

”Casi todas las noches fue a mi casa durante 18 meses para que le contara los capítulos terminados, y de ese modo captaba sus reacciones, aunque no fuera el mismo cuento. Él los escuchaba con tanto entusiasmo que seguía repitiéndolos por todas partes, corregidos y aumentados por él. Sus amigos me los contaban después, tal como Álvaro se los contaba, y muchas veces me apropié de sus aportes. Terminado el primer borrador se lo mandé a su casa. Al día siguiente me llamó indignado: ‘Usted me ha hecho quedar como un perro con mis amigos’, me gritó. ‘Esta vaina no tiene nada que ver con lo que me había contado’ ”.

 

El escritor colombiano Armando Romero siempre fue gran amigo de Álvaro Mutis. En esta fotografía de 1987, tomada en Cincinnati, aparecen Armando, su hijo Alfonso Romero y el poeta Mutis. Fuente: American Literature Today (sitio web).

 

El hurto de un óleo de Fernando Botero

 

Unas semanas después del anuncio de la concesión del Premio Príncipe de Asturias, Rafael Tovar y de Teresa le organizó a Mutis un homenaje en el Palacio de Bellas Artes con varios buenos amigos suyos. Allí estuvieron Augusto Monterroso, Juan Villoro, Margo Glantz, José Luis Cuevas, Alejandro Rossi, su hijo Santiago Mutis, y por supuesto Gabriel García Márquez, quien leyó una divertida semblanza dedicada a su paisano.

En aquel texto, relató cómo en una ocasión, ahogado de tequila, con otro amigo muy querido, tocó a las cuatro de la mañana en el departamento de soltero donde vivía Álvaro Mutis. Ante la mirada somnolienta del dueño de la casa, García Márquez y su acompañante descolgaron de la pared un óleo de Fernando Botero de un metro veinte por un metro y se lo llevaron sin dar ninguna explicación. El autor de La hojarasca confesó que el dueño del cuadro nunca lo recriminó por lo sucedido ni movió un dedo para conocer el paradero de la pintura. Ahí estaba expresado todo lo que representaba su amistad.

Finalmente, en las palabras que leyó en Bellas Artes, refrito según confesó él mismo del discurso pronunciado con motivo de las siete décadas de Mutis, Gabo contó que una vez censuró a su gran amigo por su lentitud para escribir, a lo que él respondió que en cuanto se jubilara de sus otras actividades se pondría al día con sus libros.

 

La obra completa de Álvaro Mutis, su vida misma, son las de un vidente que sabe a ciencia cierta que nunca volveremos a encontrar el paraíso perdido.

 

“Que haya sido así –escribió García Márquez–, y que haya saltado sin paracaídas de sus aviones eternos a la tierra firme de una gloria abundante y merecida es uno de los grandes milagros de nuestras letras: ocho libros en seis años. Basta leer una sola página de cualquiera de ellos para entenderlo todo: la obra completa de Álvaro Mutis, su vida misma, son las de un vidente que sabe a ciencia cierta que nunca volveremos a encontrar el paraíso perdido. Es decir: Maqroll no es sólo él, como con tanta facilidad se dice. Maqroll somos todos”.

 

¿Qué quiere que haga? Ya es él quien me va aresucitar a mí; es él el que dispone demí,elqueme hace escribir”.

 

Álvaro Mutis en su casa en San Jerónimo, fotografía de Rogelio Cuéllar, 1981, Ciudad de México.

 

RECUADRO

 

El atribulado personaje que navegó de la poesía a la prosa

Maqroll el Gaviero es el personaje creado por Álvaro Mutis que protagoniza casi la totalidad de su obra. Con un nombre de raíces bretonas o escocesas, referencia de corsarios o piratas, Maqroll aparece por primera vez en el poema Oración de Maqroll(“¡Señor, persigue a los adoradores de la blanda serpiente! Haz que todos conciban mi cuerpo como una fuente inagotable de tu infamia!”). Y de la poesía navega a la prosa, iniciando una saga de siete novelas reunidas bajo el título de Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero. Así, los escenarios y motivaciones se multiplican a través de situaciones y épocas muy diversas, desde el mundo árabe a episodios de la historia de España, atravesando la Rusia imperial, con evocaciones a las figuras de Cesar Borgia y Felipe II.

Rafael Conte se pregunta quién es Maqroll. “Ese extraño marino profesional de la aventura y la derrota –se contesta–, testigo incólume y peregrino sin más patria que la huida de las costas de un Caribe casi mitológico, pantanosas y cerradas, o de extraños y poderosos ríos americanos, repletos de restos de naufragios y de sueños de amores perdidos, siempre en busca de la aventura y el misterio, y enfrentando a una muerte que a veces parece llegar, pero que nunca llega”.

El narrador destroza el tópico de los trópicos: “El trópico, más que un paisaje o un clima determinados, es una experiencia […]. Lo primero que sorprende en el trópico es precisamente la falta de lo que comúnmente suele creerse que lo caracteriza: riqueza de colorido, feracidad voraz de la tierra, alegría y entusiasmo de sus gentes”. Joaquín Marco apunta que “no es de extrañar que Mutis resulte paradójicamente uno de los escritores más europeos de la actual literatura hispanoamericana. Su obra, lírica siempre, se enraiza en deslumbrantes paisajes, en las originales aventuras de los héroes, en las contradicciones que estos asumen con naturalidad, no sin algunos rasgos de humor y con un intenso y comprobado afán y amor por la vida”.

Una vez pareció que Mutis se había cansado de Maqroll puesto que incluyó una descripción del cadáver del gaviero en su volumen de poesía Caravansary. Después contaría que Enrique Molina y Gonzalo Rojas le habían escrito amenazándolo con llevarlo a un juzgado si tomaba la decisión de dar muerte a su personaje.

Cuando lo entrevisté, me aseguró que tenía el propósito de continuar la saga gaviera:

—¿Resucitará usted al personaje en un nuevo relato?

—Ya son siete libros (La nieve del almirante, Ilona llega con la lluvia, Un bel morir, La última escala del Tramp Steamer, Amirbar, Abdul Masur, soñador de navíos y Tríptico de mar y tierra). ¿Qué quiere que haga? Ya es él quien me va a resucitar a mí; es él el que dispone de mí, el que me hace escribir.

 

Carta de Álvaro Mutis al pintor colombiano Eduardo Ramírez Villamizar, fechada en 1956. Banco de Archivos Digitales de Artes / Universidad de los Andes, Bogotá.

 

Referencias bibliográficas

Castañón, Adolfo, “Álvaro Mutis (1923-2013), In memoriam. Un gigante que se alimenta de leyendas”. Literal Voces Latinoamericanas (revista), Houston, Texas, 4 de noviembre de 2013.

Cobo Borda, Juan Gustavo, “La poesía de Álvaro Mutis” (prólogo), en Summa de Maqroll el Gaviero. Poesía 1948-1970. Barcelona: Six Barral, 1973.

Conte, Rafael, “Maqroll entre nosotros”. ABC (diario), 26 de abril de 1997.

Güemes, César, “Homenaje a Álvaro Mutis en Bellas Artes”. La Jornada (diario), 26 de agosto de 1997.

Jiménez, Felipe, “En España se encuentran las raíces más profundas de mi ser”. ABC (diario).

Marco, Joaquín, “Vida y desesperanza”. ABC (diario), 26 de abril de 1997.

Mutis, Álvaro, Los elementos del desastre. Buenos Aires: Editorial Losada, 1953.

 



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