Imágenes de la exposición Contra el ángel y sus cantos de Jesús Lugo Paredes.
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Artes visuales

Jesús Lugo Paredes: entre el sueño y la escenificación de la farsa del mundo

Mariana Morales analiza la obra pictórica de Jesús Lugo Paredes desde lo onírico, el psicoanálisis y la representación del mundo dentro del mundo. Pinturas en las que asistimos al gran teatro de la comedia y la tragedia que somos, así como a la expresión de un universo de sueños íntimos. La exposición de la obra del pintor se inauguró el 15 de febrero en el Seminario de Cultura Mexicana.


Por Mariana Morales

No olvides que es comedia nuestra vida
y teatro de farsa el mundo todo
que muda el aparato por instantes
y que todos en él somos farsantes;
acuérdate que Dios, de esta comedia
de argumento tan grande y tan difuso,
es autor que la hizo y la compuso.

Epicteto y Phocílides en español con consonantes, Francisco de Quevedo.

Pongamos en la mente una pintura compuesta por cientos de elementos: cuerpos femeninos y masculinos cuyas dimensiones no siguen una escala lógica, algunos van desnudos, otros vestidos, hay también animales humanizados, objetos de la cultura popular actual y elementos de culturas antiguas, personajes históricos y un sinfín de elementos superpuestos, que reconocemos como referencias a grandes pintores de la historia del arte; todo situado dentro de arquitecturas imposibles. Asemeja a un sueño, ¿cierto?

Describo de manera muy sucinta una de las obras del artista Jesús Lugo Paredes. Su intrincado trabajo me hizo pensarlo desde la perspectiva del arte y el psicoanálisis, pensé también en la doctora Teresa del Conde quien en vida conoció su obra, y cómo habría disfrutado desentrañar estas recientes series del artista a través de la idea de la sublimación freudiana que se manifiesta en la libido, la pulsión sexual y de muerte que se condensan en los objetos artísticos.

Como ella decía, no hay que caer en el error de creer que la obra artística, en este caso la de Lugo Paredes, está plasmando sueños, evidentemente esa no es su intención; sin embargo, sí está realizando una negociación con la imagen, que emula el proceso onírico: deseo, instinto y fuerzas de represión se ponen en evidencia detrás de la actividad creativa del artista.

Sus pinturas son escenarios de estructura onírica en los que despliega un “gran teatro del mundo” como el de Calderón de la Barca, están compuestos por personajes que muestran, sin juicio de por medio, comportamientos humanos. No por azar sus series se titulan Museo de lo Imaginario, La Divina Comedia, Pecados Capitales; en cada obra escoge un tema y lo satura. 

Hay algo en la pintura de Lugo Paredes que nos confronta con el comportamiento humano y sus límites en términos de lo que consideramos negativo y positivo. Los animales humanizados con ropas o en actitudes desafiantes de su propia naturaleza nos hacen pensar en las fábulas de Esopo, que también hablan de la condición humana a través de la personificación de animales. Nada es obvio en la pintura de Lugo, él sólo deja pistas casi al azar para que el espectador las encuentre. Para que descubra una nueva mitología propia del artista que fue creada a partir de retazos de otras ya existentes en el mundo.

Su trabajo es obsesivo, casi neurótico, recuerda desde luego a El jardín de las delicias de El Bosco no sólo por la saturación de elementos, sino incluso en lo que se refiere a la temática del paraíso, el purgatorio y el infierno. La factura de la obra muestra un oficio del dibujo impecable; el artista sobrepone imágenes en sus composiciones, pega recortes de papel, añade volumen a sus personajes haciéndolos en relieves de madera que van sobre otros. Vemos a una liebre con bombín sentada junto a un personaje de la Lección de anatomía de Rembrandt, personajes de la cultura pop y publicidades de productos de consumo cotidiano al lado de recortes de los grabados de Doré para La Divina Comedia. El collage es un recurso puntual empleado por el artista con gran sutileza.

El artista sobrepone imágenes en sus composiciones, pega recortes de papel y añade volumen a sus personajes haciéndolos en relieves de madera.

La manera en cómo Lugo dibuja, cambia y añade constantemente elementos al cuadro, también me remite a Richard Dadd un pintor victoriano quien durante cerca de diez años pintó un solo cuadro que ahora se encuentra en la galería Tate en Londres, que incluso en este museo es muy difícil de ver, ya que casi siempre se encuentra en las bodegas. Dadd sufría de esquizofrenia y terminó recluido en una institución mental. El cuadro que pintó obsesivamente es muy pequeño en realidad, mide 54 por 39.5 centímetros y se llama The fairy-feller’s masterstroke, 1855-64. Esa obra está repleta de minúsculos personajes, duendes y seres de un bosque detalladísimo; Octavio Paz escribió al respecto:

Igualmente se ven con claridad las obsesiones de Dadd, estas tienen dos formas: son realistas: muchas de las caras fisonomías son las de sus compañeros, médicos, carceleros; por otra parte, son personajes de sueño, es un cuento de hadas. El cuadro es un espectáculo: la representación del mundo sobrenatural en el teatro del mundo natural. Un espectáculo que contiene otro, paralizador y angustioso, cuyo tema es la expectación: los personajes que pueblan el cuadro esperan un acontecimiento inminente.

También en la obra de Lugo encuentro la presencia de un mundo inserto en otro, en otros… y al igual que en la obra de Dadd es posible identificar retratos, personas que se repiten y saltan de una obra a otra. A diferencia de Dadd, Lugo respalda su obra a través de una investigación profunda que toca temas históricos, literarios, referencias a culturas antiguas, pero que también contiene contrastantes dosis de ironía y humor actuales. Sus constantes referentes a la historia del arte nos hacen saber que él es herencia y síntesis de ella.

La exposición Contra el ángel y sus cantos se muestra en la Galería 526 del Seminario de Cultura Mexicana hasta el 19 de abril en un afortunado montaje del que participó Arnaldo Coen, quien atinadamente colocó los estudios, dibujos y bocetos de manera informal a lado de las pinturas, dando una calidez inesperada a la sala de exhibición.



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