El paseo de Colón (detalles), pintura al óleo de Pablo Picasso, 1917. Museo Picasso, Barcelona.
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Artes Visuales

Las ciudades de Picasso

¿Cuál fue la relación entre la obra de Picasso y las ciudades en las que vivió? El ensayista Felipe Jiménez traza la vida del pintor en París, Barcelona y Málaga, triunvirato espacial del universo picassiano. Málaga le dio la vida, Barcelona lo descubrió como artista y en París se transformó en genio e inventó el cubismo. El eje artístico hispanofrancés que forman estas tres urbes agrupa los museos dedicados a Picasso más importantes del mundo.


Por Felipe Jiménez

Para BGM, que en el verano de 1983 me llevó a conocer la Plaza de la Merced.

Las dos obras más importantes de Pablo Picasso, en opinión de numerosos especialistas, son el Guernica y Las señoritas de Avignon, obras maestras que se exhiben actualmente en el Museo Reina Sofía de Madrid y el Museo de Arte Moderno de Nueva York, respectivamente. A partir de ello se podría decir que la capital española y la Gran Manzana son las ciudades más relevantes del universo picassiano, pero afirmarlo sería una injusticia porque hay otras urbes que se disputan un lugar prominente en torno al padre de la pintura cubista. En primer lugar, habría que decir que ambos cuadros fueron ejecutados en París, el lugar donde Picasso residió más tiempo; metrópoli en la que inició su fama el español más conocido del siglo XX; y ciudad que sigue resguardando obras esenciales del pintor.

Por otra parte, hay que considerar a Málaga, no sólo por ser la ciudad en la que vino al mundo, donde aprendió a dibujar y en la que su familia residió durante generaciones, sino porque puede afirmarse que ha conseguido, en pocas décadas, convertir a Picasso en su principal atractivo turístico. La casa donde nació y el museo que alberga las obras que donó a la ciudad son una escala obligada para el visitante, lo que en buena medida imprime el rostro del pintor a la capital malagueña y constituye para ella su mayor proyección internacional.

Finalmente, pero no por ello menos importante, está Barcelona, a la que llegó Picasso con 14 años de edad, acompañando a sus padres y a su hermana Lola, donde la familia se estableció y el pintor verdaderamente se hizo artista y comenzó a dar muestras de su grandeza. En total, Picasso residió 13 años en Barcelona hasta que su ambición lo empujó a trasladarse a París, auténtica capital del arte y las vanguardias del siglo XX, pero una parte del malagueño se quedó en la Ciudad Condal junto a su familia. El vínculo afectivo era muy fuerte. Y debido al Museo Picasso, el Barrio Gótico de Barcelona huele y sabe al autor de la versión cubista de Las meninas.

Así, París, Málaga y Barcelona conforman un verdadero triunvirato en el universo picassiano, cada una por sus propios merecimientos. Dicho lo anterior, conviene detenerse a reflexionar en algo. A pesar de su cosmopolitismo, de la universalidad de su trabajo creativo, Picasso nunca dejó de sentirse español. Así que muy probablemente después de conquistar fama y fortuna, de consagrarse en la Ciudad de la Luz, el artista acarició la idea de regresar a España, pero la guerra civil española y el resultado de la contienda convirtieron a un hombre con los principios e ideales políticos de nuestro pintor en un exiliado forzoso. Picasso no pudo regresar en vida a la patria libre que anhelaba porque al morir, en 1973, aún restaban dos años más de dictadura franquista. Si las cosas hubieran sido diferentes, si hubiera podido volver a España sin traicionar sus ideas, muy probablemente hubiese elegido Barcelona y la Costa Brava para establecerse. Lo cierto es que Barcelona, Málaga y París entraron en Picasso y Picasso entró en ellas para quedarse para siempre.

Málaga en Picasso

Pablo Ruiz Picasso nació el 25 de octubre de 1881 en Málaga, ciudad bañada por las aguas del Mediterráneo, en la segunda planta del edificio marcado con el número 36 de la Plaza de la Merced, actual sede de la Fundación Picasso Museo Casa Natal. La plaza, espaciosa y bien conservada, luce en su centro, desde medio siglo antes del nacimiento del pintor, un obelisco dedicado al general José María Torrijos, liberal fusilado tras ser capturado cuando luchaba por restablecer la Constitución de Cádiz.

Pablo y Lola Ruiz Picasso, en 1889.

 

Originario de Génova, Italia, Tommaso Picasso, bisabuelo materno del padre del cubismo, se estableció en Málaga en 1807. Tenía la nacionalidad británica y fue alumno del Colegio de Náutica y capitán de una pequeña embarcación.

Desde mediados del siglo XIX, Málaga vivía un empuje industrial y comercial que se plasmó en grandes obras, como el ferrocarril y la ampliación del puerto. Sus orgullosos habitantes paseaban por la Alameda Principal, el parque y los jardines de La Concepción y El Retiro. Las tabernas ofrecían el popular vino dulce de Cómpeta, elaborado con uvas moscatel, cuyos racimos se secan al sol antes de su pisa o estrujado. Ese mosto, convenientemente fermentado, se degustaba acompañando migas y potajes, bien como aperitivo o para acompañar la sobremesa.

Menos presente en sus cuadros, pero también una verdadera pasión para el malagueño, fue el flamenco, y es que una copla con una letra ingeniosa y bien cantada era capaz de conmoverlo hasta lo más profundo.

En 1870, se había inaugurado el teatro Cervantes, obra del arquitecto Gerónimo Cuervo, cuya decoración realizó el pintor valenciano Bernardo Ferrándiz. Y mucho más que un centro de entretenimiento era la plaza de toros de la Malagueta, a la que el niño Pablo acudía con su padre y donde conoció y se enamoró de la tauromaquia, uno de los temas recurrentes en su obra. Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordóñez fueron sus amigos y toreros favoritos. Menos presente en sus cuadros, pero también una verdadera pasión para el malagueño, fue el flamenco, y es que una copla con una letra ingeniosa y bien cantada era capaz de conmoverlo hasta lo más profundo.

La Plaza de la Merced, de Málaga. En el número 36 vino al mundo Picasso. Fotografía de Nicolás Vigier. Fuente: Wikipedia.

 

No muy lejos de la Plaza de la Merced, en la calle Granada, se encuentra la parroquia de Santiago, con su característica torre mudéjar. Es la iglesia más antigua de Málaga, fundada en 1490 por los Reyes Católicos, donde se casaron los abuelos paternos y los padres del pintor, y él y sus hermanas fueron bautizados.

Barcelona en Picasso

José Ruiz y Blasco, el padre de Picasso, era profesor de dibujo en la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y director-conservador del Museo Municipal. Al nacer Pablo, la familia disfrutaba de una posición acomodada, pero años después el padre perdió su empleo en el museo, por lo que solicitó su traslado de Málaga a La Coruña, Galicia, donde se había creado una plaza de profesor en la Escuela de Bellas Artes. La familia se mudó en 1891, pero cuatro años después José Ruiz obtuvo una cátedra en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, donde la familia se estableció definitivamente.

En esta institución académica, también conocida como Escuela de La Lonja, Pablo fue admitido como alumno; tenía 14 años. Se dice que, al reconocer el talento de su hijo, José Ruiz le entregó sus pinceles y su paleta, y prometió no volver a pintar nunca más.

Con María Picasso López, la madre del pintor, a la cabeza, los Ruiz Picasso primero se establecieron en una pensión en el número 4 del Paseo de Isabel II, donde ya estaba instalado entonces el restaurante Set Portes. Poco después se trasladaron a un departamento en la misma manzana, en el número 3 de la calle Cristina esquina con Llauder.

Ciencia y caridad, óleo de Pablo Picasso, 1897. Museo Picasso, Barcelona.

 

En 1896, la familia se instaló en la que sería su vivienda definitiva en la calle de la Mercé número 3. Y con apenas 15 años, el joven malacitano compartió un estudio con Manuel Pallarés en el número 4 de la calle de la Plata. Allí, Picasso pintó Ciencia y caridad, obra que presentó para ingresar a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, en octubre de 1897. Sin embargo, terminó abandonando las clases a causa de la orientación conservadora de la institución madrileña, hermética a la corriente modernista que imperaba en Barcelona. No obstante, aprovechó su estancia en la capital para conocer a fondo el Museo del Prado, admirar a Velázquez e interesarse por la obra del Greco.

Fue en la cervecería barcelonesa donde Picasso realizó su primera exposición individual y se hizo amigo de Jaume Sabartés, poeta y periodista catalán, indisoluble vínculo entre Picasso y Barcelona.

 

Pere Romeu caricaturizado como bóer, y otros croquis, dibujo a grafito de Pablo Picasso.

Sirvió para la composición del menú de Els Quatre Gats, cervecería barcelonesa inaugurada en 1896 a la que el joven Picasso solía acudir.

Barcelona, 1899-1900. Museo Picasso, Barcelona. Fuente: Wikipedia.

 

En Barcelona se hizo asiduo visitante de Els Quatre Gats, establecimiento emblemático de la calle Montsió, catedral del modernismo catalán, que pretendía emular al cabaret parisino Le Chat Noir. Fue en la cervecería barcelonesa donde Picasso realizó su primera exposición individual y se hizo amigo de Jaume Sabartés, poeta y periodista catalán, secretario particular del pintor hasta su muerte, en 1968, e indisoluble vínculo entre Picasso y Barcelona.

En la Ciudad Condal el malagueño continuó cultivando su afición a la fiesta brava: acudía a la Plaza del Torín en la Barceloneta. Y por las noches frecuenta, con su amigo Manuel Pallarès, El Guayaba de la Plaza del Aceite o el Edén Concert, restaurante de lujo con juegos de ruleta, prostitutas y cupletistas, entre ellas la famosa Chelito.

Lola acunando
a su muñeca, dibujo a lápiz sobre grafito de Pablo Picasso, 1894. Museo Picasso, Barcelona.

 

Lola, hermana del artista, carboncillo y lápiz de color azul y rojo sobre papel,

de Pablo Picasso, circa 1899. Ayuntamiento de Barcelona.

 

 

Como dibujante y pintor, en Barcelona prosiguió una práctica iniciada en La Coruña, que era retratar a su hermana Lola. Marcada por un carácter explosivo por el que recibía el apodo de La Terremótica, Pablo la retrató en total 66 veces.

Se dice que tuvo un amor de juventud con Rosita del Oro, una amazona que se presentaba en el Tívoli Circo Ecuestre. A su lado conoció el mundo del circo, al que tanto representaría durante su periodo rosa.

En 1899, compartió estudio con Santiago Cardona en la calle Escudellers Blancs. Y en septiembre de 1900, Picasso viajó a París para asistir a la Exposición Universal, donde se exhibiría Últimos momentos, una obra suya. Es allí cuando establece contacto directo con pintores impresionistas y neoimpresionistas. También conoce a Pere Mañach, anarquista e hijo de una familia de industriales barceloneses quien será su primer marchante.

En diciembre regresó a Barcelona y celebró el fin de año en Málaga. También en 1900 se instaló en la calle de la Riera de Sant Joan número 17, donde compartió estudio con Carles Casagemas.

En 1901, lo encontramos residiendo en París, en el número 130 del bulevar de Clichy, en el barrio de Place de Clichy, corazón del distrito 18. Allí había tenido su estudio su buen amigo Casagemas, quien se suicidó por un desengaño amoroso. Su muerte conmovió profundamente a Picasso, tanto que este acontecimiento dio inicio a su periodo creativo más atormentado: la época azul.

Un año después se mudó al bulevar Voltaire número 87, en el distrito 11, un estudio de Max Jacob que sólo disponía de una cama; Picasso trabajaba de noche y dormía de día, mientras Jacob trabajaba. Consiguió exponer junto al pintor vasco Francisco Iturrino en la afamada galería Vollard, en la rue Laffitte, y es en ese momento cuando París descubre el talento del malagueño gracias a las elogiosas críticas que se publicaron. Pablo contaba sólo con 19 años.

En 1902, de regreso en la Ciudad Condal, se instaló un tiempo en la calle Nou de la Rambla número 10, en el estudio de su amigo el escultor Ángel Fernández de Soto y el pintor Josep Rocarol. Al año siguiente regresó al estudio de la calle de la Riera de Sant Joan 17, con Fernández de Soto.

 

La vida, óleo de Picasso, 1903. Museo de Arte de Cleveland.

 

París en Picasso

En 1904, Pablo tuvo su último estudio en Barcelona, concretamente en la calle Comerc 28, un espacio que le cedió Pablo Emilio Gargallo, donde inició su obra maestra del periodo azul: La vida. El malagueño ocupó este estudio hasta que se fue definitivamente a la capital del Sena. Se mudó al taller que estaba por dejar su amigo el escultor Paco Durrio en abril de 1904, en la calle Ravignan del “Bateau-Lavoir”, en el barrio de Montmartre. Y en el “Bateau-Lavoir” conocerá a la que más tarde será su primera esposa: Fernande Olivier.

Todas las mañanas el malagueño iba a Montmartre a tomar apuntes de los acróbatas del Circo Medrano y de los titiriteros ambulantes que actuaban en la explanada de Los Inválidos. Preparaba sus famosos cuadros de ambiente circense con los que puso fin a su periodo azul e inició su periodo rosa.

En septiembre de 1909, se mudó a un nuevo estudio en el bulevar de Clichy, calle donde ya había estado instalado en 1901, pero ahora se cambió al número 11. Allí trabajó muy estrechamente con otro artista genial, George Braque. Tanto se compenetraron que es difícil establecer qué obra en ese periodo es de la autoría de uno o de otro. Ambos formularon un nuevo lenguaje pictórico: el cubismo.

Tres años después, en 1912, al terminar el verano, Pablo se muda a un nuevo estudio en el 242 del bulevar Raspail, en Montparnasse. En agosto de 1913, hay nueva mudanza; al número 5 bis de la calle Schoelcher, junto al bulevar Raspail, un taller con vista al cementerio de Montparnasse. Y en junio de 1916, en medio de la Primera Guerra Mundial, se traslada a la comuna de Montrouge, a la calle Victor Hugo número 22.

Entre abril y mayo de 1918, se instala en el lujoso hotel Lutetia, que años después sería el cuartel general de los servicios de inteligencia y de la policía militar secreta del ejército alemán durante su ocupación de París, en el distrito VI de la capital francesa, acompañado de Olga Khokhlova, a quien había conocido en Italia y con quien se casaría, primero por lo civil y después por el rito ortodoxo. Olga se había negado a mudarse al estudio de la calle Victor Hugo aduciendo que “olía a demasiadas mujeres”. No obstante, después de la luna de miel, en Biarritz, se instalaron unas semanas en Montrouge, para mudarse más tarde a un gran departamento en la rue La Boétie, en el distrito VIII. Allí nació su primer hijo, Pablo, en 1921.

En 1925, la madre de Picasso pasa con su hijo y la familia de este las vacaciones en la Costa Azul. En noviembre el pintor la acompaña de regreso a Barcelona. Allí visita la primera exposición individual de Salvador Dalí en las Galerías Dalmau. Dalí lo visitó en su estudio de París en abril de 1926. El catalán le dijo al malagueño: “Antes de ir al Louvre he decidido venir a visitarle a usted”. Picasso estuvo dos horas mostrándole las obras que tenía en preparación para una exposición en la galería Rosenberg.

Dalí declaró una vez: “Picasso es español, yo también; Picasso es un genio, yo también; Picasso es comunista, yo tampoco”.

Frente al Café de la Rotonde, en 1916, Modigliani, Picasso y André Salmon.

Fotografía de Jean Cocteau, Modigliani Institut Archives Légales, París-Roma. Fuente: Wikipedia.

 

Unos años después, Picasso financió el primer viaje que hicieron Dalí y su esposa Gala a Nueva York. Ambos artistas se admiraron mutuamente, pero nunca intimaron. Muchas cosas los separaban, empezando por la política. Dalí declaró una vez: “Picasso es español, yo también; Picasso es un genio, yo también; Picasso es comunista, yo tampoco”. Cuando Picasso murió, Dalí envió una enorme corona de flores. Se dice que, en cuanto la vio, Jacqueline Picasso la tiró por la ventana.

En junio de 1930, Pablo adquirió el Château de Boisgeloup, a 70 kilómetros al noroeste de París, un refugio al que escapaba con su amante Marie-Thérèse Walter. Picasso convirtió los establos en un gran estudio de escultura. En junio de 1935, se separó de Olga y en octubre nació Maya, su hija con Marie-Thérèse.

En 1936, al estallar la Guerra Civil, Picasso aceptó la invitación de Manuel Azaña, entonces presidente de la República, para convertirse en director honorario del Museo del Prado. Ese mismo año se trasladó al número 7 de la rue des Grands-Augustins, en el distrito VI de París, un estudio muy amplio donde realizaría el Guernica y en el que casualmente, en 1831, el escritor Honoré de Balzac había situado el taller del pintor Frenhofer, protagonista de su novela La obra maestra desconocida. La encargada de mostrarle el estudio a Picasso, Dora Maar, se convertiría en su amante entre 1936 y 1946. Se dice que fue quien relató al pintor el bombardeo que sufrió la localidad vizcaína de Guernica en 1937, masacre que representó el artista en su lienzo. Y fue también ella quien se ocupó de documentar todo el proceso de ejecución del cuadro.

La relación terminó cuando el pintor se unió a Françoise Gilot. Ella tenía 25 años; él, 65. Vivieron en un departamento en Golfe-Juan, Vallauris, en la Costa Azul, durante dos años. A Picasso el Mediterráneo le daba una gran paz. En 1947, vino al mundo Claude, el primer hijo de la pareja. A partir de 1948, alternan sus estancias en La Galloise, una pequeña pero muy hermosa casa en las colinas de Vallauris, y el estudio de la rue des Grands-Augustins en París. En 1949 nació Paloma, segunda hija de la pareja.

Pablo Picasso con Françoise Gilot y su sobrino Javier Vilato en la playa de Golfe-Juan, 1948.

Fotografía de Robert Capa, Museo Picasso Málaga.

 

Françoise, quien abandonó al pintor en 1953, fue la única de sus parejas que dio el primer paso para terminar la relación. Nuevamente enamorado, Pablo se instala en mayo de 1955 con Jacqueline Roque en Cannes, en la villa La California, residencia con quince habitaciones y amplios jardines. Ella tenía 28 años y él 74. La había conocido dos años antes en su estudio de escultura en Boisgeloup. Olga Khokhlova, la primera esposa de Picasso, murió en 1955, por lo que el pintor se casó con Jacqueline seis años después, en 1961. La pareja se instaló entonces en Notre-Dame de Vie, Mougins, una preciosa casa desde la que se domina la bahía de Cannes. Era una construcción de arcos de piedra, más de diez habitaciones, una cava para 5000 botellas y un jardín de 33 000 metros cuadrados con alberca. Fue allí donde falleció el 8 de abril de 1973, a los 91 años.

En 1958, el malagueño había adquirido el Château de Vauvenargues, una mole de piedra construida en el siglo XIV en el monte Sainte-Victoire, un paisaje pintado muchas veces por su admirado Cézanne. El castillo había sido morada de los condes de Provenza. La construcción era de una austeridad casi monacal. Aunque Picasso residió en Mougins, conservó Vauvenargues y pasó largas temporadas allí. Es el lugar donde reposan los restos del pintor, envueltos en una capa española, regalo de Jacqueline. La última esposa del artista se suicidó de un disparo en 1986 y está enterrada junto a su esposo.

Retrato de Dora Maar, óleo sobre tela de Pablo Picasso, 1937. Museo Picasso, París.

 

Picasso en París

Quien quiera seguir el rastro de Picasso en París debe iniciar su peregrinar en el llamado Palacio Salado, suntuoso edificio en el barrio del Marais construido en el siglo XVII por Pierre Aubert de Fontenay. Fue recaudador de impuestos de los reyes Luis XIII y Luis XIV, actividad que le dio nombre al palacio ya que entonces se tenía que pagar una tasa por el consumo de sal. La construcción fue llamada “el mayor y más extraordinario, por no decir extravagante, de los grandes palacios de París”, y alberga actualmente más de cinco mil obras del pintor, incluida su colección personal, con obras muy queridas por Picasso de figuras como Paul Cézanne, Henri Matisse, André Derain y Henri Rousseau.

El museo se formó a partir de una histórica donación de los herederos del artista en 1973, con Picasso recién fallecido. Se trató de uno de los legados de arte más grandes que ha recibido el Estado francés en su historia. Ya a mediados de la década de los sesenta, en vista de la avanzada edad del creador malagueño, el presidente De Gaulle y su ministro de Cultura André Malraux prepararon la llamada ley Malraux, de 1968, que permitía la dación en pago de obras de arte para hacer frente a los impuestos por herencia. Esta legislación fue imitada después por otras naciones europeas.

Pablo Picasso en su taller de Vallauris (Alpes Marítimos) en abril de 1949 (AFP).

 

Así, obedeciendo también los deseos del propio pintor, a su muerte sus herederos donaron al Louvre unas 3500 obras, con el propósito de crear con este acervo el Museo Picasso, inaugurado finalmente en 1985. Cerrado durante algunos años a causa de las grandes obras de remodelación en el edificio, el Museo Nacional Picasso de Francia reabrió sus puertas definitivamente en 2014. Entre sus obras expuestas más conocidas se encuentran el Retrato de Dora Maar, el Autorretrato de la serie azul, el Retrato de la bailarina Olga Khokhlova en un sillón y el Retrato de su hijo Pablo vestido de Arlequín.

El Museo Picasso de Barcelona, enclavado en el Barrio Gótico desde hace 60 años. Fotografía de Lluís Casals, Arquitectura Viva.

 

Picasso en Barcelona

En 1963, Jaume Sabartés, confidente y secretario particular del pintor desde 1935, y el entonces alcalde de la Ciudad Condal, José María de Porcioles, consiguieron que las altas esferas del régimen franquista autorizaran la apertura de un museo en Barcelona dedicado al pintor malagueño. Con la donación de la colección privada de Sabartés como embrión del acervo pictórico, el museo se instaló en un palacio del siglo XIII en el Barrio Gótico. El recinto abrió sus puertas ese año de 1963 como Museo de la Colección Berenguer Aguilar, nombre de un mercader que hacia 1400 adquirió el edificio sede del museo. Ello se debió a que el nombre de Picasso no debía figurar en ningún lugar destacado del recinto, condición impuesta por Francisco Franco debido a sus simpatías republicanas y su militancia comunista.

Cuando Sabartés murió, en 1968, Picasso donó al acervo del museo su Retrato azul y su serie Las meninas, compuesta por 28 obras, además de las telas que pertenecieron a su madre, su hermana y sus sobrinos; en total más de novecientas obras, principalmente de sus primeras etapas. Años después, el museo adquiriría Ciencia y caridad, el cuadro que Picasso realizó para ingresar a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. En resumen, la pinacoteca barcelonesa resguarda 4500 obras del malagueño.

Desde su apertura ha tenido diversas ampliaciones: se adjuntó el Palacio del Baró de Castellet y el llamado Palacio Meca. Asimismo, se añadieron dos edificios anexos: la Casa Mauri y el Palacio Finestres. Finalmente, en 2011 se agregó un edificio de nueva planta en la parte posterior del conjunto.

Convertido en parada obligada para todos los visitantes, el Museo Picasso Málaga fue el último en abrir sus puertas, en 2003. Foto: Memorias de Málaga (blog en línea)

 

Picasso en Málaga

En la calle San Agustín de la capital de la Costa del Sol se encuentra el Palacio de Buenavista, sede del Museo Picasso Málaga, un edificio que erigió Diego Cazalla, en el siglo XVI, sobre los restos de un palacio nazarí y que fue Museo de Bellas Artes de la ciudad, antes de la remodelación que lo convirtió en la actual pinacoteca picassiana, la galería de artes plásticas más visitada de toda Andalucía. El museo, inaugurado en 2003, es el mayor motor de Málaga como referente del turismo cultural, con un impacto permanente en la vida de la ciudad y de sus habitantes.

El recinto dispone de un patio con su aspecto original del siglo XVI, en el que se levantan columnas de mármol de Carrara. El edificio combina tradición y vanguardia. Una de las decisiones adoptadas por los arquitectos para dar unidad a los espacios fue la utilización del mismo tipo de mármol en todos los suelos y la uniformidad del blanco en los muros de la zona nueva.

Con este recinto, Málaga saldó una deuda con el pintor contraída en los años cincuenta, cuando Picasso quiso enviar parte de su colección a la ciudad en la que nació. Juan Temboury, delegado provincial de Bellas Artes en Málaga, solicitó al artista en 1953 dos obras de cada periodo para crear un museo dedicado al padre del cubismo. Christine Ruiz Picasso, viuda de Paul, hijo mayor del artista, afirmaba que el pintor se mostró entusiasmado, y dijo que no enviaría dos obras, sino dos camiones.

La dictadura franquista no permitió la donación, pero en 2003, gracias a la generosidad de la nuera del pintor y de Bernard Ruiz Picasso, uno de sus nietos, junto al esfuerzo de las autoridades andaluzas, la capital de la Costa del Sol consiguió tener su museo picassiano.

El recinto abarca 8300 metros cuadrados, sumando 12 salas de exposiciones temporales, un taller de restauración, sala de juntas, auditorio y biblioteca. Su colección permanente cuenta con 233 obras, a las que hay que añadir 162 en préstamo. Desde que abrió sus puertas, ha sido visitado por ocho millones de personas.

Mosquetero con espada, óleo sobre lienzo de Pablo Picasso, 1972. Museo Picasso Málaga.

 

Bibliografía

Constenla, Tereixa, “Viaje al santuario de Picasso”. El País, Madrid, 28 de agosto de 2010.

Delmar, Albert, Yo no busco, encuentro. Barcelona: Ediciones B, 1992.

Gilot, Françoise y Carlton Lake, Vida con Picasso. Barcelona: Editorial Bruguera, 1973.

Gómez de la Serna, Ramón, “Completa y verídica historia de Picasso y el cubismo”. Revista de Occidente, Madrid, 1929.

Molina, Ángela, “Rebelión (y revelación) de las mujeres de Picasso”. El País, Madrid, 28 de enero de 2022.

Walther, Ingo F., Pablo Picasso 1881-1973: El genio del siglo. Los Ángeles: Taschen America, 1999.



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