Música

Variación 1. Beethoven y el espacio del alma

Alessandro Baricco plantea que Beethoven comienza la idea de música clásica y que con la obra del genio participamos de la espiritualidad; es por ello que el hombre del Romanticismo encontró sentido en su música.

“La tensión, la intensidad, la espectacularidad que traía consigo, eran casi la apertura física total de espacios que no esperaban más que el fluir de una espiritualidad que hasta entonces había sido clandestina y nómada”.

En realidad, si queremos ser cínicamente exactos, fue con Beethoven con quien nació, de verdad, la idea de música clásica que hemos heredado y de la que todavía nos servimos. Con su música sucedió de verdad que ese lenguaje refinado levitara hasta el punto de ofrecerse como morada de un reflejo elevado, sentimental, e incluso espiritual, de la sensibilidad humana. La tensión, la intensidad, la espectacularidad que traía consigo, eran casi la apertura física total de espacios que no esperaban más que el fluir de una espiritualidad que hasta entonces había sido clandestina y nómada. Fue una admirable coincidencia de acontecimientos: en el mismo momento en que la burguesía naciente sentía la necesidad de su propia elevación hasta la aristocracia del sentimiento, esa música inventaba exactamente la forma y el lugar donde hallarla. No es casualidad que Beethoven fuera prácticamente el primero en componer de manera simultánea para la aristocracia del siglo XVIII y para la burguesía rica de principios del XIX: se encontraba en equilibrio sobre un confín, y tenía toda la apariencia de ratificar el cambio de testigo del poder aristocrático al burgués. El hecho de que fuera apreciado por ambas nos da una idea de la vertiginosa riqueza de lo que hizo: se trata de una música capaz de emocionar a dos civilizaciones que eran distintas y, en cierto modo, antitéticas.

Beethoven: 9 Symphonie. Alegoría inspirada en la Novena sinfonía de Ludwig van Beethoven, dibujo de Alois Kolb. Fuente: SJSU, biblioteca Dr. Martin Luther King, Jr.
Beethoven: 9 Symphonie. Alegoría inspirada en la Novena sinfonía de Ludwig van Beethoven,
dibujo de Alois Kolb. Fuente: SJSU, biblioteca Dr. Martin Luther King, Jr.

 

El gesto estratégicamente genial de los románticos fue adoptarlo como padre fundador de lo que tenían pensado. Resulta difícil decir si a él le habría gustado, pero lo hicieron, y en esto mostraron una astucia y una inteligencia portentosas. Beethoven fue para ellos el salvoconducto para una nueva civilización. Era un maestro intocable y, en realidad, lo único que necesitaban era demostrar que estaba de su parte. Lo lograron. Tampoco era tan difícil: en efecto, aquella música parecía generar y describir con exactitud lo que ellos intuían que era el aliento espiritual del hombre romántico. De la forma más elevada, casi sintética, parecía hacerlo en una obra determinada: la Novena sinfonía. Todavía en la época de Wagner fue adoptada como un tótem supremo, lugar del origen y legitimación fundacional de todo a lo que la música de esa época aspiraba. Y en efecto, si pensáis en ello, esa sinfonía parecía dibujar de verdad, físicamente, la silueta de la espiritualidad romántica. Su duración exagerada aludía, de la manera más clara, a una expansión del horizonte humano. Su dificultad (en la primera ejecución, la mitad del teatro se marchó de allí, antes del final, agotada) preconizaba ya esa idea, tan burguesa, de que el crecimiento espiritual del individuo transitaba por un selectivo camino de esfuerzo y estudio. Y, además, quedaba la proeza final: ese Himno a la alegría. Colocado ahí, en el último movimiento, después de tres movimientos instrumentales, para introducir por sorpresa la voz humana y un texto poético (no por nada era de Schiller, uno de los padres nobles del Romanticismo). Si pensáis en ello, en su exactitud era una estructura deslumbrante: en los primeros tres movimientos se hallaban todas las conquistas lingüísticas de Beethoven, y daba cabida, casi como en un folleto de propaganda, a toda la gama de posibilidades espirituales del hombre burgués. En el último, el espectacular uso de las voces y del coro, instrumento que era un privilegio de la música sacra, impulsaba el lenguaje terrenal de la música más allá de sí mismo; de manera simultánea, el texto de Schiller convocaba explícitamente a Dios ante la presencia de la espiritualidad del hombre. ¿No veis el acrobático gesto que entregaba a los románticos lo que estaban buscando de verdad? Esa música le reconocía a ese camino espiritual la meta más elevada, Dios. Por otra parte, extrapolaba el horizonte religioso de los materiales de la espiritualidad laica del hombre: lo situaba como el último peldaño de una ascensión que era humana por completo. Fantástico, ¿no os parece?

La novena no era música romántica, pero fundaba el campo de juego de la música romántica. Inventaba y sancionaba para siempre la existencia de un espacio intermedio entre el animal hombre y la divinidad, entre la elegancia material del hombre y el infinito trascendente del sentimiento religioso. Allí, precisamente allí, el hombre burgués iba a colocarse a sí mismo. Cuando nosotros, herederos del romanticismo, utilizamos expresiones genéricas como alma o espiritualidad, estamos aludiendo a ese espacio. A esa tierra intermedia.

Los bárbaros, ensayo sobre la mutación,
traducción de Xavier González Rovira.
Barcelona: Anagrama, 2008. 128-131.


Te podría interesar

Un soneto me manda hacer…

El escritor Pablo Boullosa ofrece una paráfrasis del famoso poema de Lope “Un soneto me manda hacer Violante&rdquo...

Por Pablo Boullosa

Juan Pablo Contreras: historia de un sueño raro y hermoso

Hugo Roca Joglar nos presenta un lúdico texto en el que explora el sentido de la Sinfonía número 1, MyGrea...

Por Hugo Roca Joglar

La Virgen de Guadalupe conquista España

Felipe Jiménez reseña la exposición Tan lejos tan cerca. Guadalupe de México en España, la c...

Por Felipe Jiménez

La senda sin fin (obra reciente de Gustavo Pérez)

La senda sin fin de Gustavo Pérez, expuesta en la galería del Instituto de Ecología de Xalapa, juega con l...

Por Rafael Antúnez

Gustavo Pérez, artista en efervescencia

En esta entrevista-ensayo la periodista Adriana Malvido conversa con Gustavo Pérez, quien reflexiona sobre los fundament...

Por Adriana Malvido

Jorge Yázpik: 70 años

El 26 de julio de este año 2025, el escultor Jorge Yázpik cumplió 70 años. Para celebrarlo, present...

Por Jorge Yazpik

Otra oda a la alegría (como brindis)

En noviembre de 2010, la UNESCO declaró la cocina tradicional mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanid...

Por Sergio Vela

El payaso erudito o la tragedia de ser cómico

Flavio González Mello ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua el 19 de junio de 2025. El nuevo académi...

Por Flavio González Mello

¿Qué es la Academia Mexicana de la Lengua?

Celebramos los 150 años de la Academia Mexicana de la Lengua con los textos que presentamos a continuación, los c...

Por Gonzalo Celorio