“El lado caótico de la naturaleza de Beethoven, tan fehacientemente revelado en los borrones de su escritura, es llevado al orden en sus composiciones terminadas”.
Los autógrafos de Beethoven son a menudo difíciles de leer, pero sería erróneo desprender de ello que su notación, mucho menos su composición, es imprecisa. El lado caótico de la naturaleza de Beethoven, tan fehacientemente revelado en los borrones de su escritura, es llevado al orden en sus composiciones terminadas. El esfuerzo que le costó lograr ese orden les da su particular estabilidad. Sin embargo, el desfalleciente trabajo de Beethoven sobre los detalles rara vez interfiere con su concepción del todo. Por el contrario: en algunas de sus obras tempranas el detalle no es siempre digno del gran diseño; en algunas de sus obras del período intermedio, el detalle se pierde a costa de la amplia expansión del todo, alejándose al trasfondo como si se vieran a través del lado incorrecto de un monocular; y en algunas de las obras entre la Appassionata y las últimas sonatas, la notación es en ocasiones sorprendentemente descuidada, como en la línea de la mano izquierda del segundo movimiento de la Sonata opus 78. Pero estas son sólo excepciones que ponen a prueba la regla: que la disciplina autoimpuesta de Beethoven ejercía su control estricto aun cuando tomaba los riesgos más aventurados.
Alfred Brendel,
“Werktreue, an afterthought”, Musical Thoughts and Afterthoughts. Londres, Robson Books, 1976, 28-29.
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Las libretas de apuntes de Beethoven pueden proveer evidencia incontrovertible acerca del Entstehungsgeschichte de las composiciones de Beethoven –sus distintas etapas de evolución de los simple a lo complejo (u, ocasionalmente, de lo complejo a lo simple), junto con falsas desviaciones, inspiraciones repentinas, impulsos de trabajo laborioso en los detalles, acompañamientos y llenado de voces, y todo lo demás. Por dar uno o dos ejemplos: para la sinfonía Pastoral podemos encontrar ocho diferentes bosquejos, escritos a una línea y muy diferentes entre sí, de la sección del desarrollo (que consta de 37 compases) del andante, la “Escena junto al arroyo”. Y para el Cuarteto en do sostenido menor opus 131, Robert Winter identificó cinco apuntes taquigráficos que muestran, en forma esquemática, cómo la muy problemática secuencia y el balance de los distintos movimientos fueron originalmente contemplados, modificados y finalmente resueltos.
[…] Casi todos los autógrafos de Beethoven que han sobrevivido están, de hecho, tan corregidos y anotados profusamente que parece increíble que los copistas hayan encontrado su camino a través de ellos para preparar las copias de imprenta. Una generosa dosis de composición tuvo lugar cuando Beethoven escribía los autógrafos mismos. En suma, estos “autógrafos de trabajo” deben ser considerados como la última (y en muchas formas, quizá, la más interesante) etapa del proceso de composición iniciado en las libretas de apuntes.
Joseph Kerman,
Contemplating Music, Challenges to Musicology. Cambridge: Harvard University Press, 1985. 138-141.