Et quacumque viam dederit fortuna sequamur.
Viaje al centro de la Tierra. Julio Verne.
Añoramos el pasado, pero también disfrutamos las ventajas del presente. Lo que para unos es una maldición, para otros se convierte en posibilidad… ¡Estamos conectados! Hoy más que nunca encontramos en Internet herramientas del modo de vida actual y, al mismo tiempo, casi un presagio del tiempo futuro. Nos encontramos en la sociedad red, pues como afirma el sociólogo español Manuel Castells, esta es “la estructura social de nuestro tiempo, la trama de nuestras vidas”, como lo fuera la sociedad industrial del siglo pasado. Así, conectados en el resguardo del sofá más cómodo del hogar, vamos de México a Japón, con escalas en Reino Unido, Francia, India y España, para aterrizar finalmente en Alemania… Bienvenidos al tour oficial de Ludwig van Beethoven, comenzaremos confirmando este nombre en el buscador de su preferencia; cuidando de no confundir con la búsqueda de “el perro beethoven”. Emprenderemos un viaje muy especial entre noventa y dos millones de textos e imágenes, veintiocho millones de videos y más de cien mil millones de horas de música del compositor, boleto redondo sólo con un click.
Las opciones son diversas: probablemente algunos queden atrapados en las fauces de la película noventera de Brian Levant, tal vez otros terminen con la Amada inmortal (Bernard Rose, 1995) y otros más audaces en las profundidades de Mauricio Kagel y su Ludwig van (1970). Como Beethoven mismo y su música, uno puede adentrarse en la red y enseguida perderse entre dilemas que a su vez son posibilidades tan increíbles como el proyecto Piano for Elephants de Paul Barton, quien interpreta la Sonata para piano n.º 14 opus 27-2 para un viejo elefante en Tailandia. Las orejas del enorme animal reaccionan, y este se une al intérprete meneando la trompa, escucha atento, guarda silencio, mucho más que algunas personas en los conciertos. A propósito de la Sonata quasi una fantasia, como la describiera el compositor, esta es su obra más buscada por los internautas –más de cuarenta millones de reproducciones–, aunque como Claro de luna, calificativo que le diera el poeta Ludwig Rellstab. Aprovechando la parada, detengámonos a observar esta ardiente discusión en Twitter: click, click –touch-touch si es que usa pantalla táctil–… Beethoven ¿era negro? preguntan unos y defienden otros, en un dilema que al parecer comenzó tras una publicación de 1930 y que regresó al debate en las redes sociales. Entre la confusión y el desenfreno nos hemos extraviado un poco, por allá unos preguntan si realmente era sordo, otros más, si escribió una décima, dé-ci-ma: “Estrofa poética de diez versos octosílabos que riman con una estructura”. ¡No!, ¡no esa décima Google!… Borrar; de nuevo: “La décima de Beethoven”. Click, click… Al parecer alguien la pretende terminar con inteligencia artificial… pero, ¿qué no el musicólogo Barry Cooper había hecho ya una versión? Esperen, ¿acaso es ese un cómic sobre el compositor?; ¡sí!, ese The Final Symphony: A Beethoven Anthology… Por allá leemos: “El sordo no oye, pero bien que compone”; al parecer ni Beethoven ha logrado escapar a la agudeza de los memes de Facebook… ¿Escuchan? Es la Orquesta Filarmónica de Rotterdam interpretando el final de la Novena sinfonía por videollamada, modalidad que ya no parece tan extraña después de que muchos más se unieron a la fiebre de los conciertos en línea, aunque es preferible esa fiebre a… ¡por fin, una parada oficial! La Beethoven-Haus en Bonn; adentrémonos en el que fuera refugio del compositor durante diez años antes de partir a Viena, dejen que los atrape el murmullo de la sinfonía, parece un susurro ahogado tal como escuchara Beethoven… Nuestro viaje no ha terminado, no mientras su música siga recorriendo nuestras neuronas, no mientras estas sigan tejiendo dudas, debates y posibles respuestas, pero cuidado con enredarse entre la maraña de enlaces… ¡Silencio!; el explorador está vacío: B-e-e-t-h-o-v-e-n. El siguiente viaje está por empezar, ¿listos?; presionen “buscar”.