Imagen de portada: ¡A la mar, a la mar! Embarcaciones listas para zarpar en la playa de la Villa Rica de la Vera Cruz, Veracruz. Fotografía: Alberto Soto. Proyecto: Arqueología Subacuática en la Villa Rica, tras los barcos de Cortés.
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Historia

En busca de las naves de Cortés

Sorprende que en lo profundo del mar sigan estando los restos de la flota que Cortés hundió. ¿Para qué bucear hasta ella? ¿Para qué buscar, localizar y documentar las naves? La periodista Yaiza Santos sostuvo una amena entrevista con el responsable de la Subdirección de la Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Roberto Junco. Su proyecto Arqueología Subacuática en la Villa Rica, es fundamental para el patrimonio cultural de México y de España.


Por Yaiza Santos

Tres anclas alineadas en la misma dirección, hundidas a quince metros de profundidad frente a la Villa Rica de Veracruz, son la principal pista de que quizá, por fin, aquí mismo se pueden encontrar las diez embarcaciones que Hernán Cortés echó “a la costa”, dicho con sus palabras, o “al través”, de acuerdo a Bernal Díaz del Castillo. Hundidas, pues (y no quemadas, como llegaron a contar crónicas apócrifas), para dejar claro a sus hombres que no había vuelta atrás, que estaban a sus órdenes (no a las de Diego Velázquez, el gobernador que había enviado la expedición desde Cuba) y que lo único que restaba era seguirle tierra adentro, rumbo al oeste, de donde les habían llegado noticias de una gran ciudad llamada Tenochtitlan.


Roberto Junco, responsable de la Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia, habla con entusiasmo de este proyecto, en el que colabora Arte & Cultura Grupo Salinas. Es consciente de la atención que suscita la búsqueda de los barcos del conquistador (tarea en la que, por cierto, fue precursor Francisco del Paso y Troncoso a finales del siglo ), pero hace hincapié en la verdadera importancia de esta empresa.
“Nuestro interés reside en localizar y poder conocer más sobre las embarcaciones del siglo , que permitieron la exploración, el comercio y la conquista de todo un nuevo mundo. No hay muchos ejemplos arqueológicos ni hay mucha información, ni siquiera de archivos o fuentes históricas, de cómo eran exactamente estos barcos”. Barcos que, recuerda, son los que permitieron a Cristóbal Colón llegar a América. “No habían pasado ni treinta años de que Colón había llegado al Nuevo Mundo. Poder localizar una carabela, una nao, todo este tipo de barcos que se implementaron en ese momento temprano del descubrimiento de América, sería muy importante para la ciencia”.

Como tantas buenas ideas, la búsqueda de las naves de Cortés nació de un momento de ocio.


Como tantas buenas ideas, la búsqueda de las naves de Cortés nació de un momento de ocio. “Tomándonos unas cervecitas durante un congreso un buen amigo mío, Chris Horrell, y yo, empezamos a platicar de lo maravilloso que debe haber sido ese siglo , tan indescriptible, cuando se abrió un continente que no se conocía, y como en broma dijimos: Bueno, ¿y por qué no buscamos los barcos de Cortés? Pues órale, vamos”. Ambos, a los que se unieron Melanie Damour y Fritz Hanselmann, elaboraron el proyecto y lo presentaron al Consejo de Arqueología del . Para alivio de Junco, lo aprobaron: “Te voy a ser franco, en algún momento sí pensé que podía haber cierto recelo, pero en realidad el instituto no ha hecho más que apoyar esta iniciativa. No hemos encontrado ningún tipo de resistencia y está dando muy buenos resultados el proyecto”. Por el momento, llevan dos temporadas de campo. Para la primera, emprendida en 2018, aparte del presupuesto asignado del , contaron con fondos de la National Geographic Society; para la segunda, con Arte & Cultura Grupo Salinas (“gracias a Sergio Vela”, postilla Junco, “que creyó en el proyecto”). Este apoyo económico es fundamental, explica, para poder traer a personal altamente especializado de todas las partes del mundo (en concreto, destaca el caso de una joven y brillante arqueóloga subacuática nada menos que de Irán) y utilizar la mejor tecnología de punta. El equipo trabaja con tres magnetómetros, aparatos que permiten detectar a gran distancia cualquier objeto de hierro, desde cañones hasta clavos. “Es decir, son proyectos sumamente caros, y ahí es donde este apoyo nos cae como una bendición y nos ayuda a poder lograr todos nuestros objetivos”.

Se trabaja con personal altamente especializado y tecnología de punta, como los magnetómetros, que permiten detectar cualquier objeto de hierro a gran distancia, desde cañones hasta clavos.

A Junco se le nota feliz con el éxito de las dos expediciones, cada una con sorpresas particulares. “En la primera temporada encontramos un ancla, que fue muy interesante porque todavía conservaba parte del cepo de madera, lo cual nos permitió datar la madera y hacer un acercamiento a la zona geográfica de donde provenía ese árbol”: roble rojo, originario de la península ibérica, en concreto de la cornisa cantábrica. “En la segunda temporada logramos identificar otras dos anclas más, también del siglo , y, aparte, que las tres están alineadas, apuntando en la misma dirección, dos separadas entre sí 100 metros y otra a 300 metros, con lo cual ya empieza a verse un patrón, quizá, de lo que sería una flota anclada en la Villa Rica”. Este lugar, a poco más de una hora al norte de la actual Veracruz, fue el segundo lugar donde se asentó el primer ayuntamiento que con el mismo nombre fundó Cortés en tierra firme el 22 de abril de 1519, Viernes Santo (el primero fueron los arenales frente al islote de San Juan de Ulúa). Allá estuvo el poblado hasta 1525, cuando se trasladó a la hoy Antigua Veracruz, de donde se mudaría definitivamente en 1599 al actual puerto.

Hasta este momento todo ha funcionado muy bien y nos quedan un montón de anomalías magnéticas por ir a verificar todavía. Creemos que habrá más anclas, pero ya estamos también deseando encontrar los cascos.

¿Pero se puede asegurar que los que se encuentren sean de veras los barcos del extremeño? Junco responde: “No podemos hacer esa aseveración, y en realidad, muy difícilmente vamos a poder saber a ciencia cierta si son los pecios que buscamos. Lo que es muy interesante es que las anclas pertenecen a la misma época (son anclas muy tempranas) y que se encuentran en esta alineación. Para los arqueólogos, estas relaciones espaciales entre los objetos dicen mucho: sí estamos ante un fondeadero, en un lugar donde definitivamente hubo navíos del siglo anclados. Acordémonos de que un ancla era un enser carísimo: nadie las dejaba por ahí, y menos a quince metros de profundidad, de donde era facilísimo sacarlas. ¿Qué hacen esas tres anclas ahí, más las que pueda haber, en el fondo de la Villa Rica? Las respuestas dependen también de los elementos asociados al casco y al lastre que aparezcan: si no hay nada alrededor, es que sí tomaron todo lo que había en esa embarcación y lo bajaron a tierra. Si aparecen demasiados objetos, muy probablemente no tenga que ver con Cortés”. Con todo, Junco es muy optimista de cara a las próximas expediciones. “Hasta este momento todo ha funcionado muy bien y nos quedan un montón de anomalías magnéticas por ir a verificar todavía. Creemos que habrá más anclas, pero ya estamos también deseando encontrar los cascos, que es a lo que vamos nosotros”.

Hace unos años tuvimos la oportunidad de trabajar con la Marina de México y emprender la localización de Tampico, un buque que participó en la Revolución mexicana y, bueno, lo encontramos, lo buceamos y estamos trabajando sobre él.

Reconoce que este proyecto le encanta, pero confiesa cuál es su gran amor: el Galeón de Manila, que también le ha dado grandes alegrías. “Pude hace unos años empezar un proyecto en el puerto de Acapulco y durante nuestra primera temporada de campo, la Compañía de Aguas, que estaba haciendo un tramo para meter un ducto justo al lado de la catedral, encontró, así como milagrosamente, justo el día antes de ir nosotros, algunos tiestos de porcelana china. Y llegamos al día siguiente y bueno, de ahí salieron algo así como siete mil tiestos de porcelana china del siglo , principios del , que conforman una de las colecciones más importantes de porcelana china arqueológica en el mundo”. Junco no disimula su pasión por el siglo (“ese periodo tan dinámico, tan interesante para la historia del mundo, en que verdaderamente la península ibérica se vuelca al mundo, los portugueses por sus rutas, los españoles por las suyas, y se conforma este globo como lo conocemos”), pero tampoco escatima emoción al hablar de todos los proyectos del área que dirige, alrededor de quince, “en lagunas, en volcanes, en ojos de agua, en medio del desierto, en el Golfo, en el Pacífico, por todo México”, y de toda fecha, desde la prehistoria hasta el presente, pasando por la época prehispánica, la colonia, el siglo y el siglo XIX y el XX.

 

Personal de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH revisando la carta de navegación de la bahía de Topolobampo, Sinaloa, a bordo de un buque oceanográfico de la Semar. Fotografía: Alberto Soto. Proyecto: En busca del cañonero Tampico de la Revolución mexicana.

Por ejemplo, menciona el otro proyecto donde está colaborando Arte & Cultura Grupo Salinas: la reconstrucción de cayucos en la Selva Lacandona. “Hacía como cuarenta años que no se construía uno y localizamos a gente que todavía los sabía construir. Grabamos todo el proceso y Azteca nos está apoyando en el documental que estamos haciendo de eso”. También detalla el trabajo que están haciendo en el proyecto La Mina, gracias al trabajo de la organización CINDAQ, en cenotes cercanos a Akumal, Quintana Roo. “Estamos investigando lo que parecen ser minas de ocre de nueve mil años de antigüedad. Estuvimos trabajando el esqueleto más antiguo de América que se conoce a la fecha, que es Naia, pero ahorita ya es Naia pintada de ocre”. Además, destaca el hallazgo del cañonero Tampico. “En algún momento me interesé mucho por la historia de este buque de la Revolución –la Revolución mexicana también ocurrió en el mar–, y en algún momento oí que había habido una batalla en la que se hundió el cañonero Tampico, así que me puse a investigar. Hace unos años tuvimos la oportunidad de trabajar con la Marina de México y emprender la localización de ese pecio histórico y, bueno, lo encontramos, lo buceamos y estamos trabajando sobre él”.

Al hablar de todos sus hallazgos, Junco demuestra cumplir los requisitos que dice ha de tener un arqueólogo subacuático: “Una gran pasión por la historia y una gran imaginación para reconstruir. Eso se gesta en la niñez”. Uno se puede imaginar perfectamente al niño Roberto, que después estudiaría en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, jugando en el jardín de su casa a buscar tesoros. Ese sueño infantil se le ha hecho realidad muchas veces, pero especialmente una: “En el arrecife Alacranes, en la península de Yucatán, estábamos trabajando sobre un pecio, me distraje un poco y me salí de la zona donde estábamos trabajando. De repente, encuentro un cañón que no correspondía en época con lo que estábamos trabajando, y al ladito un ancla que tampoco correspondía. Amarro estos puntos y vamos a hacer un registro más puntual, y mientras estamos tomando las medidas del ancla, yo no sé por qué se me ocurrió mover un poquito la arena, y que voy encontrando una especie de galletas negras. Acerco una al visor y que veo el escudo de Castilla. ¡Sí son monedas! Empiezo ahí a remover arena y salieron un montón de monedas y una cuentita. Entonces, le pedí a mi entonces jefa, la maestra Pilar Luna, que me diera la oportunidad de investigar ese punto, y haciendo trabajo en gabinete le dije: ‘Pilar, es que de aquí van a salir cosas maravillosas’, y dicho y hecho, al año siguiente me tocó ir y apareció todo un tesoro de esmeraldas, anillos, rosarios de oro… Todo un tesoro que se puede visitar hoy en día en el Museo de Arqueología Subacuática de Campeche”.

El mar se habrá cambiado en desierto. Arqueólogos entre las dunas de Guerrero Negro, Baja California Sur. Fotografía: Rodrigo del Río. Proyecto: Un galeón de Manila.
Porque la luna aprende consejo del mar. Arqueólogo subacuático con un detector de metales en la laguna de la Luna del Nevado de Toluca. Fotografía: Rodrigo del Río. Proyecto: Arqueología Subacuática en el Nevado de Toluca.
El misterio del cuenco marino. Arqueólogos prospectando anomalías magnéticas en el fondo marino de La Villa Rica de la Vera Cruz, Veracruz. Fotografía: Alberto Soto. Proyecto: Arqueología Subacuática en la Villa Rica, tras los barcos de Cortés.

Gracias a Pilar Luna se creó el Departamento de Arqueología Subacuática, promovido en 1995 a subdirección, y que dirigiría ella misma hasta 2017.

El recuerdo a Pilar Luna es obligado; falleció el pasado marzo. La maestra instó al a crear, en 1980, el Departamento de Arqueología Subacuática, que en 1995 fue promovido a subdirección y que ella misma dirigiría desde esa fecha hasta 2017, cuando la relevó Junco. Él mismo relata la trayectoria de Luna: “Se formó con George Bass, el gran pionero de la arqueología subacuática, y tuvo la visión de invitar a colaboradores para realizar los primeros trabajos y formar las primeras generaciones”. Otro de sus grandes hitos fue el empeño en establecer la Convención de la Unesco sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, adoptada en 2001. “Siempre se preocupó”, continúa su sucesor, “por estar protegiendo el patrimonio, por estar generando cuadros y por dar un lugar institucional a la arqueología subacuática, y por eso hoy tenemos la subdirección como una entidad dentro del con prestigio, con fuerza, en un lugar muy ganado”. Este lugar no es menor, sobre todo si se compara el estado de esta disciplina en otros lugares. “Hay otros países que tienen todo tipo de problemas con el patrimonio cultural subacuático, o que llegan a negociar con cazadores de tesoros”, dice Junco. Un ejemplo fueron los reiterados intentos de Odyssey Marine Exploration para convencer al Estado mexicano de permitirles buscar el pecio de Nuestra Señora del Juncal, que naufragó en aguas de la Nueva España en 1631 con más de trescientas personas a bordo y un tesoro legendario. México, en gran parte gracias a la obstinación de Luna, se mantuvo firme, y acaba de acordar con España una nueva temporada de trabajo para intentar localizar el afamado navío.

México ha firmado memorandos de entendimiento con España por obvias razones: reconocemos que tenemos una historia compartida y que los buques de bandera española con tesoros en aguas mexicanas son parte de un patrimonio conjunto que hay que estudiar de manera conjunta.

Respecto a las disputas que se suscitan sobre los tesoros bajo el mar, como la que protagonizó Colombia al contratar a la empresa suiza Maritime Archaeology Consultants para rescatar el galeón español San José, hundido frente a Cartagena de Indias en 1708, el subdirector de Arqueología Subacuática asevera que la legislación es muy clara. “México es signatario de la Convención 2001 y en ella queda patente que los buques de bandera son del país de bandera. México ha firmado memorandos de entendimiento con España por obvias razones: reconocemos que tenemos una historia compartida y que los buques de bandera española con tesoros en aguas mexicanas son parte de un patrimonio conjunto que hay que estudiar de manera conjunta. En ese sentido, no tenemos problemas. También, por ejemplo, tuve la oportunidad de bucear un submarino americano de la Primera Guerra Mundial en las costas de Baja California (el único submarino registrado en aguas mexicanas), y como buque de bandera, hemos trabajado estrechamente con los arqueólogos de la Marina de Estados Unidos. En realidad, el patrimonio cultural subacuático es de todo el mundo. Hay mucho margen para la cooperación, es realmente la mejor manera de trabajar. Si nos volvemos muy quisquillosos o nacionalistas, la ciencia es la que acaba perdiendo”.

Quizá por eso, ni él ni su equipo prestaron mucha atención a la polémica suscitada el año pasado por el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando por carta le reclamó al rey Felipe de Borbón que pidiera perdón por la Conquista de México. “Para nosotros la riqueza está en incluir. La conquista es parte de nuestra historia, un evento que cambió el mundo, y no lo juzgamos en términos simplistas”. La búsqueda de los navíos del hombre que lideró esa gesta continúa adelante: “Si todo marcha bien, con estos tiempos que estamos viviendo, iremos de nuevo en julio o agosto a la Villa Rica, para continuar verificando anomalías magnéticas y ver cómo se sigue armando este rompecabezas”.



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