Imagen principal: Tetradracma de plata, ciudad: Pérgamo, siglo III a. C., cara 2: Atenea con escudo, lanza y corona. Colección de monedas de Hugo Salinas Price.
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Historia

Historias de oro y plata

Felipe Jiménez nos entrega esta entrevista realizada al empresario, filántropo y coleccionista Hugo Salinas Price, cuyo conocimiento de las monedas antiguas permite al lector darse cuenta de cuánto nos dicen sobre las civilizaciones, su mentalidad, sus mitos, símbolos y relatos.


Por Felipe Jiménez

El Museo Interactivo de Economía (MIDE) exhibe hasta el próximo 31 de mayo la exposición Historias de oro y plata, monedas de la Antigüedad. Se trata de 69 piezas que datan desde el siglo VII a. C. hasta el siglo II de nuestra era, acuñadas en metales preciosos, pertenecientes a la colección personal de Hugo Salinas Price, Presidente Honorario de Grupo Elektra y fundador y titular de la Asociación Cívica Mexicana Pro Plata A. C. Paciente coleccionista, apasionado de la numismática y gran conocedor de la Antigüedad clásica y las culturas del Mediterráneo, a don Hugo le llevó 20 años formar esta colección, ahora al alcance de todos los que deseen contemplarla.

Componen la muestra, monedas de plata, oro, electro –aleación de los dos primeros metales– y bronce, acuñadas en ciudades del Mediterráneo, salvo tres notables excepciones: dos de ellas proceden de colonias griegas en lo que ahora son Irán y Afganistán, y una más de Constantinopla.

La colección tiene la particularidad de que sus piezas van contando, de manera más o menos ininterrumpida, la historia del origen de la moneda, desde su aparición en Lidia, hace unos 2700 años, hasta el apogeo del Imperio romano en los primeros siglos de nuestra era, pasando por periodos de apropiación y adopción por parte de ciudades griegas y persas, y su proliferación durante y después del gobierno de Alejandro Magno.

La moneda es una expresión del carácter de una sociedad.

 

Con la misma generosidad con la que cedió sus monedas al MIDE para exhibirse, don Hugo accedió a recibir a Liber y a responder a las preguntas que se le formularon sobre el sentido y el alcance de su colección. 

—¿Qué representan para usted las monedas antiguas?

—Las monedas antiguas nos dicen muchas cosas. En primer lugar, la moneda es una expresión del carácter de una sociedad, un medio común para el intercambio de bienes y servicios. Tradicionalmente, las sociedades antiguas vivían una vida difícil, precaria, de guerras entre ellos; entonces se vivía con mucho miedo. Cada población tenía sus dioses, a los cuales se encomendaban para su protección. Y las poblaciones importantes tenían sus propias monedas. 

Inauguración de la exposición Historias de oro y plata, monedas de la Antigüedad, en el Museo Interactivo de Economía de la Ciudad de México.

Tenían también sus banqueros, porque el que iba a comerciar en otra parte quería tener la moneda del lugar a donde iba para comprar. Y también cuando llegaban los extranjeros a otra ciudad, pagaban con su moneda, y los banqueros tenían que auxiliar a hacer los cambios, porque cada quien tenía su propia moneda. Les llaman banqueros porque tenían bancas en los puertos, en las que hacían los cambios. Sin duda era un buen negocio, porque cada quien tomaba una moneda y pagaba por ella menos de lo que valía, y luego cuando le compraban la vendía más cara de lo que había pagado por ella. Esa diferencia en los cambios era para los banqueros.

Estatero de oro, ciudad: Pela, siglo IV a. C., cara 1: Filipo II.

Estatero de plata, ciudad: Sibaris, siglo IV a. C., cara 1: buey.

Tetradracma de plata, ciudad: Olinto, siglo V a. C., cara 2: kithara.

—¿Qué le dicen a usted en secreto estas monedas antiguas?

—No en secreto, me hablan de las civilizaciones que se desarrollaron en el Mediterráneo. Y desde luego, notable para mí es la mentalidad de los griegos. Por ejemplo, para otras civilizaciones sus dioses eran monstruos, como los fenicios, que establecieron Cartago y que tenían un dios, al que pusieron el nombre de Moloc, al cual se ofrecía el primogénito de las parejas, lo lanzaban al horno en sacrificio. ¿Qué mentalidad es esa? En cambio los dioses griegos son una familia de inmortales, pero que se portan como mortales, con todos los defectos que tenemos. Eso es algo verdaderamente extraordinario.

El padre de los dioses, Zeus, era un sinvergüenzón, y siempre lo estaba regañando su esposa, Hera. La mitología griega muestra la vida humana tal cual es. Y esa es la genialidad de los griegos. Así, los dioses se enamoran, se enojan, se vuelven a contentar, pero son inmortales, y se pueden trasladar a través del tiempo y el espacio.

 

Baco, Apolo y Pitágoras

Lo que las monedas de la Antigüedad nos dicen es la forma de ser que tenía la gente, algo que ha desaparecido, y nos hablan a través de símbolos. Por ejemplo, en las monedas las uvas simbolizan a Baco. En la colección hay una moneda muy bonita donde está Baco montado sobre un burro, simpatiquísima.

El laurel simboliza a Apolo, a la sabiduría. Una de las monedas más antiguas de la colección es una que muestra a Apolo. Las facciones del dios y la forma de la pieza son del estilo arcaico griego, no de la época clásica. La moneda data del año 550 a. C., y se acuñó en Caulonia, población casi en la punta de la bota que simula el mapa de Italia. Muestra a Apolo y a su propia figura corriendo sobre su brazo. ¿Qué quiere decir? Yo interpreto que significa que el espíritu de Apolo sale hacia Caulonia para su protección. Es el dios en acción para proteger a esa población.

Tenemos otra moneda muy antigua que muestra un tripié y que procede de Crotona, muy cerca de Caulonia, en el sur de Sicilia, donde vivió Pitágoras. Ahí formó un círculo de seguidores de sus doctrinas, al cual le reveló muchos secretos, que estaban juramentados a no desvelar. Los vecinos comenzaron a recelar. ¿Qué tanto ocultaban? Se les echaron encima, aunque Pitágoras logró salir ileso.

 

Atenea y Pirro

Otra pieza de la colección tiene la efigie de Atenea, la diosa protectora de Atenas. Aparece coronada, de laurel u olivo, con una pequeña luna que recuerda la batalla de Maratón sobre el ejército persa, junto a una lechuza. Atenea era una diosa virgen, en griego “parthenos”, y a ella le dedicó Pericles el Partenón, es decir el “lugar de la virgen”. Por eso puede decirse que el santuario de la Virgen de Guadalupe es nuestro partenón.

En la plática que di en la inauguración de la exposición me referí a varias monedas, pero una que no mencioné fue la moneda de Pirro. Él fue un rey de Épiro que, viendo los éxitos de Alejandro Magno, pensó que también podía ser un conquistador. Organizó un ejército para combatir a Roma, que entonces era una república, pero que ya mostraba su carácter y su base moral, origen del derecho romano, que consistía simplemente en dar a quien lo suyo. Pirro enfrentó a los romanos, pero no pudo vencerlos. Sus victorias le salieron tan caras que de ahí viene el término ‘victoria pírrica’, es decir una victoria que cuesta tanto que mejor no se hubiera ganado.

El médico de Pirro quiso traicionar al rey. Se pasó a las líneas de los romanos para hablar con el cónsul que dirigía las operaciones y le dijo que por un precio se ofrecía a envenenar a Pirro, para así poder vencer fácilmente a su ejército. El cónsul se indignó y le contestó que los romanos no hacían la guerra así, que no se rebajaban a esas indignidades. Lo arrestó y lo envió ante el rey Pirro revelándole su traición.

Para mí es un placer estudiar estas monedas antiguas, imaginarse cómo era la gente que las usó, y conocer más de la historia y de la cultura de estas civilizaciones. Hay relatos y cuentos de la antigüedad que casi no se conocen, y que merece mucho la pena saber. Por ejemplo, los amantes de Éfeso, obra de Jenofonte de Éfeso[1], la historia de dos jóvenes que se casan, se separan y se reúnen en la tumba, después de que la joven intentara evitar unas segundas nupcias por la ingesta de veneno. Por fortuna, la droga sólo la adormece, así que su muerte no es real después de todo.

 

Las 30 monedas de Judas

—Las 30 monedas de Judas de las que habla el Evangelio, ¿qué debieron ser?

—Seguramente denarios, porque era la moneda de curso legal entonces en el Imperio romano.

—Si los dioses griegos y romanos aparecían frecuentemente en sus monedas, ¿cree posible que alguna haya mostrado el rostro de Jesucristo?

—No lo creo. Religiosamente no sería aceptable. Los cristianos no hubieran querido ver la imagen de Jesucristo en una moneda, lo habrían considerado sacrilegio.

Hugo Salinas Price.

Pasión por las carreras de cuadrigas

—¿Hay alguna pieza que le falte a su colección y que le interese tener?

—Hoy en día es posible a través de Internet comprar y vender monedas antiguas. No hace mucho vi una moneda acuñada en un sitio llamado hoy día Agrigento, que está en el sur de Sicilia, en la costa. Originalmente la ciudad se llamaba Acragas. La moneda muestra una cuadriga corriendo, pero no de forma lateral, sino de frente, como si quisiera salirse de la moneda. Las carreras de cuadrigas eran la pasión de la Antigüedad, como para nosotros hoy en día es el futbol. Había dos partidos principales: los verdes y los azules, y se mataban para ganar la carrera, como hoy los futbolistas para conseguir un triunfo. El emperador Tito, que gobernó hacia el año 80 de nuestra era, levantó el Coliseo de Roma con un costo enorme para tener contenta a la población. En la zona antigua de Roma todavía se levanta un arco dedicado a Tito.

”La moneda a la que me refiero era una maravillosa obra de diseño, pero costaba dos y medio millones de dólares. En Internet hay sitios que se dedican permanentemente a subastar monedas antiguas. Claro, hoy en día el público interesado es mucho más amplio. En China, incluso, hay muchas personas interesadas en la numismática. Por cierto, el presidente chino, Xi Jinping, le ha recomendado a su pueblo comprar oro, como inversión. En cambio el gobierno alemán está prohibiendo a los ciudadanos comprar más de determinada cantidad de oro. Ha bajado el límite de lo que se puede vender oficialmente a los particulares. Son dirigistas. ¿Por qué actitudes tan distintas?

 

Asociación entre metales preciosos y dinero

El guion académico de la exposición señala que la asociación entre los metales preciosos y el dinero es muy estrecha. Y es que metales como el cobre, el bronce, la plata y el oro se han utilizado desde la Antigüedad para realizar pagos. “Las monedas más antiguas conocidas son anteriores al año 600 antes de nuestra era y fueron descubiertas por los arqueólogos en el templo de Artemisa en Éfeso, Lidia en 1905; una antigua región de Asia Menor en lo que ahora es Turquía. Se trata de monedas lidias de forma ovalada acuñadas a partir de una aleación natural de oro y plata llamada electrum o electro en las que aparece la cabeza de un león”.

‘Después de los lidios, la acuñación de moneda de plata tuvo un gran auge en las ciudades griegas y sus colonias de Sicilia y de Italia. Según el historiador Niall Ferguson, estas monedas fueron las precursoras del tetradracma ateniense, una moneda de plata con la cabeza de la diosa Atenea en una cara y en la otra una lechuza, asociada a ella por su supuesta sabiduría. Estos ejemplares del periodo clásico (siglos V a IV a.n.e.) se convirtieron en una de las monedas más utilizadas en los intercambios comerciales de la época y las piezas llegaron a ser una importante forma de pago. La moneda de oro en Grecia no era común y su valor era alto, por lo que su acuñación fue muy escasa.

En tiempos de Alejandro Magno (siglo IV a.n.e.) –prosigue el guion académico de la exposición– se estableció la costumbre de poner la efigie del soberano reinante en un lado de las monedas, como garantía del peso y autenticidad del metal; sin embargo, esta medida no evitó su falsificación. Se dice que Polícrates, gobernante de Samos en el siglo VI a.n.e., pagó a los espartanos para detener su invasión de la ciudad con monedas de oro falsas.”

Finalmente, “en la época del Imperio romano (entre el siglo I a.n.e. y V d.n.e.) se acuñaron monedas como el áureo (hecho de oro), el denario y el sestercio, muchas de ellas con el perfil del soberano en una cara y las legendarias figuras de Rómulo y Remo en la otra”.

 

La moneda que acuñó la Nueva España sirvió de modelo para el dólar americano

Con la seguridad que da tener pleno conocimiento de lo que se habla, Hugo Salinas Price explica que el sistema monetario que hubo en México sirvió de modelo para el actual sistema de Estados Unidos

 “Las monedas de uso corriente en la Nueva España son el origen del sistema monetario que ahora tenemos en México. Fue un sistema que se fue heredando. El billete actual de 500 pesos tiene un valor que se deriva de cuando el dinero era de plata, porque principalmente México funcionó con dinero de plata. Había oro también, desde luego, pero el dinero en manos de la gente de la calle era la plata. Los billetes vinieron a suplir esa plata. ”

 

La pieza de ocho reales

¿Cómo fue que perdimos el uso de la plata en México? Ése es un tema interesante. La pieza de ocho reales se usó como modelo para el dólar americano. Era la moneda mundial, era el dólar de los siglos XVI y XVII. Acuñada aquí. Claro que a los americanos no les gusta reconocer que el origen de su moneda está en México. Los ingleses se referían a esa moneda como “plate”. Y los americanos, al fundar su país como una república, tomaron como modelo la pieza de ocho reales acuñada en México a partir de 1535. 

Básicamente, cuando vino la Independencia de México, lo que cambió fue el aspecto de la moneda, su diseño, porque ya no tiene los símbolos reales de España, pero no cambió su peso ni su composición, siguió siendo la misma cantidad de plata”. 

Bajo esa moneda nació mi padre, en 1907. Cuando se le pagó a la partera que lo trajo al mundo, se le pagó con una moneda similar a la que se usaba en el siglo XVI. Desde luego ya no se llamaba pieza de ocho reales, se llamaba peso. Porque pesaba lo mismo que la moneda anterior.

La pasión por la plata como medida llevó a don Hugo Salinas Price a la numismática.

 

El peso 0720 de Carranza

Después vino la Revolución y aparecieron los llamados ‘bilimbiques’, dinero que emitía cada general, y que, o se aceptaba, o lo fusilaban a uno. Así fue hasta que Venustiano Carranza, en 1920, nos da el peso 0720, que quiere decir que el 72% de su peso era plata. Y ese 72% de su peso sumaba 12 gramos. Así pues, el peso tenía 12 gramos de plata. Y lo curioso de eso es que el peso valía 100 centavos, pero la plata que tenía solamente valía 51 centavos. Luego vino la depresión de los años 30 y la plata cayó 31 centavos. Nadie se dio cuenta. Es decir, que el valor establecido siguió inmutable: un peso es un peso. 

¿Por qué desapareció? Porque entre 1920 y 1945, cuando empezó a dejar de circular, se había introducido fuertemente el papel moneda. Entonces, habiendo papel moneda, porque también había billetes de 5 pesos, de 10, de 20, de 50, de 100… y hasta de 500 y 1000, que no recuerdo haberlos visto, porque no se veían cuando yo era niño. Y cómo se imprimieron demasiados de esos billetes, empezaron a subir los precios. Y al subir también el precio de la plata en Estados Unidos, hasta valer más de 100 centavos, los 12 gramos llegaron a valer más de 100 centavos. En ese momento ya no se pudo seguir usando el peso. Cuando valió la plata en el peso 105 centavos, o 110, o 120 centavos, los bancos se fueron quedando con los pesos de plata y los mandaron a la fundición, quedándose con la diferencia. Recibieron las monedas del público por un peso, pero se las vendieron a la fundición en 110 centavos. Entonces entró el nuevo peso de papel, y yo me acuerdo de niño qué feliz estaba de poder tener dinero de papel, que se podía doblar y guardar en la bolsa. Así desapareció la plata en México.

Tetradracma de plata, ciudad: Pela, siglo III a.C., cara 1: Antígono III.
Estatero de oro, ciudad: Bizancio, siglo III a.C., cara 1: Alejandro Magno.

 

 

Ahorrar en onzas de plata

Ahora la idea es subsanar ese problema con una moneda que ya no tenga grabado su valor. Serían monedas como las que creó el presidente José López Portillo. Era un humanista y mandó acuñar esas monedas para que los mexicanos tuvieran moneda de plata. Y quiso además que se usara como dinero. El Banco de México accedió a sus deseos. Cada día publicaba su valor monetario, pero a veces ese valor subía y otras veces bajaba, y como se hicieron contratos que especificaban que se realizarían pagos en pesos de plata, hubo pleitos respecto a qué valor es el que debería regir en los contratos. Entonces, de súbito, el Banco de México simplemente dejó de dar una cotización. Y esa ha sido la situación hasta ahora.

Creo que el remedio es muy sencillo: para que la moneda de plata se use como quiso usarla López Portillo hay que sobrevaluar. Así como el peso de Venustiano Carranza valía 100 centavos con solamente 51 centavos de plata, hay que darle un valor a estas monedas superior a su valor en lingote. Y ese valor no alterarlo a la baja, sino simplemente ajustarlo para arriba cuando suba el precio de la plata, para que no desaparezcan las monedas, como lo hicieron las de Venustiano Carranza.

Ojo, lo que propongo no elimina el papel, que seguiría en paralelo. Pero como la moneda de plata es de mejor calidad, no va a circular. Pongo un ejemplo: alguien aquí puede tener dólares, pero si va a salir a comer a la calle no va a pagar con dólares, sino con los pesos que tenga. Y la plata es superior al dólar. Cuando los mexicanos tengan plata, no van a necesitar ahorrar en dólares, van a ahorrar en plata. La plata no va a circular, se va a ir preferentemente al ahorro. Cuando alguien haya acumulado suficiente ahorro en plata, va a poder pensar en montar un negocio. Comprará entonces los bienes de capital para poner ese negocio y usará su plata en eso, y la plata entonces pasará de un ahorrador a otro.

Es lo que creo y lo que he venido diciendo desde hace más de 20 años. Tan es así que Banco Azteca ha quedado como el único banco en México que permanentemente compra y vende onzas de plata al público en todas sus sucursales. Creo que está a nuestro alcance tener de nuevo la seguridad, la tranquilidad, de disponer de dinero que no se devalúe. Conservo la esperanza de que algún día suceda. Sería maravilloso para este país.

Don Hugo Salinas Price, partidario de la plata como base de las reservas nacionales

 

[1] Se trata de la obra Efesiacas o Historia de Antías y Habracomes, de acuerdo a los especialistas, la inspiración de Romeo y Julieta de Wiliam Shakeaspare. (N. de la R.)



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