"Epopeya del pueblo mexicano, mural de Diego Rivera en las paredes de Palacio Nacional, Ciudad de México."
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Historia

La conquista de México por Carlos V, una obra anónima virreinal descubierta

He aquí la serendipia del raro manuscrito La conquista de México por Carlos Quinto, editado por Alberto Pérez Amador, especialista en cultura virreinal y literatura novohispana. El investigador nos habla de la importancia de tan valioso hallazgo para la historia del teatro mexicano. Esta obra de autor anónimo es la única obra dramática del siglo xviii encontrada hasta ahora acerca del tema de la Conquista y la tragedia de Moctezuma, todo lo demás está perdido; es aquí donde reluce el valor del descubrimiento de este misterioso manuscrito. Indague, curioso lector.


Por Alberto Pérez-Amador Adam

Agradeciendo al padre José Herrera Alcalá por su confianza para editar esta obra.

Hace varios años el padre José Herrera Alcalá me entregó para estudiar y editar un manuscrito de su notable colección. Se trata de un manuscrito novohispano transcrito en la segunda mitad del siglo xviii, que contiene una pieza de teatro, anónima y completa en sus tres actos, con el significativo título La conquista de México por Carlos Quinto. La pieza transcrita en tal manuscrito debió haber sido compuesta también en la segunda mitad del siglo señalado por las características específicas de la constitución dramática del personaje de Moctezuma II. Tales características las estudio en la introducción a la edición de la obra entregada al Fondo de Cultura Económica en el verano de 2012 y que, tal parece que, después de muchas vicisitudes, saldrá a la luz, después de más de 7 años de espera, al inicio de 2019. Por ello conviene hacer una presentación de esta obra anónima que es singular e importante para la cultura mexicana por varias razones.

Es conocido que, a pesar de la fecunda materia dramática ofrecida por la empresa americana, tan sólo un puñado de obras de teatro del siglo xvi y xvii español tratan temas relacionados con la conquista de América. Algunas de las obras del teatro áureo relacionadas con la empresa americana localizadas son: El Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón, El Arauco domado, La Araucana, El Brasil restituido y La conquista de Cortés y el marqués del Valle (perdida) de Lope de Vega; La aurora en Copacabana de Calderón de la Barca; la trilogía de los Pizarro (constituida por las comedias Todo es dar en una cosa, Amazonas en las Indias y La lealtad contra la envidia) de Tirso de Molina; Los españoles en Chile de Francisco de González Bustos; La palabra a los reyes y gloria de los Pizarros de Luis Vélez de Guevara; La conquista de México de Fernando de Zárate (pseudónimo de Antonio Enríquez Gómez); Algunas hazañas de las muchas de Don García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, compuesta por nueve ingenios (Juan Ruíz de Alarcón, Antonio Mira de Améscua, Luis Vélez de Guevara, Guillén de Castro, Luis Belmonte y Bermúdez, entre otros); El nuevo rey Gallinato y ventura por desgracia de Andrés de Claramonte; La belígera española de Ricardo de Turia (pseudónimo de Pedro Juan Rejaule); y El gobernador prudente de Gaspar de Ávila. Al respecto del teatro novohispano deberán tenerse en cuenta las hasta ahora poco consideradas e interesantísimas loas para los autos sacramentales El cetro de José y El divino Narciso de Sor Juana Inés de la Cruz. El listado omite las muchas obras con referencias marginales a América, considerando sólo las que tratan algún pasaje del descubrimiento y conquista del continente. En esta lista llama la atención que el personaje central de la conquista de los aztecas, Moctezuma II, no sea el personaje central de alguna de las obras mencionadas. No será hasta el siglo xviii cuando Moctezuma II haga su aparición como y, cabe señalarlo, esto sucedió primero en la ópera y, décadas después, en los escenarios del teatro declamado.[1] No será hasta obras como Hernán Cortés en Cholula de Fermín del Rey (1782) y Motezuma de Bernardo María de Calzada (1784), entre otras, escritas en el siglo siguiente a las antes enlistadas, que encontremos obras del teatro declamado peninsular donde se trate directamente el problema de la conquista de los aztecas o la presencia de Moctezuma II como personaje central.

No será hasta obras como Hernán Cortés en Cholula de Fermín del Rey (1782) y Moctezuma de Bernardo María de Calzada (1784), entre otras, que encontremos obras del teatro declamado peninsular donde se trate directamente el problema de la conquista de los aztecas o la presencia de Moctezuma II como personaje central.

Se debe recordar al respecto de la actividad teatral de México, que se realizaron desde tempranas fechas después de la conquista de los aztecas dos fiestas importantes que dieron origen a una continua actividad teatral. La primera fue la festividad del Corpus Christi, trasladada a México poco tiempo después del sitio de Tenochtitlán y de la cual no hablaré aquí con mayor detalle. La segunda fue la festividad de San Hipólito, que conmemoraba anualmente la toma de la ciudad imperial.[2] Ambas fiestas promovieron un continuo desarrollo teatral al representarse anualmente hasta finales del siglo xviii comedias para enaltecer las celebraciones. Si bien las representaciones teatrales durante la procesión de Corpus Christi fueron objeto de regulares críticas, las escenificaciones durante las festividades para honrar a San Hipólito se realizaron desde el siglo xvi hasta finales del siglo xviii con patrocinio de las autoridades. Es decir, durante todo el periodo virreinal se fomentaron estas obras de teatro. Por diferentes fuentes sabemos que no fue inusual que en tales representaciones se escenificaran momentos de la Conquista. Ya desde los años ochenta del siglo xvi hay menciones de tales escenificaciones. Según Ramos Smith (2011: p. 44), inicialmente, tales obras en relación con las festividades de San Hipólito estuvieron encargadas a los estudiantes en los colegios jesuitas y se realizaban exclusivamente para invitados especiales, pero ya pocos años después se hacían tales representaciones por profesionales en público. Ramos Smith sospecha que las representaciones preparadas por los estudiantes de los seminarios jesuitas para la festividad del 13 de agosto trataban la vida de San Hipólito, pero que al pasar la costumbre de montar en tal fecha una obra de teatro no por estudiantes, sino por profesionales, el tema haya variado hacia la dramatización de la Conquista de México (2011: p. 45). En las Actas del 31 de julio de 1595 del Cabildo de la Ciudad de México se señala que Gonzalo de Riancho declaró: “agora tengo compuesta y estudiándose comedia grande de mayor autoridad que la que se hizo el día de Corpus Christi, que trata de la conquista desta Nueva España y gran ciudad de México” (citado por Ramos Smith 2011: p. 45).[3]

Retrato de Moctezuma II (1466-1520), atribuido a Antonio Rodríguez (1636-1691).

Gonzalo de Riancho fue un autor teatral de finales del siglo xvi cuya obra, al igual que la de Arias de Villalobos, Juan Pérez Ramírez y parcialmente Fernán González de Eslava, se ha perdido o no ha sido localizada. Gonzalo de Riancho tuvo tal reputación que para las festividades por la promoción del arzobispo fray García Guerra al trono virreinal se le encargó la comedia planeada en catedral (Ramos Smith, 2011: p. 68). La obra referida en las Actas de Cabildo en cuestión se debía representar el día de San Hipólito de 1595. Las mismas actas señalan que el 5 y el 8 de agosto de tal año se construyeron los tablados para tal representación, por lo que se puede suponer que esa obra se escenificó. Por diferentes documentos, Ramos Smith establece que para 1596 se había establecido la costumbre de escenificar la Conquista de México en las festividades de San Hipólito, lo cual se siguió haciendo hasta finales del siglo xviii. Tenemos documentos de 1586 y los años subsiguientes relacionados con representaciones hechas por Alonso de Buenrostro, en los cuales se estipula que los textos de las comedias para las festividades mayores debían presentarse al Santo Oficio de la Inquisición o al provisor del arzobispado y al cabildo con la finalidad de verificar que se tratara de comedia nueva y no del repertorio ya visto (Maya Smith, 2011: p. 159). Esto nos indica que en cada una de las festividades, la de Corpus Christi y la de San Hipólito, se representó en ambas ocasiones, durante más de doscientos años comedia nueva. A partir de ello se puede presumir, con base en estos documentos y la suposición de que se acató lo ordenado, que fueron escritas docenas de comedias, que trataban el tema de la Conquista de México y la tragedia de Moctezuma II. Por ello se puede afirmar que es el tema más recurrente de toda la historia del teatro mexicano. Lamentablemente, este enorme corpus de obras teatrales no ha llegado a nosotros o no se ha localizado. En este contexto se podrá evaluar la extraordinaria importancia del descubrimiento del manuscrito La conquista de México por Carlos Quinto: dentro de una tradición de casi doscientos años en la que se escribieron en México más de doscientas dramatizaciones relacionadas con la Conquista, la obra en cuestión es la única de la literatura mexicana virreinal encontrada hasta ahora que trata los sucesos históricos fundacionales de México. Además, escrita en el siglo xviii, es una de las pocas obras de teatro novohispano de ese siglo, en comparación con la producción que se escribió, que se conserva completa.

En 1548, Tiziano retrató al emperador Carlos V vestido con armadura de gala, un óleo hoy desaparecido del que sólo se conserva esta copia realizada por Rubens en 1603. Museo Histórico Alemán, Berlín.

Fueron escritas docenas de comedias, que trataban el tema de la Conquista de México y la tragedia de Moctezuma II. Se puede afirmar que es el tema más recurrente de toda la historia del teatro mexicano.

La obra de autor anónimo La Conquista de México por Carlos Quinto presenta, en líneas generales, en forma muy condensada y con las correspondientes libertades teatrales los sucesos desde la llegada de Cortés, el encuentro con Moctezuma, el aprisionamiento y muerte del emperador hasta la victoria final que consuma la Conquista del imperio azteca. Y, aún más: en el primer gran monólogo de Alvarado (I, vv. 317-416) se relatan, de modo condensado, las peripecias de Cortés desde su llegada al continente hasta su llegada a Tenochtitlán. El final presenta una reconciliación de los bandos opuestos al unirse en matrimonio uno de los conquistadores con una de las princesas indígenas.

Prisión de Guatimocín, último emperador de los mejicanos, por las tropas de Hernán Cortés, y su presentación a éste en la plaza de Méjico, óleo de Carlos María Esquivel y Rivas, Museo del Prado.

Hay dos candidatos a quienes es muy tentador adjudicarle la obra: Eusebio Vela y Diego Sevilla.

Conquista de México por Hernán Cortés. “Hernán Cortés (1485-1547) ordena la destrucción de los buques y se reúne con los embajadores de Moctezuma (1466-1520) en 1520”. Óleo sobre madera de Juan y Miguel González, 1698. Museo del Prado, colección América, Madrid, España. Fuente: Museo del Prado. (Sitio en línea: https://www.museodelprado.es)
Moctezuma en Chapultepec, 1895. Óleo de Daniel del Valle, fotografía de Toño Labra, Museo Nacional de Arte, Ciudad de México.

El manuscrito no ofrece ningún indicio para poder descubrir la identidad del autor. Sería muy tentador poder adjudicar la obra a alguien. Y, en realidad, existirían dos candidatos, Eusebio Vela y Diego Sevilla, ambos autores de obras con título La Conquista de México, que se han perdido o no han sido localizadas. Por las características de la obra, en especial de la constitución dramática del personaje de Moctezuma II en relación con el desarrollo de la ópera, he establecido que la obra localizada no pudo haber sido escrita en la primera mitad del siglo xviii y, aún menos, antes de 1737, año en que murió Vela. El caso de Diego Sevilla es diferente. Sabemos que estrenó su obra La Conquista de México en 1788 y que tuvo tanto éxito que se repuso varias veces, como sucedió en el verano de 1792 (Leonard, 1951: p. 406). Sería muy atrevido adjudicar la presente obra a Diego Sevilla, dado que carecemos de cualquier indicio para sustentar tal afirmación.

Hernán Cortes y Doña Marina. Historia de las Indias de Nueva España, 1537-1538. Biblioteca Nacional, Madrid.
Encuentro de Hernán Cortés con Moctezuma II, a través de los ojos aztecas. Nótese al caballerango de color negro, Juan Garrido. Códice Durán, siglo XVI.

El descubrimiento de la obra anónima La Conquista de México por Carlos Quinto resulta un golpe de suerte inusual para la cultura mexicana.

El manuscrito, como he indicado inicialmente, se encuentra en la valiosa colección del padre José Gerardo Herrera Alcalá. Se trata de un cuadernillo, que, por razones de conservación, ha sido encuadernado modernamente. El cuadernillo consta de 67 páginas escritas por ambos lados y se conserva en excelente estado. Sus hojas casi no están manchadas y la letra no ha empalidecido más allá de lo esperado. El manuscrito tiene una portada en la que se consigna el título de modo abreviado. Además, tiene una anotación con los nombres “Torreblanca Hernándes”, cada uno en una línea diferente. No se ha localizado referencia a estos nombres que pudieran apuntar a la identidad del autor. Probablemente se trata de los nombres de dueños del manuscrito. En la segunda página se completa el título y se inicia la obra, sin darse indicación del autor. El manuscrito no tiene fecha de redacción. El padre Herrera Alcalá me ha indicado que el manuscrito tenía una hoja en blanco a manera de portadilla, en la cual se hallaba la frase “soy de San Jerónimo”, indicando con ello que el documento proviene de la Biblioteca del Convento de San Jerónimo. Tal portadilla, por su ruinoso estado de conservación, no se pudo salvar. De tal modo, con esta nota queda para la posteridad este dato. Así sabemos que el manuscrito perteneció a dicho convento, pero no sabemos si tal obra fue escrita para ser representada para las mencionadas festividades de San Hipólito o acaso para alguna representación dentro del convento o, si por situaciones fortuitas del azar, la obra llegara a la biblioteca conventual sin tener mayor relación con tal lugar. Personalmente, me parece muy probable que la obra sí se representara para las mencionadas festividades de San Hipólito por el hecho de que existía una tradición de representar en esa fecha obras con tal temática. Me parece improbable que un autor presentara una obra con tal temática sin presentarla para las festividades de San Hipólito, considerando que cada año se pagaba por una obra de tal temática. Una anotación al margen del verso 660 de la Tercera Jornada apunta a que la obra, con gran probabilidad, sí fue representada. En esa parte del manuscrito existe una nota marginal que dicta :“María Joaquina Castillo lo usó”. Probablemente se trata de una anotación de alguna actriz que representó el papel de Marina, cuyo largo parlamento termina en esa parte. Esto podría ser la prueba de que la obra fue llevada al escenario. Además, a lo largo del manuscrito hay una serie de abreviaciones irresolubles, señales y marcas, como texto en corchetes, y aún texto en corchetes con la anotación marginal “no”, que apuntan a que se trata de la copia utilizada para ser representada la obra. Además de tales pistas, no hay datos de que se representara una obra con tal título.

El descubrimiento de la obra anónima La Conquista de México por Carlos Quinto resulta un golpe de suerte inusual para la cultura mexicana. No se debe olvidar que durante poco más de doscientos años el tema de la Conquista de México se representó en las festividades de San Hipólito, pero que de toda esa inmensa producción teatral no parece haber sobrevivido más que por lo menos esta obra localizada. La obra se deberá leer no sólo como la obra de teatro de la historia literaria mexicana más antigua hallada hasta ahora sobre la tragedia de Moctezuma II, sino también como un crisol de los discursos culturales de un naciente sentimiento patriótico del siglo xviii, que intenta realizar un mito fundacional de la nación mexicana surgida a partir de 1521.

Ciudad de México, 7 de noviembre de 2018

 

[1] La forma en que la ópera se relaciona con la obra anónima novohispana de la colección Herrera Alcalá la explico en detalle en la edición próxima a publicarse en el Fondo de Cultura Económica.

[2] Explica Rubial García [2010: 65 ss.]:

El segundo símbolo urbano que el Ayuntamiento forjó estaba asociado directamente con la conquista y fue el pendón, cuyo paseo se organizó por primera vez como una celebración el 13 de agosto de 1528, día de San Hipólito. […] Una vez que el cabildo tomó bajo su cargo en 1528 la fiesta de san Hipólito, considerado desde entonces patrono de la ciudad, se pusieron las bases de la ceremonia: la participación de los caballeros con sus “bestias” en el paseo, la celebración de juegos de cañas y corridas de toros y el traslado solemne de un pendón (posiblemente el del rey) acompañado por trompetas y tambores desde las casas del ayuntamiento hasta la ermita de San Hipólito, donde se celebraba una misa de acción de gracias. […] A lo largo del siglo la ceremonia se fue haciendo más compleja y quedó asociada indisolublemente con la identidad de la Ciudad de México.

[3] Viveros (1990, p. VI) escribe que una comedia titulada La conquista de México representada en 1595 fue del comediante Navijo. La fecha y el título coincide con lo citado por Maya Smith. Viveros, lamentablemente, no da mayor información. Sospecho que se trata de la misma obra, debida en su autoría a Gonzalo de Riancho y representada por el comediante Navijo mencionado por Viveros.

 

Referencias bibliográficas

Leonard, Irving, “La temporada teatral de 1792 en el Nuevo Coliseo de México”, en Nueva Revista de Filología Hispánica, 5:4 (1951), pp. 394-410.

Ramos Smith, Maya, Actores y compañías en la Nueva España: siglos xvi y xvii, México, Conaculta, 2011.

Rubial García, Antonio, El paraíso de los elegidos. Una lectura de la historia cultural de la Nueva España (1521-1804), México, Fondo de Cultura Económica / Universidad Nacional Autónoma de México-Facultad de Filosofía y Letras, 2010.

Viveros, Germán, El teatro dieciochesco de Nueva España, edición, introducción, notas y apéndices de Germán Viveros, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1990.



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