Cuarteto de cuerda n.º 7 en fa mayor, op. 59 n.º 1
I. Allegro
II. Allegretto vivace e sempre scherzando
III. Adagio molto e mesto
IV. Thème russe: Allegro
El crítico musical Juan Arturo Brennan nos habla de la obra:
Escuchen en nuestra playlist en Spotify Beethoven 250, Cuartetos de cuerdas "Razumovsky": N.º 7 en fa mayor, op. 59 n.º 1, en la interpretación de Schneiderhan Quartett (Cuarteto Schneiderhan): Wolfgang Schneiderhan y Otto Strasser, violines; Ernst Moravec, viola; Richard Krotschak, violonchelo.
Una grabación del sello Orfeo
Cuarteto de cuerda n.º 8 en mi menor, op. 59 n.º 2
I. Allegro
II. Molto adagio
III. Allegretto
IV. Finale: Presto
El crítico musical Juan Arturo Brennan nos habla de la obra:
Escuchen en nuestra playlist Beethoven 250, Cuarteto de cuerda n.º 8 en mi menor, op. 59 n.º 2, en la interpretación de Kodály Quartet (Cuarteto Kodály): Attila Falvay y Tamás Szabó, violines; Gábor Fias, viola; János Devich, violonchelo.
Una grabación del sello Naxos
Cuarteto de cuerda n.º 9 en do mayor, op. 59 n.º 3
I. Introduzione: Andante con moto – Allegro vivace
II. Andante con moto quasi allegretto
III. Menuetto: Grazioso
IV. Allegro molto
El crítico musical Juan Arturo Brennan nos habla de la obra:
NOTAS AL PROGRAMA 2
Entre 1805 y 1806, Ludwig van Beethoven (1770-1827) compuso los tres cuartetos que forman el Op. 59 de su catálogo, conocidos como los Cuartetos Razumovsky por su dedicatoria al conde Andreas Cyrilovitch Razumovsky, el embajador de Rusia ante la corte de Viena. En su tiempo, estos tres cuartetos fueron considerados como experimentales, y se decía que Beethoven exigía demasiado con ellos, tanto a los intérpretes como a los oyentes. Con el paso del tiempo, el Op. 59 de Beethoven ha llegado a ser considerado como el grupo unitario de cuartetos más exitoso y duradero de todos los tiempos. En honor al conde Razumovsky, y al parecer siguiendo los deseos explícitos del noble personaje, que encargó las obras a Beethoven, el compositor se planteó la necesidad de incluir melodías tradicionales rusas en los tres cuartetos; esta coyuntura despertó el interés de Beethoven por los materiales folklóricos, un interés que al paso de los años habría de crecer y hacerse más sólido. En los dos primeros Cuartetos Razumovsky, el empleo de materiales folklóricos no le fue particularmente útil a Beethoven en lo que se refiere a su integración en el discurso formal. Por ello, el compositor cambió el procedimiento en el Cuarteto Op. 59 No. 3 y, en lugar de incorporar alguna melodía tradicional ya existente, creó materiales originales. El tema ruso del Cuarteto Op. 59 No. 1, está señalado explícitamente en el encabezado del último movimiento, y representa el primer material melódico a desarrollar. La referencia rusa del Cuarteto Op. 59 No. 2 se encuentra en la sección central del tercer movimiento; se trata de la famosa Slava (‘Gloria’) que posteriormente fue utilizada también por Modesto Mussorgski (1839-1881), Piotr Ilyich Tchaikovsky (1840-1893), Nikolai Rimski-Korsakov (1844-1908), Sergei Rajmaninov (1873-1943) e Igor Stravinski (1882-1971)
Aun en un grupo de obras tan unitario y coherente, es posible percibir cierta variedad en el plan estructural de los cuartetos. Las tres obras presentan el esquema formal de cuatro movimientos, que en el primer cuarteto es de orientación plenamente tradicional. En el Cuarteto Op. 59 No. 2, Beethoven altera el orden usual de los movimientos centrales, colocando el movimiento lento en el segundo lugar, y el movimiento equivalente al scherzo en el tercero. A su vez, el tercer cuarteto de la serie tiene un primer movimiento que se inicia con una introducción lenta. Sobre este procedimiento, inusual en el mundo de los cuartetos de cuerda clásicos, Roger Fiske señala que sólo hay un ejemplo de ello en los cuartetos de Franz Joseph Haydn (1732-1809) y otro más en los cuartetos de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791).
Joseph Kerman y Alan Tyson afirman que los movimientos lentos de los tres Cuartetos Razumovsky son tan profundos y expresivos que bien merecerían llevar títulos descriptivos a la manera romántica. Tal como lo señalan estos dos especialistas, el Adagio del Cuarteto Op. 59 No. 2 ha sido estudiado con especial atención, y algunos expertos afirman que su tema principal está basado en la famosa transposición a notas musicales del apellido Bach. En el movimiento lento del Cuarteto Op. 59 No. 3, Beethoven creó un andante de gran profundidad, en la severa tonalidad de la menor, y en un lenguaje que puede ser definido como una estilización del espíritu ruso filtrada por la sensibilidad del compositor. Parece que este cambio de actitud resultó benéfico para la obra, ya que el Cuarteto Op. 59 No. 3 fue mejor recibido por el público vienés que los dos primeros de la serie. Si bien no parece tratarse de una orientación descriptiva explícita ni mucho menos, algunos analistas han encontrado en el Cuarteto Op. 59 No. 3 una cierta expresión heroica. Se dice que el movimiento final de esta obra es de dimensiones y alcances expresivos similares a los de la Sinfonía No. 3, Heroica (1804), y que representó un avance sustancial en la concepción y realización del cuarteto de cuerdas en su tiempo. De hecho, fue precisamente para preservar el impacto de ese final monumental que Beethoven propuso para el Cuarteto Op. 59 No. 3 un minueto hasta cierto punto discreto y tradicional, en lugar de un scherzo brillante e impulsivo. Por otra parte, el emotivo segundo movimiento del cuarteto ha sido descrito alternativamente como un lamento, como un misterio primigenio y como un reflejo de una lejana desolación.
Sin embargo, más allá de su capacidad de evocación y de posibles asociaciones extra-musicales, los Cuartetos Razumovsky representan el inicio de la verdadera madurez de Beethoven en el ámbito de la creación de cuartetos de cuerda. Desde el punto de vista de quienes se han encargado de definir y acotar las fases creativas de Beethoven, estos deslumbrantes Cuartetos Razumovsky son los primeros de lo que se conoce como su período central, que en el ámbito específico de los cuartetos de cuerda se completa con los Cuartetos Opp. 74 y 95.
El conde Razumovsky, violinista amateur de cierto talento, solía tocar en ocasiones el segundo violín con los miembros del famoso Cuarteto Schuppanzigh (del que era patrocinador), ensamble para el que encargó a Beethoven los Cuartetos Op. 59. Los tres cuartetos fueron estrenados en febrero de 1807, precisamente por el Cuarteto Schuppanzigh.
Tres nuevos, muy largos y difíciles cuartetos de Beethoven están llamando la atención de todos los conocedores. Han sido profundamente concebidos y admirablemente realizados, pero no para ser comprendidos por todos.
Publicado en el Allgemeine musikalische Zeitung de Leipzig en 1807
Juan Arturo Brennan