Roll over Beethoven, I gotta hear it again today.
Chuck Berry
En 1966, el integrante de cierta banda de rock británica cuyo nombre iniciaba con B, hizo una declaración que daría la vuelta al mundo: “We’re more popular than Jesus now. I don’t know which will go first –rock & roll or Christianity”. Sin embargo, este personaje había “olvidado” que alguien más –con la misma inicial que su banda– consiguió tal hazaña mucho antes que ellos… incluso, sin grabar un solo disco.
“Veinte mil personas caminaban para despedir a Ludwig van Beethoven. Un cuadro impactante de ver, pero que nos resulta fácil imaginar en nuestra temporalidad frente al deceso de un artista pop”.
A finales de marzo de 1827, un numeroso cortejo fúnebre avanzaba por las calles de Viena. Músicos, escritores, poetas caminaban junto a otras veinte mil personas para despedir a Ludwig van Beethoven. Un cuadro impactante de ver, sin duda, pero que nos resulta fácil imaginar en nuestra temporalidad frente al deceso de un artista pop. Japón, enero de 2020, un coro de diez mil integrantes entona “Daiku” –es decir, la “Gran nueve”–, como se conoce a la Novena sinfonía de Beethoven, en el país que ha realizado este evento año tras año desde 1918. Ambas escenas nos permiten ver que el reconocimiento del compositor va más allá de la celebración de la vida o la pesadumbre de la muerte, y rebasa las diferencias de idioma, zonas geográficas, rangos sociales o postura política de sus escuchas e intérpretes. Beethoven era –y sigue siendo– popular, es decir, reconocido, aunque también popular en el otro sentido –aquel que el más purista beethoveniano quisiera evitar–: el compositor se ha hecho del pueblo. Su música ha trascendido en el tiempo, en diferentes versiones, incluso presa de raptos y préstamos (algunos mejor logrados que otros).
“Su carácter de obra auténtica e irrepetible se vio trastocado por el mercado, pero esta afrenta abrió la puerta de un mundo sonoro que había quedado reservado para unos cuantos”.
En la imaginación popular, la figura de Ludwig van Beethoven ha sido aderezada con relatos que nos hacen olvidar su música para concentrarnos en su sordera o su mal carácter; en el “genio” apartado del mundo, atrapado en un lugar elevado que sólo pertenece al artista. Su música se ha enfrentado al problema de la reproducción masiva; su carácter de obra auténtica e irrepetible, lo que el filósofo alemán Walter Benjamin llamó “aura”, se vio trastocado por el mercado. La creación de mitos y de hits musicales nos reduce en gran medida la posibilidad de acceder a todo su repertorio, nos quedamos con muy poco y casi siempre lo mismo.
Sin embargo, el lado B nos muestra que esta “afrenta” al “aura” de Benjamin abrió la puerta de un mundo sonoro que había quedado reservado para unos cuantos. De esta forma, la humanidad se ha apropiado de Beethoven de maneras poco convencionales: como jingles comerciales, como personaje de películas, en la banda sonora de las mismas… o como el tema musical de cierto programa cómico mexicano cuyo niño del barril nos hizo olvidar al elefante de Jean-Jacques Perrey que, en realidad, era de Atenas. Descubrimos entonces que ¡hemos usado a Beethoven a nuestra conveniencia! Y como dijera Tin Tan en Locos peligrosos (1957): “¡Perdónanos, Beethoven; perdónanos, Chopin!”.
Desde videojuegos como el Pum It Up, hasta símbolo identitario: como himno totalitarista o libertario… Beethoven nos ha estado vigilando, provocando sensualidad en los salones decimonónicos narrados por León Tolstói; en el cumpleaños de Adolf Hitler; en el derrumbe del muro de Berlín; bailando con Chuck Berry y los Beatles; en el arreglo del Himno a la alegríade Miguel Ríos; en la lucha de las mujeres contra el régimen de Augusto Pinochet… Aunque no estemos enterados, su música ha pasado por nuestros oídos, nos rodea y no estamos dispuestos a abandonarla. Beethoven sigue en nuestra imaginación, aparece en ambas caras del disco, expectante, como un espectro, como una transformación. Si George Harrison lo hubiera sabido y volviera a cantar aquella canción, “Roll over Beethoven, I will hear it again today”, sería la nueva versión.