Hubo un tiempo en que el cine mexicano dominaba las salas de exhibición de buena parte del mundo. Se enseñoreaba, desde luego, del mercado hispanohablante, pero, convenientemente dobladas, las películas mexicanas conquistaban también al público que iba a los cines en no pocos países del resto del globo.
Era la época del Cine de Oro mexicano, cuando campeaban a sus anchas los charros con sus indispensables sombreros, bigotes, espuelas y botellas de tequila, allá en el Rancho Grande.
Cuando, desde las butacas, el público se emocionaba con María Félix y Jorge Negrete, con Pedro Armendáriz y Dolores del Río, Pedro Infante y Blanca Estela Pavón, María Elena Marqués e Ignacio López Tarso, Arturo de Córdova y Rosita Arenas, con Andrea Palma y Domingo Soler, Silvia Pinal y Enrique Rambal, Columba Domínguez y Rafael Banquells, Lucha Reyes y Luis Aguilar.
Cuando los espectadores se conmovían con Fernando Soler y Marga López, con ‘Piporro’ y Lola Beltrán, Sara García y Joaquín Pardavé, Emilio Tuero e Isabela Corona, Lilia Prado y Antonio Badú, ‘Vitola’ y Fernando Soto ‘Mantequilla’, Ángel Garasa y Maruja Grifell, con Evita Muñoz ‘Chachita y Manuel Medel.
‘Cantinflas’ hacía estallar en carcajadas a un público que muchas veces no entendía el español, o hablándolo, no comprendía lo que decía. Pero no importaba. Sus gestos, sus expresiones eran tan elocuentes que Charles Chaplin decía que se trataba del mejor cómico del mundo.
Pero también existía el ‘cine negro’. Entonces la concurrencia de las salas se estremecía con Germán Robles caracterizado de vampiro, sobre todo cuando, después de varios planos, hablaba, y su voz grave y expresiva hacía que la escena se helara. O cuando Germán Valdés ‘Tin Tan’ entraba a cuadro y con ese carisma único se echaba al público en el bolsillo. Y es que, además de actuar, cantaba y bailaba como nadie.
Algunos estudiosos dicen que el estallido de la Segunda Guerra Mundial ayudó indirectamente a ese momento dorado del cine mexicano. Por un lado, los estudios cinematográficos de los países de ambos bandos estaban volcados en hacer propaganda. Por otra parte, las películas que conseguían exhibirse en ese momento tenían que enfrentar grandes limitaciones de censura. Pero el cine mexicano parecía salir indemne y era bien recibido en casi todas partes.
Detrás del éxito de las películas mexicanas estaba el glamour de sus actrices y la gallardía de sus actores, la creatividad que derrochaban los escritores de guiones, y el talento de directores como Emilio ‘Indio’ Fernández, Fernando Cortés, Chano Urueta, Ismael Rodríguez, Roberto Gavaldón, René Cardona, Julio Bracho y Gilberto Martínez Solares, entre otros, sin faltar Luis Buñuel ni la mirada mágica de la fotografía de Gabriel Figueroa.
La pátina del tiempo ennoblece los cuadros al óleo, las bandejas de plata y los relojes de bronce, pero arruina el celuloide, el material del que están hechas las películas. Es un componente que se impregna de los sueños y fantasías con facilidad, pero lamentablemente también es muy frágil e inflamable, y se daña con el simple correr del tiempo. Por eso, y sin menoscabo del cine que se hace hoy en día en nuestro país, que merece todo el apoyo posible, es necesario ayudar en la preservación del patrimonio fílmico de México.
Así lo entendemos en Arte & Cultura Grupo Salinas, que desde 2018 unió esfuerzos con la Cineteca Nacional para proteger y restaurar lo mejor de nuestro cine. Gracias a esta alianza se han rescatado cintas cinematográficas indispensables en el catálogo del cine mexicano que pertenecen al acervo fílmico de Grupo Salinas, tales como ‘El rey del barrio’, de Gilberto Martínez Solares, considerada la mejor comedia del cine nacional y protagonizada por Germán Valdés "Tin Tan", o ‘Río Escondido’, emblemática película de la época de oro del cine mexicano, dirigida por Emilio ‘Indio’ Fernández y protagonizada por María Félix.
El rescate de cintas antiguas es un trabajo muy delicado en el que los viejos rollos de película son sometidos a un proceso de digitalización de la imagen y el sonido, al tiempo que se realiza un tratamiento de corrección de color. El Laboratorio de Restauración Digital de la Cineteca Nacional cuenta con sofisticados softwares capaces de eliminar rayas, pegaduras y otros defectos que aparecen en los materiales fílmicos. El resultado es verdaderamente asombroso porque permite ver películas filmadas hace más de 70 años con la calidad del cine de hoy día.
¿Qué hay detrás de este afán de restauración y divulgación? El interés por una recuperación de la memoria, con la que nos identificamos a nosotros mismos. Se trata de la incorporación de la tecnología al registro de una identidad cultural. Con ello hacemos una reflexión porque, además poner estos materiales fílmicos al día, podemos valorarlos de nuevo. Todo ello no es sino una gran apuesta por una riqueza inconmensurable de la cultura mexicana, de la que debemos sentirnos profundamente orgullosos. A fin de cuentas, como decía Francois Truffaut: “el cine es mejor que la vida”.