“Moctezuma Xocoyotzin ve un cometa”. Códice Durán, siglo XVI, Biblioteca Nacional de España. Dominio público. Fuente: Biblioteca Digital Hispánica.
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Historia

Presagios de la Conquista de México; algunos apuntes

Incendios, cometas, llantos sobrenaturales, espejos, monstruosas personas bicéfalas. ¿Qué significan todos estos presagios para el Imperio mexica? ¿Cómo los decodificaron? ¿Por qué estarían íntimamente relacionados con una concepción cíclica del tiempo? ¿Cómo interpretaron el regreso de Quetzalcóatl? ¿Quién era el nigromante Blas Botello? ¿Cómo influyeron sus predicciones en los acontecimientos de La Noche Triste? El historiador Guilhem Olivier, autoridad en el tema, atiende todos estos misterios, señales y símbolos para entender lo inesperado en el encuentro de dos culturas: la mesoamericana y la hispánica.


Por Guilhem Olivier

En la amplia documentación sobre los últimos años del Imperio mexica, tanto en las fuentes redactadas en lengua náhuatl como en las que escritas en español, encontramos menciones de distintos presagios que anunciaron la llegada de los españoles y la conquista del imperio de Motecuhzoma II. Antes de describirlos, es importante recordar que la palabra “presagio” viene del latín praesagium que significa “señal que indica, previene y anuncia un suceso”, pero también “especie de adivinación o conocimiento de las cosas futuras por medio de señales”. Lo anterior nos habla de los nexos estrechos entre los presagios y la práctica de la adivinación, algo muy común entre los pueblos mesoamericanos, pero también en la Europa de la época con la práctica de la astrología. Cabe añadir que los antiguos nahuas tenían una palabra con un significado semejante, tetzahuitl, que el franciscano Alonso de Molina traduce en su Vocabulario en lengua castellana y mexicana como “cosa escandalosa o espantosa, o cosa de agüero”.

Estos acontecimientos extraordinarios –llamados tetzahuitl– se interpretaron como señales de la futura caída del Imperio mexica.

Veamos ahora algunos de los múltiples presagios descritos en la documentación del siglo xvi empezando con una lista de ocho presagios incluidos en la obra del franciscano Bernardino de Sahagún y de sus colaboradores nahuas, escrita en náhuatl y en español. Estos acontecimientos extraordinarios –llamados tetzahuitl– se interpretaron como señales de la futura caída del Imperio mexica. Así, en 1509 (año 12 casa) apareció a medianoche hacia el este una gran pirámide de fuego cuya punta “llegaba hasta el medio del cielo”; el fenómeno duró por espacio de un año, cada noche, y la gente “gritaba y se espantaba. Todos sospechaban que era señal de algún gran mal”. Después, un edificio del templo de Huitzilopochtli –el dios principal de los mexicas– se quemó sin razón alguna; los sacerdotes del templo llamaron a la población para apagar el incendio, sin embargo “venida el agua echábanla sobre el fuego y no se apagaba, sino antes más se encendía. Y así se hizo todo brasa”. También se quemó el templo de Xiuhtecuhtli, el dios del fuego, destruido por un rayo. “Espantáronse desto porque no llovía sino agua menuda, que no suele caer rayos cuando así llueve, ni hubo tronido". El cuarto presagio se manifestó en forma de un cometa: “Parecían tres estrellas juntas que corrían a la par muy encendidas y llevaban muy largas colas”, lo cual provocó que la gente gritara; “sonó grandísimo ruido en toda la comarca”. Poco después las aguas del lago se levantaron “sin hacer aire ninguno” y las olas llegaron hasta las casas, algunas de las cuales cayeron. La sexta señal fue que por las noches se escuchaba el llanto de una mujer que decía “¡Oh, hijos míos, ya nos perdemos! […] ¡Oh, hijos míos! ¿Dónde os llevaré?”. Otro día los pescadores capturaron en la laguna una grulla con un espejo en la cabeza y fueron a mostrarla a Motecuhzoma. El rey atónito observó en el espejo, primero “el cielo y las estrellas, y especialmente los Mastelejos que andan cerca de las Cabrillas”, y poco después “una muchedumbre de gente junta que venían todos armados encima de caballos” –el texto náhuatl llama mazatl, “venado”, a los caballos–. Cuando Motecuhzoma quiso enseñar el prodigio a sus “agureros y adivinos”, la grulla desapareció. Lo mismo sucedió con personas monstruosas con dos cabezas, las cuales apenas vistas por el rey, se esfumaban…

Varios especialistas han detectado la influencia de modelos occidentales en estos presagios. En efecto, los autores latinos o griegos reportan acontecimientos semejantes para anunciar la conquista de Roma por los galos, la muerte de Julio César y de otros emperadores o la toma de Jerusalén por los romanos: cometas, aparición de estrellas en pleno día, incendios inexplicables, guerreros peleando en el cielo, nacimientos de seres monstruosos, voces misteriosas que anuncian tragedias por venir, etcétera. Es más, varias de estas obras clásicas se encontraban en la biblioteca del Colegio de Tlatelolco –en donde se realizó el Códice Florentino–, a la cual acudían los colaboradores nahuas de Sahagún que sabían latín.

Ahora bien, la lista de presagios incluida en la obra de Sahagún –en náhuatl y en español– presenta unos rasgos típicamente mesoamericanos, que se conforman a modelos autóctonos de concebir la historia. Incluso, la mayoría de los presagios de la conquista española se pueden comparar con los que anunciaron la caída de la prestigiosa ciudad de Tollan, en donde reinaba el famoso Quetzalcóatl. Repasemos nuevamente la lista recopilada por fray Bernardino de Sahagún y sus colaboradores nahuas para descubrir sus posibles significados.

Páginas del Códice Florentino, copia de la Historia General de las cosas de la Nueva España de Bernardino de Sahagún, 1579, Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia, Italia. Fuente: Biblioteca Medicea Laurenciana.

Presagios y significados

La pirámide de fuego anuncia la llegada de una nueva era.

Los fenómenos que aparecen en el cielo –la pirámide de fuego o “espiga de fuego” en el texto náhuatl, comparada a una aurora– anuncian la llegada de una nueva era. En cuanto a la quema de los templos, simboliza la conquista de una ciudad, como lo podemos ver en los códices pictográficos en los cuales las listas de conquistas se representan en forma de templos en llamas. Además se habla del templo de Huitzilopochtli, el dios tutelar de los mexicas, con lo que significa la toma de Tenochtitlan. La aparición de un cometa es un presagio funesto asociado a la muerte del rey y al final de los imperios, tal como en la tradición occidental. La inundación de las casas representa otra señal nefasta; así, soñar con agua que invadía la casa auguraba la muerte. El llanto de la mujer corresponde a la intervención de la diosa Cihuacóatl, que Sahagún describe como “el diablo que se nombraba Cihuacóatl, de noche andaba llorando por las calles de México y lo oían todos diciendo: ¡Oh hijos míos, guay de mí, que ya os dejo a vosotros!”. Además la diosa es calificada de tetzahuitl, es decir, como vimos, un ser prodigioso, un mal augurio, y sus llantos anunciaban las guerras. El presagio de la grulla con el espejo en la cabeza es altamente significativo. En efecto, el espejo es un instrumento utilizado para la adivinación en el México antiguo y también forma parte del nombre del dios Tezcatlipoca, “El señor del espejo humeante”. Esta deidad, patrona de los brujos y de los adivinos, era el señor del destino, es decir que al mirar en su espejo asignaba a los hombres su destino sobre la tierra. La aparición en el espejo de las estrellas, y especialmente de los Mastelejos, anuncia un cambio de era cósmica. De hecho, cuando aparecían estas estrellas se llevaba a cabo el rito del fuego nuevo, cada 52 años, para evitar el fin del Sol presente y la llegada de las tinieblas. En este caso, las apariciones en el espejo sobre la cabeza de la grulla anuncian el fin de la era mexica y la llegada de los españoles, cabalgando sobre venados. Por último, la aparición y desaparición de seres monstruosos, como hombres de dos cabezas, participan del trastocamiento del orden natural, y tal vez podrían aludir al regreso de Quetzalcóatl, patrón de los gemelos y de los seres disformes.

Un gran resplandor en forma "piramidal" en el este, Libro XII, folio 1r, Códice Florentino, 1579, Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia, Italia. Fuente: Biblioteca Medicea Laurenciana.

El retorno de Quetzalcóatl

Vale la pena detenernos en el famoso mito del “regreso” de Quetzalcóatl, el cual ha sido un argumento citado a menudo para justificar la supuesta pasividad y la derrota de los mesoamericanos ante los invasores. Ahora bien, algunos autores consideran que la idea del regreso de Quetzalcóatl es una invención colonial, o incluso un mito forjado por el propio Cortés para justificar la Conquista y explicar la supuesta entrega del reino que le hiciera Motecuhzoma II. Si examinamos las fuentes, encontramos la mención del regreso de Quetzalcóatl en la segunda Carta de relación de Cortés, en la obra de Bernardino de Sahagún y de sus colaboradores nahuas y en otras fuentes redactadas en español. Sin lugar a dudas, algunas de estas fuentes son confusas o marcadas por una visión cristiana que llega a identificar a Quetzalcóatl con un misionero o con un santo. Ahora bien, destacados especialistas consideran que la mayoría de estas fuentes son fidedignas para establecer la existencia, en la época prehispánica, de la idea según la cual se esperaba el regreso de Quetzalcóatl. Por una parte, los discursos atribuidos a Motecuhzoma II en las Cartas de relación de Cortés también fueron reportados por otros testigos; por otra parte, la concepción del regreso de una deidad concuerda con la concepción cíclica del tiempo que fundamenta la cosmovisión mesoamericana. De acuerdo con este esquema, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl alternaban como soles de las distintas eras cósmicas (los famosos cinco soles) y en vísperas de la Conquista, los mexicas vivían bajo el Sol o la era dominada por su deidad tutelar Huitzilopochtli, estrechamente vinculada con Tezcatlipoca. De manera que la asociación de la llegada de los españoles con el regreso de Quetzalcóatl para derrotar el poder de Huitzilopochtli-Tezcatlipoca resultaba perfectamente lógica, tanto más que el año 1 caña (1519) –precisamente cuando llegaron los conquistadores–, era el nombre calendárico de la “Serpiente Emplumada”, pues correspondía a su fecha de nacimiento. Por lo anterior, cabe la posibilidad de que Motecuhzoma II estuviera angustiado por este “regreso” de Quetzalcóatl, cuyo trono el rey mexica ocupaba “solamente por un tiempo” y que la “entrega” de su reino a los españoles mencionada por Cortés –por lo menos en el segundo discurso– tenga algún fundamento. 

Ave espejo ante Moctezuma. Códice Florentino, 1579, Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia, Italia. Dominio público. Fuente: Biblioteca Medicea Laurenciana.

La concepción del regreso de una deidad concuerda con la concepción cíclica del tiempo que fundamenta la cosmovisión mesoamericana.

 

El antecedente de una leyenda: la diosa Cihuacóatl, origen de La Llorona, Códice Florentino, 1579, Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia, Italia.

Algunos autores consideran a los presagios reconstrucciones retrospectivas, otros avalan su existencia a partir de la gran cantidad de fuentes que los mencionan.

Sin lugar a dudas los presagios que estamos analizando –existen muchos más en las fuentes– se documentaron muchos años después de la Conquista y por lo tanto pudieron haber sido elaborados para justificar a posteriori lo que había sucedido, la caída del Imperio mexica y el advenimiento del orden cristiano colonial. Como sucede a menudo en las reconstrucciones históricas, tanto en Occidente como en Mesoamérica, el azar no existe y los acontecimientos importantes no suceden sino después de haber sido anunciados, generalmente por los dioses. De hecho, los cronistas españoles, los frailes en particular pero también los laicos, no dudaron de la realidad de los presagios, los cuales atribuyeron, o bien al Diablo, que inspiraba a los indios para anunciar su derrota, o incluso a Dios, que de esta manera auguraba la llegada del cristianismo a las Indias. Los autores modernos se encuentran divididos en cuanto a la realidad histórica de los presagios, algunos los consideran reconstrucciones retrospectivas, otros avalan su existencia a partir de la gran cantidad de fuentes que los mencionan, no solamente en el México central sino también en otras partes de Mesoamérica, como en el área maya e incluso entre los incas. Además de la lógica de la visión cíclica de la historia que ya hemos comentado, se mencionan varios hechos históricos que apuntan al conocimiento previo de la presencia de los españoles en las Antillas; presencia que hubiera alimentado el temor de su llegada inminente a Mesoamérica.

Los primeros españoles en México

Sabemos que en 1502, Cristóbal Colón –en su cuarto y último viaje– capturó y despojó de sus mercancías a los ocupantes de una gran canoa a lo largo del golfo de Honduras. Se trataba de mercaderes, tal vez procedentes del centro de México o de la costa del golfo, ya que usaban macanas con filo de obsidiana. Sin lugar a dudas estos mercaderes difundieron la noticia del encuentro traumático con los europeos navegando sobre enormes embarcaciones. Unos años más tarde, en 1511, los sobrevivientes de un naufragio llegaron a la costa de Yucatán. Algunos fueron sacrificados pero dos de ellos, Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero, se quedaron a vivir entre los pueblos mayas de la región. Si bien Jerónimo de Aguilar fue rescatado por Cortés en febrero de 1519, Gonzalo Guerrero decidió permanecer entre los mayas con su nueva familia. Es más, murió en Honduras en 1536 peleando en contra de los españoles. Por último, en 1517, la expedición de Francisco Hernández de Córdoba arribó a Yucatán y después a la costa de Campeche. Por todo lo anterior, es muy probable que Motecuhzoma II estuviera informado de la aparición de seres extraños en las costas, lo cual habría alimentado el ambiente inquietante propicio a la creación de diversos presagios.

El estudio de los presagios no puede reducirse a la sola percepción de los mesoamericanos. Los españoles también creían en presagios.

 

Arde el templo de Huitzilopochtli, libro XII, folio 2r, Códice Florentino, 1579, Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia, Italia. Fuente: Biblioteca Medicea Laurenciana.

Ahora bien, el estudio de los presagios no puede reducirse a la sola percepción de los mesoamericanos. Los españoles también creían en presagios, como lo expresa el fraile dominico Antonio de Remesal: “Pues no quiso el Señor que una cosa de tanta importancia como la conversión de este Nuevo Mundo fuese a sordas, sin que le precediesen prodigios y maravillas que la anunciasen". De hecho, los cronistas españoles mencionan en diversas ocasiones la aparición de Santiago cabalgando en medio de las batallas para defender a sus devotos. Asimismo, en el contexto difícil del asedio de los conquistadores en Tenochtitlan, la Virgen María se habría manifestado para detener un ataque de los mexicas.

Un nigromante llamado Blas Botello

Para aquilatar la actitud de los españoles ante los prodigios y la adivinación es muy ilustrativo el caso de un soldado conquistador llamado Blas Botello Puerto de Plata. En efecto, varios cronistas, como Bernal Díaz del Castillo, Francisco López de Gómara, Gonzalo Fernández de Oviedo y otros más, se refieren a este peculiar personaje y hablan de sus “poderes”. Así, Díaz del Castillo hace eco de diversas opiniones: “decían que era nigromántico, otros decían que tenía ‘familiar’ [es decir, un trato con el Demonio para su provecho], algunos le llamaban astrólogo…” Se dice también “[…] que echaba conjuros e presumía de pronosticar algunas cosas futuras". Es interesante cómo algunos cronistas son reticentes para aceptar los poderes de Botello, mientras que otros testigos parecen dar crédito a sus pronósticos. 

Resulta llamativo el silencio de Cortés con respecto a Botello, tal vez por su actitud escéptica ante los augurios. Por ejemplo, narra Díaz del Castillo cómo, a pesar del aviso de un compañero de no proseguir en un camino debido a una mala señal, Cortés iba cantando: “Adelante, mi sobrino; adelante, mi sobrino, y no creáis en agüeros; que será lo que Dios quisiere". Asimismo el conquistador se mostró voluntarioso cuando su caballo se cayó: “Algunos hubo que dijeron: señor, mala señal nos parece ésta, volvámonos. A los cuales respondió: yo la tengo por buena, adelante […]”

Ahora bien, varios cronistas afirman que al seguir el consejo de Botello de atacar de noche a Pánfilo de Narváez, Cortés consiguió la victoria. Asimismo, el astrólogo habría elegido la fecha y el momento de partida del ejército español y de sus aliados tlaxcaltecas durante la famosa Noche Triste. Si bien Cortés calla el papel de Botello en esos momentos de extrema tensión, reconoce sin embargo que “de todos los de mi compañía fui requerido muchas veces que me saliese, y porque todos o los más estaban heridos y tan mal que no podían pelear, acordé de lo hacer aquella noche…” Obviamente él habría tomado la decisión final de la salida. En cambio, otros testigos aseguran que fue Botello quien eligió la fecha y hasta la hora de la salida de Tenochtitlán. Por ejemplo, según Francisco Cervantes de Salazar –profesor de la Universidad de México y autor de una historia de la Conquista–, Cortés habría pedido a Botello su opinión –“Botello nos diga sobre esto lo que le parece”–, el cual habría pronunciado un discurso:

“Estando en esta diferencia, Botello, que de antes en lo que decía tenía más crédito con todos e había dicho cómo acometiendo Cortés a Narváez de noche le vencería e sería señor del campo les dixo […] Oído por todos lo que Botello dixo, así por el crédito que tenía como por las buenas razones que daba, se determinaron todos que aquella noche saliesen”.

Nos encontramos o bien frente a un Cortés “racional” que no presta atención a agüeros, o bien frente a una persona todavía sensible a la influencia de los astrólogos.

¿Cuál fue el verdadero papel de Botello en esta decisión? Según la interpretación de este acontecimiento, nos encontramos o bien frente a un Cortés “racional” que no presta atención a agüeros, o bien frente a una persona todavía sensible a la influencia de los astrólogos, quienes, dicho sea de paso, tendrán un largo y próspero futuro aún en la época del Renacimiento. Ahora bien, la personalidad de Cortés, sumamente compleja, no puede encerrarse totalmente en una u otra categoría y puede ser más bien que su actitud haya variado en función de las circunstancias. El poco éxito de esta elección es bien conocido, más de la mitad de la tropa española y de sus aliados indígenas fueron muertos, la mayoría de las armas y del botín perdidos. Ahora bien, Botello había predicho una salida difícil y muchas pérdidas humanas, entre las cuales estaba la suya misma, como ocurrió. Según Díaz del Castillo, 

al astrólogo Botello no le aprovechó su astrología, que también allí murió con su caballo. Pasemos adelante y diré cómo se hallaron en una petaca deste Botello, después que estuvimos en salvo, unos papeles como libro, con cifras y rayas y apuntamientos y señales que decía en ellas: ¿Si me he de morir aquí en esta triste guerra en poder de estos perros indios? Y decía en otras rayas y cifras más adelante: No morirás. Y tornaba a decir en otras cifras y rayas y apuntamientos: Sí morirás.

Los presagios de la Conquista constituyen sin duda un tema sumamente complejo que ha hecho correr mucha tinta. Nos revela a la vez la visión cíclica de la historia concebida por los mesoamericanos pero también la manera de integrar acontecimientos inesperados a esquemas preestablecidos. Así, el recuerdo de la caída de Tollan, la prestigiosa capital de los toltecas, también precedida por funestos presagios, está muy presente entre los cronistas que describen los eventos excepcionales precursores de la llegada de los conquistadores. Al respecto, el tema de la “divinización” de los españoles –llamados teteo, “dioses”, en muchos escritos en náhuatl– se puede interpretar en el mismo sentido. En efecto, se trataba de integrar a los españoles a una concepción mesoamericana del mundo y sobre todo de colocarlos en una categoría de seres –los dioses–, mucho más amplia que la categoría occidental de “Dios”. Recordemos que los dioses mesoamericanos podían aparecer de muy distintas maneras –en ocasiones como hombres– y que sus relaciones con los mortales eran muy distintas a las que prevalecían entre los cristianos y su Dios. En Mesoamérica, los dioses eran temidos y venerados pero a la vez se podían establecer relaciones de reciprocidad, negociar, exigir e incluso pelearse con ellos. Además, los dioses mesoamericanos eran mortales –claro después renacían a diferencia de los hombres– y de hecho morían a través de sustitutos humanos durante rituales específicos. De manera que al ataviar como dioses a los españoles, y a Cortés en particular, cabe la posibilidad de que fuera para eventualmente …¡sacrificarlos!

Necesitamos revisar esta idea según la cual los “vencidos” se quedaron “pasmados” y sin reacción, debido a sus “creencias religiosas” ante los europeos.

En pocas palabras, los presagios de la Conquista se integran a una concepción mesoamericana de la historia que permite entender e integrar sucesos inéditos y extraordinarios. En ellos se conjugan los rumores de la llegada de gente extraña con reconstrucciones posteriores de eventos sorprendentes, o incluso reinterpretados a la luz de la invasión europea. Sea como fuere, es importante subrayar que la creencia en los presagios, la utilización de procedimientos adivinatorios, o la percepción de los españoles como dioses, no implica de ninguna manera una actitud fatalista o de sumisión de los mesoamericanos hacia los conquistadores. Numerosos testimonios nos demuestran que se podía reaccionar ante un mal presagio; es más, las complejas técnicas adivinatorias mesoamericanas tenían el propósito de descubrir las voluntades de los dioses para actuar en consecuencia y no someterse a sus dictados. En cuanto a los españoles, eran por supuesto seres diferentes, y por lo tanto podían integrar la amplia categoría de los seres divinos mesoamericanos; aun así podían ser atacados y derrotados… Necesitamos revisar esta idea según la cual los “vencidos” se quedaron “pasmados” y sin reacción, debido a sus “creencias religiosas” ante los europeos.



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