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Música y ópera

Valery Gergiev y la Orquesta Mariinsky se reencuentran con Esperanza Azteca

El musicólogo Luis Pérez Santoja nos habla de los encuentros de la gran Orquesta Mariinsky de San Petersburgo, bajo la dirección de Valery Gergiev y su peculiar danza de manos, con el programa de orquestas y coros infantiles y juveniles Esperanza Azteca, patrocinado por Fundación Azteca. ¿Qué historia hay detrás del teatro Mariinsky? ¿De dónde proviene su nombre? ¿Qué sucedió cuando Gergiev comenzó a dirigir la orquesta? ¿Qué significa que un director de tan alto prestigio entable alianzas musicales con nuestro país gracias a Grupo Salinas? El esplendor de México y Rusia unidos por la esperanza de la música.


Por Luis Pérez Santoja

¿Qué circunstancia podría propiciar que uno de los directores más renombrados de nuestro tiempo aceptara venir a nuestro país trayendo bajo el brazo, nada menos que a “su” orquesta, el legendario ensamble sinfónico del teatro Mariinsky de San Petersburgo, también llamado Kirov? En efecto, se trata de ese director que llama la atención por sus curiosos movimientos de dedos, como si tecleara en el aire o “tamborileara” sobre una tarola colgante, en lugar de, simultáneamente, hacer el característico movimiento de un director al solfear o marcar la obra que dirige.

Dedos inquietos

El director tenía que hacer que los músicos vieran la música en sus manos”.

Ese modo de dirigir no es gratuito ni caprichoso. Valery Gergiev debe esos movimientos a la técnica establecida por Ilya Musin, su maestro principal. Musin, a su vez alumno de dos leyendas, Nikolai Malko y Alexandr Gauk, tuvo como discípulos a grandes directores rusos como Rudolf Barshái, Yuri Temirkánov, Semyon Bichkov, Yakov Kreizberg, a quien vimos con la Orquesta de Filadelfia en Bellas Artes. Sus discípulos más jovenes son Tugan Sojiev, Oleg Caetani, Martin Brabbins –quien también nos visitó hace pocos años con la orquesta The Philharmonia–, Teodor Currentzis –el director polémico del momento–, o Valery Gergiev, aunque curiosamente, sólo éste adoptó la técnica de “dedos inquietos”, al menos de un modo tan evidente. Por supuesto, todos podrían presumir de su precisión y su concepto expresivo, adquiridos en la clase de Musin: “Hacer la música visible con el movimiento de las manos”. 

Musin murió en 1999, a los 95 años. Durante más de 60 años había sido el más prestigiado maestro de dirección de Rusia, con sus conceptos de precisión técnica y expresividad interpretativa, que no debían excluirse uno del otro, para lograr la interpretación perfecta de la música. Para ello, desarrolló todo un sistema que, en sus palabras, “propiciara la comunicación del director con la orquesta mediante el movimiento de las manos, sin tener que dar instrucciones verbales. El director tenía que hacer que los músicos vieran la música en sus manos”. 

Gergiev recuerda a su maestro cuando algo no le salía bien:

 “Valery, debe saber que esta profesión es muy difícil los primeros 70 años”.

Esa expresividad manual y gestual son obra de Musin, así como su costumbre de no usar batuta y en su lugar, si fuera el caso, unos pequeños bastoncitos o un palillo muy delgado que recuerda a uno para dientes. Musin, rechazado en principio por Malko por su pobre técnica de manos, predicaba la importancia de los movimientos y gestos del director para lograr el sonido orquestal deseado.

Como era previsible, muy joven aún, Musin fue purgado por el sistema soviético, tanto por negarse al registro en la Unión de Músicos y Compositores de la URSS, como por su origen judío. El podio perdió una gran figura, pero los alumnos ganaron el mejor maestro: Musin se convirtió en el docente más importante del conservatorio de Leningrado, (actualmente, de nuevo, “de San Petersburgo”)

Valery Gergiev

Valery Gerviev entró al teatro Kirov en 1978, como director asistente. En tanto ganador del concurso de dirección de la Unión Soviética y del Herbert von Karajan de Berlín, era natural que atrajera la atención del mundo musical soviético. Debutó formalmente, todavía como director asistente, dirigiendo nada menos que La guerra y la paz (o Guerra y paz, traduciríamos hoy) de Serguéi Prokofiev, una ópera que desde entonces se volvió emblemática –una grabación oficial en discos y dos versiones en video lo demuestran–. A partir de ahí, su carrera fue un continuo crescendo, cuya culminación sería su designación como director musical del teatro Mariinsky (antes Kirov) en 1988 y como director y artístico del mismo en 1996, con la posibilidad de dirigir la Orquesta Mariinsky en todos los géneros (óperas, ballets, conciertos sinfónicos), decisión que recibieron con aplausos los músicos de la agrupación.

El Mariinsky vivió la transformación de su repertorio, incluso en conceptos musicales, lo que permitió se escucharan obras y autores nunca antes presentados en el teatro o en el contexto soviético.

A partir del arribo de Gergiev, el Mariinsky vivió la transformación de su repertorio, incluso en conceptos musicales, lo que permitió se escucharan obras y autores nunca antes presentados en el teatro o en el contexto soviético. Por ejemplo, la revalorización de Richard Wagner, cuya tetralogía El anillo del nibelungo, Tristán e Isolda o Parsifal, junto a todas las obras importantes del compositor, fueron reestrenadas, incluso, un siglo después de su última interpretación en ese teatro y, aún más sorprendente, cantadas en alemán, contra la tradición de cantar en ruso todas las óperas, sin importar su idioma original. Estos programas fueron llevados más tarde de gira por varios países. La presencia internacional del Mariinsky y de Valery Gergiev difundió también el repertorio ruso de obras y autores que tampoco eran usuales en los teatros de Europa o en el Metropolitano de Nueva York (las grandes obras, no sólo de Piotr Ilich Chaikovski, sino de Nikolái Rimski-Kórsakov, Serguéi Prokófiev, Modest Mussorgski y hasta Aleksandr Serguéievich Dargomyzhski y el antes denostado y reprimido compositor ruso judío, amigo de Dimitri Shostakovich, Mieczyslaw Weinberg). Y si el teatro Mariinsky adquirió nueva relevancia, más allá de su leyenda histórica, la propia orquesta del teatro Mariinsky, conocida desde entonces como Orquesta Mariinsky, se convirtió en un ensamble de la más alta calidad, digna de equipararse con las grandes orquestas de las capitales europeas o estadounidenses musicalmente relevantes. 

El éxito del Mariinsky, como institución y teatro, volvió imposible cumplir con sus diferentes actividades en un solo recinto. Gergiev, amigo cercano de Vladimir Putin, consiguió se efectuara la construcción del complejo escénico que hoy se conoce como Mariinsky II, inaugurado en 2013, sucesor de una primera sala de conciertos de 2007, que renovaba y sustituía al histórico Mariinsky.

Volvamos a Gerviev. Después de su debut en la ópera internacional, el cual ocurrió en la Ópera Estatal Bávara y en el Teatro Real del Covent Garden, este gran director ha dirigido en todos los teatros de ópera importantes, no siendo menos la Metropolitan Opera House de Nueva York, donde ha estado al frente de producciones de trascendencia histórica para nuestro tiempo, como un relevante Otelo de Giussepe Verdi con Plácido Domingo, con quien también realizó un singular y visualmente novedoso Parsifal de Wagner. 

Estaría de más decir que Gergiev ha dirigido las principales orquestas del mundo, la Filarmónica de Berlín, Filarmónica de Viena, Concertgebouw de Ámsterdam, las orquestas principales de París, Nueva York, Boston, Los Ángeles, Cleveland, y muchas otras. Sustituyó a Georg Solti al frente de la World Orchestra for Peace, y paralelamente a sus actividades al frente del Mariinsky, Gergiev fue director artístico de la Filarmónica de Rotterdam (1995-2008), director principal de la Sinfónica de Londres (2007-2015) y más recientemente, desde 2015, es director de la Filarmónica de Múnich, y del festival Las Noches Blancas en San Petersburgo. Por supuesto, su legado discográfico y video visual es admirable e inagotable.

La música en sus manos. El gran director ruso Valery Gergiev dirigiendo un ensayo y marcando la pauta

Actualmente, como uno más de los proyectos del Complejo Mariinsky, Gergiev coordina el festival Next, que presentaorquestas infantiles y juveniles de San Petersburgo.

Gergiev siempre ha tenido gran interés en la difusión de la música entre los niños y jóvenes; desde el programa Coros Infantiles de Rusia, que es parte fundamental de un programa mayor llamado internacionalmente All-Russians Choral Society. Ha sido director de la Orquesta Juvenil Nacional de Estados Unidos y con frecuencia dirige las orquestas juveniles de festivales como el de Schleswig-Holstein, el de Verbier y el renombrado Festival Musical del Océano Pacífico, en Saporo, Japón. Actualmente, como uno más de los proyectos del Complejo Mariinsky, Gergiev coordina el festival Next, que presenta orquestas infantiles y juveniles de San Petersburgo. Son usuales y legendarios sus conciertos con la interpretación de Pedro y el lobo de Sergei Prokofiev. 

Stalin y (el ballet) Kirov

¿Por qué un centro de las artes escénicas musicales, del maravilloso arte del ballet y de la ópera, llev(ab)a el nombre de un político que apoyó a un estadista polémico? Porque eso fue Serguéi Mirónovich Kóstrikov –después se inventó el diminutivo Kirov para nombrarlo–. Conozcamos algo de este curioso personaje de la política soviética. 

Firme activista bolchevique desde la primera Revolución rusa de 1905, encarcelado en varias ocasiones, Kirov trabajó en la clandestinidad en la zona del Cáucaso hasta la abdicación del zar Nicolás, durante la guerra civil que siguió a la Revolución de 1917. Ya con el nuevo nombre de Kirov continuó luchando por la expansión del gobierno bolchevique hacia diferentes regiones, bajo la tutela general de Lenin. Pronto conoció al sagaz líder Jósef Stalin quien luchaba por su ascenso en la escala del poder. Desde su “trinchera” en Leningrado, Kirov siempre le dio su apoyo. No olvidemos que el mundo bolchevique estaba dividido en múltiples facciones, con una causa común en la que cada quien “velaba para su santo”. 

Los alientos de la esperanza. Músicos de la Orquesta Mariinsky y Esperanza Azteca durante un ensayo.

Convertido Kirov en un colaborador muy cercano a Stalin, era inevitable el surgimiento de fricciones, especialmente por no estar de acuerdo Kirov con la dureza de los castigos y las drásticas ejecuciones. Su popularidad provocó los incontenibles celos de Stalin, quien quiso someterlo, pero ante la negativa de Kirov de vivir en Moscú, Stalin comprendió que nunca lo tendría dentro de su círculo más leal.

En diciembre de 1934, asesinaron a Kirov en el recinto del Soviet de Leningrado, y aunque fue atrapado el asesino material, a quien se relacionó con León Trotsky como culpable intelectual –ya en el exilio–, una y otra vez era la sombra de Stalin la que regresaba. Por supuesto, se ejecutaron a todos los involucrados, aunque nunca hubo pruebas de la culpabilidad real de Stalin.

Kirov era ya un político popular, después de su asesinato su figura se agrandó aún más.

Kirov recibió un funeral de estado y fue enterrado en la propia necrópolis del Kremlin. Ya para entonces era un político popular, su figura se agrandó aún más. Su nombre fue impuesto a numerosas calles y plazas, instituciones oficiales, estaciones del metro, embarcaciones; inclusive una pequeña ciudad pasó a llamarse Kirovogrado. Los bustos y estatuas se multiplicaron (hasta que fueron destruidos después de la caída y desaparición de la Unión Soviética).

El ritmo en los dedos: Valery Gergiev dirige el concierto de la Orquesta Mariinsky con Esperanza Azteca en el Palacio de Bellas Artes.

El nombre que sí perduró… un poco más

Hubo un teatro de ópera y ballet de Leningrado (antes y hoy, San Petersburgo) bautizado con el nombre de Kirov. Las maravillosas actividades de la compañía artística de ese teatro (bailarines, actores, músicos, directores, técnicos de toda índole) y el prestigio que alcanzó llevaron siempre el nombre del político que casi nadie conoce en la historia moderna de la Unión Soviética, opacado, claro, por los principales líderes y personajes históricos. 

Hay múltiples ejemplos de uso del nombre Kirov y sus variantes en los objetos y lugares más insospechados. Durante décadas, la urss estuvo invadida por ello. Puede venir aquí la trivia cinematográfica: en la secuela de 2001, Una odisea del espacio titulada 2010, Odisea dos, una de las estaciones espaciales se llama Serguéi Kirov. ¿Casualidad?

El ballet del Kirov, la ópera del Kirov, el teatro Kirov… opacaron al nombre anterior de la compañía y del teatro, nombre que, afortunadamente, se recuperó después: Mariinsky...

Esperanza Azteca. Primera sonrisa

Era natural que Valery Gergiev se interesara por un proyecto como el de Esperanza Azteca, un programa constituido por un sistema de orquestas sinfónicas y coros, infantiles y juveniles, con el patrocinio y la coordinación de Fundación Azteca, organismo de Grupo Salinas.

Cuando la esperanza se cristaliza en música y el esfuerzo en reconocimiento.

La Orquesta Mariinsky se ha reunido en nuestro país con una de las orquestas representativas de Esperanza Azteca y uno de sus coros en, al menos, tres ocasiones.

Desde 2017, la Orquesta Mariinsky se ha reunido en nuestro país con una de las orquestas representativas de Esperanza Azteca y uno de sus coros, en, al menos, tres ocasiones. La ciudad de Puebla (que cuenta con su propio ensamble orquestal, como otras ciudades de la República mexicana), el Centro de las Artes de Ciudad de México y el Palacio de Bellas Artes han sido tres de los recintos y ciudades que han presenciado este logro maravilloso de unión fraternal por el arte musical: una gran orquesta internacional con su prodigioso director, ambos con un admirable espíritu docente; una orquesta juvenil, ansiosa de aprender y desarrollarse; y un ensamble coral de similares características, que nos han permitido disfrutar la música con una emoción que no transmiten las orquestas y ensambles tradicionales.

El pasado 27 de octubre se presentó nuevamente esta conjunción de prodigios, otra vez en el Palacio de Bellas Artes, ahora con un espléndido programa, cada vez más exigente de las cualidades interpretativas de la orquesta juvenil Esperanza Azteca (que se supera en cada ocasión, como ha podido constatarse); en esta ocasión también se presentaron tres espléndidos solistas, eminentes cantantes rusos invitados por la Orquesta Mariinsky, quienes interpretaron arias y canciones del repertorio ruso e internacional, además de culminar con un tour de forcé orquestal que recibió una admirable interpretación, la virtuosística orquestación de Maurice Ravel para Cuadros de una exposición de Modest Mussorgski. Todo un agasajo sonoro y musical a cargo de Esperanza Azteca y de la Orquesta Mariinsky.

El teatro y el ballet Mariinsky

Terminemos con otra sonrisa. Durante el siglo xix, el ballet oficial de la corte del zar era denominado Ballet Imperial y ya desde entonces gozaba de gran prestigio en Europa y en “todas las Rusias”. Ante el asesinato de nuestro Serguéi Mirónovich Kóstrikov tanto la compañía de ballet –que a veces hacía óperas– como el teatro que la albergaba fueron denominados teatro Kirov y ballet del Kirov.

Debe haber costado trabajo para el ciudadano sanpeterburgués –o ahora leningradense– adaptarse al nuevo nombre, después de una tradición centenaria como la del Mariinsky. Desde su construcción en 1859-1860 (inspirado en la Ópera de Dresde, la Semper Opera, denominada así en honor de su constructor) llevó ese nombre. Un siglo antes se había inaugurado en Moscú el teatro Bolshói Kámenny y es muy factible que la envidia que causaba un teatro a la otra capital hermana haya provocado la idea de tener un centro cultural similar. Hacia 1886 se estableció, que el repertorio del Ballet Imperial y de la Ópera Imperial fuera adoptado por el nuevo teatro de San Petersburgo, el que pronto sería reconocido como teatro Mariinsky.

Ahí se estrenaron muchas de las grandes obras del género: El cascanueces y La bella durmiente del bosque, Don Quijote, La bayadera y nada menos que Spartacus de Aram Jachaturian. Prácticamente no hubo una gran figura del ballet que no pasara por el Mariinsky: Anna Pávlova, Tamara Karsavina, George Balanchine, Vaslav Nijinski, Galina Ulánova, Natalia Makarova, Rudolf Nuréyev, Mijaíl Barishnikov, grandes cantantes como Fiódor Chaliapin, sin olvidar la presencia del legendario coreógrafo Marius Petipa…. En fin. 

¿Y, por qué Mariinsky? No todos estamos familiarizados con los modos del idioma ruso; por ello difícilmente pensaríamos que se trata de un diminutivo algo juguetón del nombre María y que, cuando fue bautizado así el teatro, específicamente aludía a María Alexandrovna, la esposa del zar Alejandro II de Rusia.

Honor a quien honor merece. Ricardo B. Salinas Pliego, presidente de Grupo Salinas, entrega a Valery Gergiev, director de la Orquesta Mariinsky, la medalla al Mérito Musical. Luis Pérez Santoja es musicólogo autodidacta. Es periodista egresado de la Escuela Carlos Septién. Se desempeñó como Subdirector de Música del INBA (1985-1989) y de la UNAM (1983-1984). Es conocido por su profundo conocimiento del cine, y por supuesto, de la música.

Mientras que durante la era soviética fue conocido con el nombre de Kirov, desde 1992 felizmente recuperó su nombre histórico de Mariinsky. Las costumbres suavizan toda reacción y con el tiempo tal vez no resultaba tan agresivo el uso de Kirov para aquel teatro y sus compañías artísticas, pero estoy seguro de que muchos rusos, conocedores de la verdad histórica, harían algún movimiento de extrañeza al recordar a quién aludía tal nombre. 

Bienvenido por siempre el teatro de “Mariita”. ¡Maravillosa Mariinsky!



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