Cumplir un sueño
Alejandro Rossi recordaba que en Plural (1971-1976) las “cosas se hacían de una manera razonablemente comunitaria. Octavio –y esto lo doy por sabido– era un director muy certero y ocurrente y, al mismo tiempo, tranquilo y comprensivo con todos nosotros, que éramos bastante jóvenes, con opiniones propias y con preferencias y manías” [1]. Las opiniones de Rossi sobre la revista que creó Paz en 1971 como una publicación mensual inserta en las páginas de Excélsior, se publicaron en Letras Libres, revista de la que Rossi fue miembro prominente. De aquel grupo formado por Paz medio siglo antes, podemos leer aún a Adolfo Castañón, Enrique Krauze, Danubio Torres Fierro y Gabriel Zaid.
La enunciación del arco temporal que se despliega en ese transcurso, apenas si puede dar cuenta de la importancia de un grupo y una serie de escritores que con el paso del tiempo fue ampliándose, renovándose y actuando decisivamente en el pedregoso campo cultural mexicano; pero mucho tiempo antes Paz se había iniciado en el oficio heredado por su abuelo, oficio que sería una de sus más grandes pasiones: la edición de revistas. Así, pasan ante nuestros ojos las páginas de Barandal (1931-1932), Cuadernos del Valle de México (1933-1934), Taller (1938-1941), El Hijo Pródigo (1943-1946) y muchas otras revistas en las que participó como colaborador, consejero sin puesto o miembro de su consejo editorial: Letras de México, Cuadernos Americanos, Tierra Nueva, Orígenes, Sur, Mito, la Revista Mexicana de Literatura (de la que fue prácticamente director sin cargo), entre varias más, antes de tener la suya propia.
Fue en uno de los viajes que Paz hizo a México a principios de 1971 cuando el poeta se reunió con un conocido en un restaurante de la calle de Amberes, en la zona rosa de la Ciudad de México, a no mucha distancia del sitio donde un año más tarde se asentaría definitivamente, en el departamento 601 de Río Lerma 143, en la colonia Cuauhtémoc. Aun antes de residir permanentemente en México, Paz había tomado predilección por el Passy, el restaurante que se convirtió en testigo de muchos encuentros importantes en la vida del poeta. Como es conocido, fue allí donde el poeta celebró con Julio Scherer el nacimiento de Plural, la revista que el director de Excélsior le había propuesto como un suplemento cultural del diario. Pero Paz no estaba interesado en ese proyecto: quería, como desde veinte años atrás, hacer una revista. “Al nombre de su revista le dimos vueltas y revueltas, como le gustaba decir a Octavio […] De pronto, como ocurre siempre, dijo Octavio con la certeza de un enigma resuelto: ‘Plural’. Ese día, el del bautizo, fuimos al Passy. Los güisquis dominaron la mesa”.[2]
El 15 de octubre de 1971 apareció entre las páginas de Excélsior, por fin, aquella revista mensual, cuyo nombre completo fue Plural. Crítica y Literatura –si bien más tarde añadirían Arte en el título de la publicación: Plural. Crítica, Arte y Literatura–. En la última página de ese primer número aparecían los datos de la revista en un recuadro: detalles generales de Excélsior, dirección y teléfonos de la redacción, precio en México y en el extranjero, y el nombre de su director: Octavio Paz. No existió un editorial. Considerando las revistas en las que Paz colaboró directamente en el pasado, o más tarde en Vuelta, eso es raro, y en su correspondencia no se encuentra un motivo para esta omisión. Lo que sí pude encontrar fue que desde julio de 1971, estando en Cambridge, Massachusetts, Paz preparaba el lanzamiento de la publicación y le escribía a conocidos y amigos para proponerles que publicaran. Así, por ejemplo, a Noam Chomsky lo invita a participar el 22 de ese mes y le señala:
We are preparing the launching of Plural, a cultural monthly magazine to be edited at Mexico City. This magazine intends to be both an expression of Latin-American culture and a means of information and criticism on world literature, philosophy, art and politics. A vehicle for literature, thought as well as an examination of contemporary reality, Plural will also try to explore the relations between science and literature, art and the so-called human or social sciences.[3]
Cartas y telegramas de invitación a colaborar recibieron, entre julio y septiembre, Claude Lévi-Strauss, Henri Michaux, Yves Bonnefoy, Roman Jakobson, Dore Ashton, John Cage, Guillermo Cabrera Infante, Mario Vargas Llosa, entre muchos otros. Aunque a Lévi-Strauss le comenta, el 23 de julio, que su traductor será Tomás Segovia –“Secrétaire de la Revue, qui vient de traduire un livre de Jacques Lacan, ou bien M. Juan Almela qui a traduit vos œuvres au Fondo de Cultura et à Siglo XXI”–, el nombre de Segovia no apareció en el número 1, aunque ya para el 2 el directorio se publicó un poco más nutrido: “Secretario de Redacción: Tomás Segovia. Diseño: Vicente Rojo/Kazuya Sakai”.
Con ese pequeño equipo se inició una de las aventuras editoriales más significativas para nuestras letras, y Plural se convirtió en el breve lapso de su existencia en la revista literaria latinoamericana más vanguardista de su tiempo. Es común ver su historia como el antecedente de Vuelta, la revista dirigida por Octavio Paz durante 22 años, hasta su muerte en 1998. El mismo Paz declaró siempre que ambas publicaciones, Plural y Vuelta, eran un mismo proyecto, interrumpido por el golpe del gobierno al periódico Excélsior, que obligó al poeta y a sus colaboradores a renunciar en solidaridad con Julio Scherer, su director, en julio de 1976.
“No es extraño, entonces, que Plural –una revista que apostó por la universalidad y la pluralidad reales– fuera repudiada por los obtusos nacionalismos”.
Aunque parezca paradójico, dada su visibilidad e influencia, los de Plural y Vuelta fueron proyectos concebidos desde el margen. Plural fue una revista cosmopolita pensada desde la periferia que criticó tanto a la derecha como a la izquierda burocrática, de México como de otras partes del mundo. No obstante, los malquerientes de Paz, incluso dentro del mismo Excélsior, consideraron elitista la publicación, como lo expresó el poeta en el primer editorial de Vuelta:
Desde que apareció el primer número de Plural se nos acusó de “elitistas” y de publicar textos incomprensibles. No era extraña la acusación: los populistas tienen una idea más bien baja de la inteligencia y la sensibilidad de la gente. En el fondo del populismo hay un gran e inconfesado desprecio por el pueblo.[4]
Si en México, de acuerdo con Carlos Monsiváis, “la izquierda creía que Plural, y Octavio Paz y Carlos Fuentes, especialmente, representaban la fuerza del establishment” [5], fuera del país la izquierda latinoamericana no pensaba distinto. En la uruguaya Marcha, Mario Benedetti consideró que Plural era algo así como la vocera frívola, internacionalista y snob de la mafia. En ella “Octavio Paz es su dios; Carlos Fuentes su profeta” [6]. El propósito de esta mafia, su “motivación ideológica”, era “crear una literatura internacional”. Aún resonaban –y resonaron mucho tiempo más– los problemas derivados del fin de la revista Mundo Nuevo (1966-1971), tras el escándalo que se suscitó al conocerse que la revista había sido apoyada por la CIA; o el ataque cubano, tanto a Pablo Neruda como a Fuentes, por haber asistido a un congreso del Pen Club en Nueva York en 1966.
No pasaría mucho tiempo para que Ángel Rama teorizara sobre el asunto, y lo que en Benedetti era nacionalismo, en Rama se convirtió en algo aún más particular: regionalismo. Un regionalismo amenazado por la civilización burguesa, cuyo mejor ejemplo era, para Rama, Borges: universal y cosmopolita. Las prácticas literarias de las élites, consideró el uruguayo en varios escritos, eran experimentales, metropolitanas y apolíticas[7]. No es extraño, entonces, que Plural –una revista que apostó por la universalidad y la pluralidad reales– fuera repudiada por los obtusos nacionalismos o las teorías de quienes, como Rama, pasaron el final de sus carreras viviendo del presupuesto universitario norteamericano: el imperio al que decían combatir y que, en el caso del uruguayo, finalmente le negó la residencia.
John King ha dedicado un notable libro[8] a la revista y ve en Plural una heredera de Sur, la mítica publicación argentina, aunque más cautivadora y sin un mecenas, como lo fue Victoria Ocampo. Es común verla como la verdadera revista literaria de Paz, pues muchos de los miembros de su tardío Consejo de Redacción –que más tarde formaron parte del consejo de Vuelta–, siempre sintieron una especie de nostalgia por Plural, donde, a su juicio, privaban más la literatura y el arte que la política. Recientemente, Gabriel Wolfson ha querido leer en Plural una respuesta de Octavio Paz a Roberto Fernández Retamar[9], director de la también mítica Casa de las Américas. Por su parte, Nicolás Cabral piensa que en Plural “se incubaron posiciones políticas y estéticas que marcaron el rumbo de la discusión cultural en el México posterior”[10] . Existen otras ideas sobre la revista, que en los últimos años ha estado presente, para bien o para mal, en la esfera de la crítica, debido, sobre todo, a la publicación en ella de distintos tipos de arte conceptual, que ahora han cobrado nueva relevancia.
Mi idea sobre Plural nació cuando leí en el libro de King su descripción de una famosa portada del New York Times Magazine: el boom visto por el caricaturista Abel Quezada. En ella aparecen seis narradores y un solo poeta. Comparten una mesa Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Jorge Luis Borges. En otra mesa, solo, está Juan Rulfo. La portada, por cierto, anuncia un artículo de Alan Riding: “Revolution and the Intellectual in Latin American”, en el que King no reparó, pero que manifiesta el momento literario y político de los escritores del boom. King sí establece con claridad la “periferia” de Paz en esa reunión de narradores[11] y cómo a inicios de los setenta el poeta se sintió marginado “cuando el grupo –reunido […] en la casa de campo de Cortázar en 1970– comenzó a discutir la creación de una revista”[12], que a la postre fue Libre y no –como habían planeado durante años Paz, Carlos Fuentes, Tomás Segovia y Arnaldo Orfila– una revista mexicana que, publicada desde nuestro país, con Segovia como secretario de redacción y Paz y Fuentes como directores, acometiera la tarea de reunir y mostrar el arte, la literatura y el pensamiento hispanoamericanos al mundo.
Ya en Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes. Crónica de una amistad (Ariel, 2020), he narrado ampliamente la historia del nacimiento de Plural y su relación con la historia de Libre o la injerencia de Carlos Fuentes en ese asunto; intervención que Paz consideró una falta a la amistad, pues el narrador divulgó entre los miembros del boom sus planes, y aunque Paz supo de los preparativos de Libre, se enteró a través de Le Monde que él estaba incluido entre los miembros de esa revista. Así, el 19 de noviembre de 1970 le escribió a Fuentes una larga carta de reproche, de la que cito sólo un fragmento:
En vano esperé que tú o Julio [Cortázar] me aclarasen este extraordinario “entrefilet”… Si he de creer a Le Monde, se me invita a participar en una revista que no es otra que la que a mí se me ocurrió hacer, hace algunos años, contigo y con Tomás Segovia. Es como si se me invitase a comer un plato que yo mismo preparé. Además, entre los “fundadores” se encuentran personas que ni siquiera conozco, como Donoso y otras que nunca pensé que deberían formar parte del Comité de Redacción, incluso si los admiro como escritores.[13]
Más tarde los amigos se reconciliarían, sin embargo, creo que el nacimiento de Plural es resultado del larguísimo deseo de Paz por crear una revista; la respuesta a una afrenta dolorosa para el poeta y la defensa de la poesía, avasallada en ese instante por la fama del boom y el inicio de la mercantilización de la literatura.
Resultará difícil para algunos intentar coincidir con mis ideas, particularmente las que postulan a Plural como una casa opuesta al boom, pues allí publicaron tres de sus mayores integrantes: Fuentes, Cortázar o Vargas Llosa, y apareció la primera revisión importante del movimiento en la pluma de Emir Rodríguez Monegal, cuando en los primeros números se publicaron los cuatro ensayos que de alguna manera definieron al movimiento (“Notas sobre [hacia] el boom”).
Sabemos que al boom lo integraron realmente aquellos tres escritores, más Gabriel García Márquez. Sabemos también que muchos otros se han considerado incluidos o los han relacionado con este movimiento. Además de aquellos tres, Plural se dedicó más bien a exponer el trabajo de otros autores menos famosos entonces, pero más actuales a nuestros ojos. Son los casos, por ejemplo, de Severo Sarduy y Guillermo Cabrera Infante, antiguos miembros del semanario Lunes de Revolución.
Los Exorcismos de esti(l)o de Cabrera Infante, los fragmentos de Cobra y los poemas de Gran mandala de las divinidades irritadas y detentoras del saber de Sarduy son una muestra, entre muchas otras, de que Plural reunió en sus páginas a la vanguardia latinoamericana, aquella que no había sido absorbida aún por la mala bestia del mercado literario y cuyas propuestas estéticas iban más allá de Macondo.
El interés por el experimentalismo de Plural, patente en la publicación de fragmentos de Palinuro de México de Fernando del Paso, o su esfuerzo por dar a conocer voces diferentes –por ejemplo, la del poeta y artista conceptual Ulises Carrión–, no significó, sin embargo, un olvido de la tradición literaria. Los suplementos literarios incluidos en la revista son buena muestra de ello. Así como se publicaron dossiers de los medievales Ramon Llull o Ausiàs March, antiguos textos del Japón o a los nuevos poetas franceses, leímos también la extraordinaria traducción que Ulalume González de León hizo de La caza del Snark de Lewis Carroll; o “ ‘Jabberwocky’, el nonsense y algunas conclusiones sobre la lectura de poesía”. Recordamos también a Alfonso Reyes, a los miembros de la revista Contemporáneos; la traducción de algunos fragmentos de los cuadernos de Paul Valéry; el suplemento dedicado a Friedrich Hölderlin; o el de poesía concreta realizado por Haroldo y Augusto de Campos, entre muchos otros ejemplos.
Plural no fue nunca un sitio de pensamiento único, ni en la literatura, ni en las artes ni en la política. Lo mismo publicaban Ángel Rama que Rodríguez Monegal; Dore Ashton que Marta Traba o el pintor José Luis Cuevas, amigo de Paz y colaborador de Plural, que entabló una polémica agresiva contra el principal colaborador de la sección de artes, Damián Bayón, a quien llamó en El Sol de México, “Monsieur Bebe Bayón”, juzgado por el pintor como un farsante.[14]
“Generalmente se piensa en Plural como un sitio eminentemente literario o artístico pero es una percepción que olvida la convicción crítica y social de la publicación: bastaría mencionar la defensa que se hizo del aborto desde sus páginas en el lejano 1972”.
Aunque generalmente se piensa en la revista como un sitio eminentemente literario o artístico, es una percepción que olvida la convicción crítica y social de la publicación: bastaría mencionar la defensa que se hizo del aborto desde sus páginas en el lejano 1972; las recurrentes denuncias sobre el sistema soviético y el Gulag; el repudio al golpe de Estado a Salvador Allende, la denuncia de las dictaduras en Uruguay y Argentina, entre muchos otros ejemplos. En el caso de México, la sola presencia, desde el segundo número, del economista e historiador Daniel Cosío Villegas –crítico acérrimo del régimen priista– y el reproche argumentado e insistente sobre el sistema político mexicano, en las plumas de Zaid o el propio Paz, entre otros, confirman la vocación crítica de una revista que creía en la independencia intelectual. Tampoco puede olvidarse que fue en Plural donde se iniciaron los debates sobre el papel de los intelectuales mexicanos frente al poder, disputa que se alargó en nuestro país durante un cuarto de siglo. La defensa y protección de los derechos de las minorías y el derecho de expresión de los disidentes fueron postulados por Plural como principios cardinales de la democracia.
El nacimiento de Plural –ese sueño cumplido para Paz– fue, entonces, la primera piedra de un edificio que se alzó durante 27 años en la cultura hispanoamericana. En esta larga historia es notable advertir el paso entre la creación de una pequeña revista cultural –inserta en un periódico y dirigida por un poeta desde la periferia del boom– y la construcción de una altísima torre de la crítica y la cultura hispanoamericanas, cuando Plural se transformó en Vuelta.
La casa de Plural
En respuesta cabal al proyecto acariciado durante tantos años, el primer secretario de redacción de la revista fue Tomás Segovia. Pero la relación entre ambos fue difícil, si hacemos caso a las misivas no publicadas en Cartas a Tomás Segovia (1957-1985)[15]. En las inéditas podemos leer a un Paz desesperado pues al inicio de la revista, exactamente igual que como le ocurrió con Vuelta, no estaba en México, sino en Cambridge y le escribía o hablaba por teléfono a Segovia obsesivamente sobre todos los asuntos imaginables: le envía recortes, le pide informes administrativos, lo reprende porque no llega el correo, porque no se han hecho los cupones de suscripción, porque los escritores mexicanos no quieren mandar colaboraciones o simplemente las prometen y no las entregan. Por eso, Paz se la pasa buscando aquí y allá, entre sus amigos extranjeros, quienes deseen colaborar, y enviando innumerables recortes de otras revistas para que con ellos se ocupe el espacio de la que fue una de sus secciones predilectas, redactada, sin firma, muchísimas veces por él mismo: “Letras, letrillas y letrones”. También colaboraron en ella Tomás Segovia, a sugerencia y redacción explícitas de Paz en sus cartas, y más tarde Gabriel Zaid, Carlos Fuentes, José de la Colina, Damián Bayón, entre otros.
Si contrastamos esta actividad con la acusación a la revista de “extranjerizante”, nos damos cuenta de que la cocina de una casa –y una revista es una casa– no es como la imaginan. De una manera similar podemos comprender una de las razones por las que Plural fue también una casa de la traducción, y –ya lo ha reseñado King– Paz convierte a Juan Almela (Gerardo Deniz), Tomás Segovia y Ulalume González de León en sus traductores estrellas.
Desde Cambridge, Paz critica incesantemente todas las particularidades que encuentra erróneas en la revista y prepara –en cartas interminables llenas de apartados, subapartados, incisos y los respectivos comentarios– los índices de números que, en muchos casos, aparecerán meses después. El 27 de enero de 1972, después de las habituales reprimendas, en el inciso número IV de la carta, Paz hace una curiosa “autocrítica”:
No repetiré que hago mías ciertas críticas. Pero, a mi juicio, no hay que bajar el nivel de la revista. Sobre esto no cedo. ¿Faltan mexicanos? Claro que faltan pero no podemos hacer nada sino insistir, insistir e insistir. Hay que pedirle de nuevo algo a Arreola, Fuentes, Elizondo […]. Creo que hay que enraizar a Plural en el suelo de México, incluso si ese suelo es singularmente hostil (lodo y cemento). “Letras, Letrillas, Letrones (3L)” debería ser nuestro instrumento de penetración [sic]. “3L” fue concebida como una sección informativa y polémica pero, por lo que toca a México, no ha sido ni lo uno ni lo otro. No es tan difícil hacer una relación de los principales libros, exposiciones, conciertos y sucesos del mes. En esa relación podría, muy brevemente, apuntarse una crítica: aplauso, abrazo, beso o pellizco, bofetada, cuchillada…
Efectivamente, “Letras, Letrillas, Letrones” se convirtió en el espacio predilecto de la crítica, muchas de las veces severa e incluso sarcástica, pero también dio lugar al arte (en la subsección “De las artes”), a la broma, a los experimentos de Oulipo que proponía José de la Colina, a ejercicios de traducción incluidos en la subsección “La vida breve”, a las noticias literarias fuera y dentro de México, a los comentarios sobre cine, a las cartas y polémicas, a la política.
“Plural fue plural y fue un ser vivo, en permanente revolución. Si la revista inició con 16 páginas, su último número tuvo 86”.
A la salida de Segovia en septiembre de 1972 y el ingreso de Kazuya Sakai el mes siguiente como secretario de redacción, Paz se tranquiliza un poco: la casa ya es habitable, aunque siempre en perpetua remodelación. Es difícil hacer una descripción de este cuerpo vivo, porque a cada momento nacían nuevas secciones. Además de los ensayos principales, existió desde el primer número un suplemento literario y, más tarde, se hizo uno artístico a color, o se presentaron suplementos de historia y sociología, como el dedicado a la demografía (en septiembre de 1972), asunto que preocupaba muchísimo a Paz. A veces apareció una sección llamada “Documentos”, que, sin embargo, no fue permanente. Estos documentos trataron por lo general temas biográficos o políticos; tal es el caso de la reproducción de partes de los cuadernos de Víctor Serge y de su correspondencia con André Gide (Plural, 5); “Mi testamento” de Nadezhda Mandelshtam (Plural, 10), o escritos que funcionaban a modo de denuncia política, como “Argentina 1972: los fusilamientos de Trelew”, dedicado a la masacre de 16 jóvenes peronistas, que apareció en el número 15.
Algunas subsecciones de “Letras, Letrillas, Letrones” se transformaron en secciones: “Libros”, por ejemplo, a partir de julio de 1973. Es interesante advertir que ya dentro de “Libros”, ese mismo año se abre una nueva subsección llamada “Reseñas breves”, que más tarde desapareció. Plural fue plural y fue un ser vivo, en permanente revolución. Si la revista inició con 16 páginas, su último número tuvo 86.
En el inicio y durante un buen tiempo, Plural reprodujo o propició discusiones que se llevaban a cabo en congresos o reuniones intelectuales o artísticas. Son señaladas las colaboraciones que dieron cuenta de las respuestas a preguntas que Paz proponía: la revista abrió el primer número con el debate sobre la modernidad de nuestra literatura (“¿Es moderna la literatura latinoamericana?”); también se publicó la charla de Frederick C. Turner y Paz con John Womack, para hablar sobre el presente y el futuro de México, en el número 6, o el multicitado número 13 de Plural, de octubre de 1972, cuando se publicó “La letra y el cetro” de Paz, como introducción a la discusión titulada “Los escritores y la política”, en la que participaron, además del poeta, Carlos Fuentes, Juan García Ponce, Jaime García Terrés, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Tomás Segovia, Luis Villoro y Gabriel Zaid. Uno de los antecedentes de esta polémica fue la “Carta a Carlos Fuentes”, publicada por Zaid en el número previo, donde le aseguró al narrador que no era posible que, en relación con los sucesos del Jueves de Corpus, el gobierno se amparara en la idea de una trampa de las fuerzas del mal en vez de explicar públicamente los hechos. Para Zaid era un error que Fuentes usara su “prestigio internacional para reforzar al Ejecutivo, en vez de reforzar la independencia frente al Ejecutivo”[16] . Ante el voto de confianza solicitado por el narrador para que el gobierno de Echeverría aclarara los hechos del Jueves de Corpus, Zaid lo conminó a que pusiera un plazo al presidente o le retirara su apoyo, cosa que Fuentes no hizo.
Además de estas colaboraciones de algún modo colectivas, Plural mantuvo varias columnas: la de Paz, que continuaba la que por muchos años realizó en la Revista de la Universidad, “Corriente alterna”, pero que sólo apareció en cuatro números. La “Compuerta” de Cosío Villegas, dedicada a la crítica política; “A pluma” de Gastón García Cantú (que nació en el último año de la revista) y las dos más largas e importantes columnas de la publicación: “Manual del distraído” de Alejandro Rossi y “Cinta de Moebius” de Gabriel Zaid.
En marzo de 1975, cuando la casa ya estaba bien asentada, Paz recordaría a su viejo amigo Albert Camus, al anunciar, finalmente, un Consejo de Redacción en forma. Su anuncio es prácticamente un editorial de la historia de la revista, de sus intereses y de la forma como podemos definir a sus integrantes, quienes casi un año después acompañaron también a Paz en la aventura de Vuelta. Me permito ahora citar ese anuncio in extenso:
Desde su nacimiento, Plural quiso ser un lugar de convergencia de los escritores independientes de México. Convergencia no significa uniformidad y ni siquiera coincidencia, salvo en la común adhesión a la autonomía del pensamiento y a afición a la literatura no como prédica sino como búsqueda y exploración, ya sea del lenguaje o del hombre, de la sociedad o del individuo. Varios escritores amigos, aceptando nuestra invitación, han decidido colaborar más estrechamente con Plural; al efecto, se ha constituido un Consejo de Redacción integrado por José de la Colina, Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Alejandro Rossi, Tomás Segovia y Gabriel Zaid. Los Contemporáneos se llamaban a sí mismos un “grupo de soledades”; el Consejo de Redacción de Plural no es un grupo pero tampoco es un conjunto de soledades. Una expresión de Albert Camus nos servirá para describir la situación y la actitud de los miembros del Consejo: “Solitarios/solidarios”.[17]
Muchos años atrás, en 1965, Paz le escribía a Tomás Segovia desde la India: “Siempre soñé con una revista que uniese a unos cuantos escritores de lengua española y fuese un ejemplo para mucha gente […]: ver con la cara levantada, afrontar al otro”[18]. Ese fue el espíritu de la casa llamada Plural y su herencia pervivió en Vuelta.
Referencias bibliográficas:
Benedetti, Mario, “Mafia, literatura y nacionalismo”, Marcha, 1627 (12 de enero de 1973), 29-31.
Cabral, Nicolás, “Plural, entre el tronco y la rama”, en Gabriel Wolfson (ed.), Se acabó el centenario: lecturas críticas en torno a Octavio Paz. México: Universidad de Las Américas Puebla, 2015. 31-40.
Cayuela, Ricardo y Álvaro Enrigue. “Vuelta a la semilla. Entrevista con Alejandro Rossi”, Letras Libres, 96 (diciembre de 2006), 24-27.
King, John. Plural en la cultura literaria y política latinoamericana. México: Fondo de Cultura Económica, 2011.
Paz, Octavio. “Vuelta”, Vuelta, 1 (diciembre de 1976), 4-5.
______. Cartas a Tomás Segovia (1957-1985), México: Fondo de Cultura Económica, 2008.
______ y Kazuya Sakai. “Cambio y continuidad”, Plural, 42 (marzo de 1975), p. 82.
Scherer, Julio. “Un testimonio”, en Marie-José Paz, Adolfo Castañón y Danubio Torres Fierro (eds.), A treinta años de Plural (1971-1976), t. 111. México: Fondo de Cultura Económica, 2001.
Toledo, Alejandro y Pilar Jiménez Trejo, Creación y poder. Nueve retratos de intelectuales, México: Joaquín Mortiz, 1994.
Wolfson, Gabriel. “Último round: la revista Plural como respuesta sintáctica a Casa de las Américas”, Iberoamericana, XVI: 61 (2016), 189-210.
Zaid, Gabriel. “Carta a Carlos Fuentes”, Plural, 12 (septiembre de 1972), 52-53.
Correspondencia inédita
Fuentes, Carlos. Carlos Fuentes Papers, Paz, Octavio; Box 306 Folder 4; Manuscripts Division, Department of Rare Books and Special Collections, Biblioteca de la Universidad de Princeton.
Paz, Octavio. Correspondencia de Octavio Paz. Archivo Plural. Cajas A-Z, Archivo de Letras Libres.
______. Cartas a Tomás Segovia. Copia de las cartas en el archivo de Zona Paz (sitio web).
[1] Ricardo Cayuela y Álvaro Enrigue, “Vuelta a la semilla. Entrevista con Alejandro Rossi”, Letras Libres, 96 (diciembre de 2006), p. 24.
[2] Julio Scherer, “Un testimonio”, en A treinta años de Plural (1971-1976). México: Fondo de Cultura Económica, 2001. P. 3.
[3] Agradezco a Enrique Krauze haberme permitido revisar la correspondencia de Plural y Vuelta en el archivo de Letras Libres. En adelante, y en el caso de esta correspondencia, cito por la fecha de la carta.
[4] Octavio Paz, “Vuelta”, Vuelta, 1 (diciembre de 1976), p. 5.
[5] Alejandro Toledo y Pilar Jiménez Trejo, Creación y poder. Nueve retratos de intelectuales. México: Joaquín Mortiz, 1994. P. 68.
[6] Mario Benedetti, “Mafia, literatura y nacionalismo”, Marcha, 1627 (12 de enero de 1973), p. 29.
[7] En abril de 1974 Rama escribe un ensayo en la Revista de Literatura Hispanoamericana, 5, llamado “Los procesos de transculturación en la narrativa latinoamericana”, que será ampliado para su publicación en México en 1984 e incluido en su famoso libro Transculturación narrativa en América Latina, Siglo XXI, 1984.
[8] John King, Plural en la cultura literaria y política latinoamericana. México: Fondo de Cultura Económica, 2011.
[9] Gabriel Wolfson, “Último round: la revista Plural como respuesta sintáctica a Casa de las Américas”, Iberoamericana, XVI: 61 (2016), 189-210.
[10] Nicolás Cabral, “Plural, entre el tronco y la rama”, en Gabriel Wolfson (ed.), Se acabó el centenario: lecturas críticas en torno a Octavio Paz. México: Universidad de las Américas Puebla, 2015. P. 31.
[11] King, Plural en la cultura literaria y política latinoamericana, op. cit., 76-78.
[12] Ibid., p. 95.
[13] Carlos Fuentes Papers, Paz, Octavio; Box 306 Folder 4; Manuscripts Division, Department of Rare Books and Special Collections, Biblioteca de la Universidad de Princeton. En adelante se cita por la fecha de la carta.
[14] King, Plural en la cultura literaria y política latinoamericana, op. cit., p. 234.
[15] Agradezco a Zona Paz, a Guillermo Sheridan y Ángel Gilberto Adame, la posibilidad de revisar copia de esas misivas, que cito por la fecha de su expedición.
[16] Gabriel Zaid, “Carta a Carlos Fuentes”, Plural, 12 (septiembre de 1972), 52-53.
[17] Octavio Paz y Kazuya Sakai, “Cambio y continuidad”, Plural, 42 (marzo de 1975), p. 82.
[18] Octavio Paz, Cartas a Tomás Segovia (1957-1985). México: Fondo de Cultura Económica. P. 48.