Diseño del alfabeto de Plural: Vicente Rojo.
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Literatura

Plural

¿Cuál era la ideología de Plural? ¿Cuál era la configuración intelectual de Octavio Paz y de los pensadores que colaboraban para la revista? Armando González Torres escribe este interesante ensayo sobre las multiplicidad de voces que habitaron la revista, así como la pluralidad de temas que la conformaban, los cuales iban desde ciencia, lingüística y demografía, hasta música, poesía, literatura, cultura popular, antropología y política. Plural fue un proyecto crítico en que el perspectivismo, la curiosidad y la caída de todo régimen de verdad eran las premisas fundamentales, y que ahora puede consultarse gracias a su digitalización.


Por Armando González Torres

La revista Plural, crítica, arte, literatura, dirigida por Octavio Paz, se publicó entre octubre de 1971 y julio de 1976, alcanzó a publicar 58 números, albergó a decenas de autores mexicanos y extranjeros, incursionó en las más diversas disciplinas y dio cabida a distintas ópticas políticas, otorgando un importante peso al pensamiento liberal, en una época de hegemonía de la izquierda en el mundo intelectual y la academia. Plural resulta esencial para rastrear la configuración intelectual de Octavio Paz y de un grupo de artistas y pensadores que, de muy diversas maneras, apostaron por una postura intelectual, que contrastaba con los usos y costumbres de la época. En efecto, tanto en México como en América Latina, el liberalismo, entendido en su acepción más genérica como aprecio por la democracia representativa, respeto a las libertades individuales y aceptación de la economía de mercado, tenía pocos adeptos en el mundo intelectual altamente polarizado de los años setenta. En el caso de México, las matanzas del 68 y del 71, hacían difícil pensar en una superación gradual y pacífica del régimen de partido casi único y de una transición a una sociedad más abierta. En lo que atañe a América Latina, el derrocamiento de un gobierno de izquierda electo democráticamente en Chile y la proliferación de regímenes autoritarios o, de plano, sangrientas dictaduras desprestigiaba las opciones democráticas de transformación y privilegiaba el enfoque del cambio violento y la guerrilla. De hecho, los términos mismos de “liberal” y “democrático” eran vistos con desconfianza por la mayoría de la izquierda y se consideraban como eufemismos ideológicos que justificaban la vigencia de un capitalismo despiadado y enajenante, que las potencias imperialistas buscaban exportar. La propia convergencia de Paz con los presupuestos del liberalismo fue lenta y paulatina: Paz nunca fue un liberal ortodoxo y el poeta nunca dejó de considerarse a sí mismo un hombre de izquierda. En efecto, el liberalismo de Paz no era doctrinario, se trataba más bien de un libertarismo instintivo, que se oponía espontáneamente a cualquier forma de inducción intelectual u opresión política. A menudo, incluso en sus obras escritas a edad avanzada, criticó las limitaciones del liberalismo, la democracia y la economía de mercado para crear vínculos interpersonales significativos y justicia social; sin embargo, si bien reconocía que el marco liberal, la democracia y el mercado por sí solos no eran suficientes para conformar una sociedad armónica, sí eran componentes indispensables del progreso económico y de cualquier convivencia social digna.

El liberalismo de Paz no era doctrinario, se trataba más bien de un libertarismo instintivo, que se oponía espontáneamente a cualquier forma de inducción intelectual u opresión política.

 

Octavio Paz, 1975.

Plural respondió a una venturosa confluencia entre Julio Scherer y Octavio Paz, quien buscaría patentar, durante el resto de su trayectoria, el arquetipo del escritor independiente.

La existencia de Plural respondió a una venturosa confluencia entre la apertura del director del periódico más influyente de la época, Julio Scherer, y la disponibilidad de un intelectual, Octavio Paz, que había terminado abruptamente una larga carrera en el servicio público y buscaría patentar, durante el resto de su trayectoria, el arquetipo del escritor independiente. Como es muy sabido, Octavio Paz renunció a su puesto como embajador de México en la India en protesta por la represión del gobierno al movimiento estudiantil del 68. Paz pasó más de un año viajando y cumpliendo compromisos académicos y retornó al país en 1971. A su regreso a México, Paz valoró diversas alternativas: participar activamente en política dentro de un partido de izquierda democrática en gestación, abrazar la vida académica o vivir únicamente de la escritura. Pronto, surgió otra que implicaba retomar su vieja y siempre añorada vocación de editor (desde su más temprana juventud Paz fue animador de numerosas publicaciones y, a lo largo de su estancia en el extranjero, abrigó el proyecto de formar una revista internacional de ideas y cultura). Julio Scherer, director de Excélsior, le propuso hacer un semanario de política, lo que Paz rechazó, proponiéndole, a cambio, publicar una revista mensual de ideas, arte y cultura, con una visión omnívora y con apertura a diversas manifestaciones ideológicas. El nombre de la revista era emblemático de una necesidad en el debate de la época; sin embargo, no fue fácil dar con el mismo.

Como dice Julio Scherer: 

“Al nombre de su revista le dimos vueltas y revueltas como le gustaba decir a Octavio. La pluralidad en el país ya era una exigencia de la época. La mentira carcomía los cimientos de la sociedad. […] De pronto, como ocurre siempre, dijo Octavio con la certeza del enigma resuelto, Plural1.

Julio Scherer le dio a Paz libertad absoluta en el diseño y contenido de la revista, apoyo financiero para contratar colaboraciones y un buen tiraje. A su vez, la figura de Paz fue fundamental para convertir a Plural en la revista hispanoamericana más importante de su tiempo: por un lado, su prestigio y red de relaciones en todo el mundo magnificaron el poder de convocatoria de la revista; por otro lado, su enorme curiosidad y su instinto periodístico le hicieron abrirse a los más diversos temas desde las ciencias, la lingüística o la demografía hasta las artes plásticas, la música y la creación literaria. Asimismo, Paz se acompañó de un equipo muy capaz, con una composición y perspectiva cosmopolita y logró hacer confluir diversas formaciones y competencias. La oferta de la revista combinaba lo clásico y lo vanguardista, la coyuntura y la reflexión de largo alcance y mezclaba con fortuna perfiles académicos y artísticos. Gracias a su capacidad de análisis, a su tino periodístico y a su vena polémica Plural pronto se convirtió en un referente y, junto con la combativa La cultura en México, comenzó a establecer la agenda intelectual.

Gracias a su capacidad de análisis, a su tino periodístico y a su vena polémica, Plural pronto se convirtió en un referente.

Número 1 de Plural, octubre de 1971.

El primer número apareció en octubre de 1971. La revista, sin portada, tenía una apariencia seria y sobria y estaba ilustrada en su totalidad con viñetas de José Luis Cuevas. Su artículo principal era “El tiempo del mito” del ya muy célebre antropólogo Claude Lévi-Strauss, y trataba sobre la función del mito en las culturas precolombinas. También incluía un artículo del poeta y pintor belga Henri Michaux sobre “Los ideogramas en China (la caligrafía como fondo expresivo)” y otro del crítico norteamericano Harold Rosenberg “El arte actual: una idea enredada en la materia”. Además, en su suplemento literario, Kazuya Sakai tradujo “Kenko: el libro del ocio”, un texto clásico japonés del siglo xiv. Estas cuatro colaboraciones dejaban ver los intereses antropológicos, por las artes plásticas y por la cultura de Oriente que caracterizaban a Paz. Como en todas sus publicaciones, la creación poética era fundamental y en el primer número se invitó al poeta argentino Roberto Juarroz. Además, fiel a su vena dialógica y polémica, Paz convocó a una mesa redonda, “¿Es moderna la literatura latinoamericana?” en la que participaban él mismo, Carlos Fuentes, Juan García Ponce, Gustavo Sáinz y Marco Antonio Montes de Oca. El número lo completaban un ensayo de Ramón Xirau sobre José Lezama Lima y un reportaje de Elena Poniatowska sobre el festival de rock de Avándaro (un tema de cultura popular que contrastaba un tanto con el resto del número y el perfil ulterior de la revista, pero que sin duda respondía al interés periodístico de la época). La única colaboración de temática política era la del ensayista Gastón García Cantú, “El valor malentendido: Iglesia y Estado en México”, que se refería a la compleja relación entre estos dos poderes. García Cantú, escritor controvertido y temperamental, era un apasionado estudioso y admirador del liberalismo mexicano del siglo xix, observaba en la época de la Reforma y la República restaurada, una etapa de esplendor de las ideas y los valores republicanos, y encontraba en la lucha decimonónica entre liberales y conservadores una representación del drama recurrente de la historia de México. 

Páginas interiores del número 1 de Plural, octubre de 1971.

Si bien, desde el principio, Plural incluyó a defensores del ideario liberal, su orientación fue ecléctica. En particular, se convocó a voces de orientación socialdemócrata que buscaban establecer una mediación entre la defensa a ultranza del capitalismo y la justificación del socialismo burocrático. En lo que se refiere al debate doméstico se convocaron puntos de vista muy distintos y, a menudo, se propició la polémica interna, como ejemplifica el famoso debate entre Carlos Fuentes y Gabriel Zaid sobre el apoyo a Luis Echeverría. En efecto, en agosto de 1972, Carlos Fuentes, quien había manifestado repetidamente su simpatía por Echeverría, publicó en Plural un artículo denominado “Opciones críticas en el verano de nuestro descontento”, en el que señalaba que el nuevo presidente impulsaba una política internacional independiente equidistante de los imperialismos norteamericano y soviético y, al mismo tiempo, una mayor intervención estratégica del Estado mexicano para encauzar un desarrollo más igualitario. Este planteamiento dual era correcto, pero muchos intereses y fuerzas oscuras se oponían, de ahí la importancia de apoyarlo explícitamente. En el siguiente número, Gabriel Zaid escribió una “Carta abierta” a Fuentes en la que advertía del peligro de poner al servicio del poder político el precario pero valioso poder del intelectual que era su credibilidad pública. Un mes después, en octubre, se publicó otra discusión sobre los escritores y la política a la que fueron convocados Juan García Ponce, Jaime García Terrés, Luis Villoro, Tomás Segovia, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Gabriel Zaid y Carlos Fuentes. En suma, el debate político nacional fue rico y convocó a diversas plumas. De hecho, Daniel Cosío Villegas, quizá el interlocutor más incómodo del presidente Echeverría, fue un colaborador frecuente con apuntes críticos sobre el estilo personal de gobernar de Echeverría o sobre las viciadas relaciones entre el intelectual y el gobierno. Otra pluma asidua de Plural fue Gabriel Zaid quien, con humor y pasmosa exactitud, criticó tanto los excesos de la clase gobernante como la pulsión megalómana y faraónica del Estado desarrollista o los vicios e imposturas de la clase universitaria.

En la revista hubo una pluralidad de rostros. De izquierda a derecha: Tomás Segovia, Gabriel Zaid, Kayuza Sakai, Alejandro Rossi, José de la Colina, Octavio Paz. Debajo: Salvador Elizondo y Juan García Ponce.

Plural también convocó a escritores, historiadores e intelectuales de las nuevas generaciones, desde Enrique Krauze hasta Adolfo Castañón, que contribuyeron con frescura a las más variadas formas de crítica cultural. Igualmente, publicó a académicos como Víctor Urquidi, Rafael Segovia, Mario Ojeda y Carlos Bazdresch, que reforzaban el enfoque sobre temas como economía, relaciones internacionales o política. En cuanto a las figuras hispanoamericanas, hubo también una amplísima nómina de colaboradores de distinto signo desde Jorge Luis Borges hasta Julio Cortázar, pasando por Guillermo Cabrera Infante, Severo Sarduy, los antípodas uruguayos Emir Rodríguez Monegal y Ángel Rama o los españoles Juan Goytisolo, Pere Gimferrer y Julián Ríos. Destaca la frecuente colaboración de Mario Vargas Llosa, en cuyas posiciones es posible observar de manera ejemplar la compleja transición de los discursos más convencionales de la izquierda hacia posiciones más cercanas a la democracia, el liberalismo político y la economía de mercado.

El propio Paz utilizó habitualmente su revista para expresar y modular su pensamiento político: su escepticismo sobre la capacidad del sistema político mexicano para adaptarse a los imperativos de democracia y apertura que demandaba el cambio demográfico y social; las formas de travestismo de los mecanismos de control social y, al mismo tiempo, la denuncia a los espejismos del cambio político violento y el rechazo a las distintas formas de coerción y represión tanto en el ámbito del socialismo real como en otros espacios de Occidente y América Latina.

Como dice John King: 

Podemos dividir los intereses de Paz en cuatro preocupaciones principales: la relación entre el escritor y el Estado, ese “ogro filantrópico”, como lo definiría en un célebre artículo publicado en Vuelta en agosto de 1978; una inquietud más amplia sobre la evolución y el legado de la Revolución mexicana; comentarios sobre los acontecimientos internacionales más significativos de la época, como el golpe de Estado en Chile, y un interés permanente por exponer la naturaleza de los abusos en la Unión Soviética, particularmente en el Gulag 2.

Plural fue testigo de las políticas y desplantes de un régimen sin contrapesos. En el plano internacional, observó la agudización de la Guerra Fría y tanto el crecimiento del intervencionismo de Estados Unidos como del expansionismo y la represión interna en la URSS.

En lo doméstico, Plural fue testigo de las políticas y desplantes de un régimen sin contrapesos, de la agitación e intransigencia universitaria, de la cólera guerrillera, de la precariedad de la oposición democrática y de la actitud fanática o falsaria de muchos intelectuales. En el plano internacional, observó la agudización de la Guerra Fría y tanto el crecimiento del intervencionismo de Estados Unidos como del expansionismo y la represión interna en la urss. Al respecto, fue constante en la crítica a la urss publicando numerosos testimonios sobre la represión y la falta de libertades, como el número dedicado a Alexander Solzhenitsyn. Igualmente, aunque matizada, la revista fue pionera en la crítica a Cuba, lo que generó muchas fricciones con el grueso de la izquierda mexicana. Desde luego, Plural no se cerró a registrar y criticar el ascenso de las dictaduras latinoamericanas y el propio Paz condenó el golpe de Estado en Chile en 1973, aunque también señaló las divisiones y maximalismos como enfermedades endémicas de la izquierda, que volvía a sus gobiernos vulnerables al imperialismo y el militarismo. Más allá de la política de coyuntura, Paz tuvo un interés por la prospectiva y los desarrollos de largo alcance y reprodujo artículos como el del economista John Keneth Galbraith sobre la crisis de las sociedades industriales o el de Daniel Bell sobre las sociedades posindustriales. Asimismo, Paz, que cuando dirigía Plural también daba clases en Estados Unidos, convocó a una amplia gama de intelectuales de ese país desde Noam Chomsky hasta Irving Howe. Además, de esta constelación norteamericana, Paz convocó lo mismo a marxistas disidentes europeos como Kostas Papaioannou y Leszek Kolakowski que a instituciones del pensamiento liberal de derecha como Raymond Aron.

Como dice Antonio López Mijares: 

Quizá la singularidad de la revista respecto a sus prestigiados referentes hispanoamericanos y europeos haya descansado en la función crítica que aspiró a representar, simultáneamente con sus previstas responsabilidades en la difusión artística y literaria, función que se tradujo en un claro designio político: la reivindicación de la idea liberal y del modelo democrático representativo para México y Latinoamérica. Este rasgo supuso en los hechos una equidistancia respecto tanto de las revistas apolíticas, defensoras de la autonomía del arte y de la cultura ante las determinaciones políticas, como de aquellas que asumían una explícita vocación al servicio de ideas y planteamientos políticos. Plural fue, en este sentido, una revista inequívocamente culturalista y literaria, que también asumió responsabilidades civiles.3


Plural fue una publicación de extraordinaria variedad (se cultivaron los más diversos géneros literarios y periodísticos) y calidad en su nómina y sus puntos de vista, con un gusto riguroso y provocador al mismo tiempo, orientado a romper barreras y feudos del conocimiento y a cultivar la curiosidad como una de las formas más altas del humanismo. En el terreno político, su apertura dio cabida a una serie de planteamientos de raigambre liberal, poco populares entonces, que luego se volverían parte fundamental del acervo de valores y derechos contemporáneos. De ahí la importancia de restituir y hacer accesible al gran público, mediante su digitalización, este invaluable legado intelectual que formó a toda una generación.

Octavio Paz tuvo la revista en sus manos.

 

1 Scherer, Julio, “Un testimonio” en A treinta años de Plural. (1971-1976). Revista fundada y dirigida por Octavio Paz. México, Fondo de Cultura Económica, p. 3.

2 King, John, Plural en la cultura literaria y política latinoamericana. De Tlatelolco a El ogro filantrópico, México, Fondo de Cultura Económica, 2007. p. 129.

3 López Mijares, Antonio, “Intelectuales, política y cultura. Plural, boceto de una revista” en Metapolítica n. 78, julio-septiembre de 2012, pp. 27-28



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