Gustavo Delgado Parra y Ofelia Gómez Castellanos son, en primer lugar, organistas. Y, en primer lugar, promotores. Y, en primer lugar, organizadores. Y, en primer lugar, investigadores. Y, en primer lugar, detectives de órganos. Y, en primer lugar, restauradores. Y, en primer lugar, divulgadores. Y, en primer lugar, educadores. Si lo digo de este modo es que, para ellos, todas estas actividades son parte de un único mundo musical y cultural, y a todas ellas se dedican con ahínco y asiduidad singulares. Entre todo esto que hacen Gustavo y Ofelia, es probable que la huella más notoria y duradera sea la del Festival Internacional del Órgano Barroco, que fundaron en 1992 y que organizan y dirigen desde entonces. Para hablar un poco (de lo mucho que se puede hablar) sobre el festival y algunos temas conexos, me reúno con Gustavo y Ofelia ante diversas modalidades de café y variados sabores de jugo de frutas. He aquí lo medular de nuestro grato intercambio. Con su aprobación, decidí redactar sus respuestas y comentarios en una sola voz, no sólo por claridad y concisión, sino también porque, en efecto, Gustavo y Ofelia hablan con una sola voz.
Gustavo y Ofelia (G y O): En este 2022, el Festival Internacional de Órgano Barroco cumple una efeméride importante: vamos a realizar la edición número XXX. El origen del festival está en los cuatro años que pasamos estudiando en Holanda. Nos llenamos de una ilusión enorme y regresamos a México con un gran ímpetu para este proyecto. Desde su inicio, el apoyo institucional para realizarlo ha sido mínimo, casi inexistente. Durante esos cuatro años no regresamos a México, y cuando finalmente volvimos, estábamos muy desconectados del medio. Pero en cuanto llegamos, en 1992, comenzamos a organizar la primera edición del festival, que arrancó en noviembre de ese año.
Juan Arturo Brennan (JAB): Sin apoyo institucional, ¿cómo lograron echar a andar, y mantener, este proyecto?
G y O: Básicamente, con nuestros propios recursos, y así ha sido desde entonces. En aquella ocasión incluimos algunos órganos básicos: los de San Martín Texmelucan y de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, que fue nuestra sede principal durante 23 años. Un hecho a resaltar es que siempre hemos tenido un importante apoyo de los colegas organistas tanto nacionales como internacionales. Muy eventualmente, hemos tenido algunos apoyos, como los del Fonca (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes) en algunas ocasiones (en el rubro de Proyectos y Coinversiones Culturales), los cuales quedaron muy limitados cuando cambiaron las reglas. Y hay un elemento muy importante que señalar: el apoyo de las embajadas, específicamente, las de los países cuyos organistas hemos invitado. Por ejemplo, para este festival del 30 aniversario, contamos con la colaboración de cuatro embajadas: la italiana a través del Instituto Italiano de Cultura; la alemana a través del Instituto Goethe; y las embajadas de Holanda y de Suiza. Este apoyo de las embajadas ha sido constante. La iniciativa privada nos ha apoyado en algunas ocasiones, en otras, el Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), cuando Sergio Vela era su presidente.
Si bien el órgano barroco es el origen y la motivación principal de este añejo festival, sus organizadores no se han puesto límites dogmáticos estrechos, sino que han promovido la participación de órganos más modernos en las distintas ediciones del festival.
JAB: Esta incertidumbre en la continuidad de los apoyos para realizar el festival, ¿cómo ha influido en su permanencia y desarrollo?
G y O: Debemos decir que, a pesar de esa incertidumbre, la calidad de la propuesta artística que hemos ofrecido año tras año ha sido siempre de primer nivel. También hay que señalar la diversidad del festival: ninguna edición ha estado dedicada a un instrumento específico, y siempre intentamos dar a nuestra selección de órganos la mayor variedad posible. Un dato importante es que hemos ido incorporando al instrumental del festival órganos de cuya restauración nos hemos ocupado. Una de las sedes que más nos ha apoyado ha sido la parroquia de San Agustín, gracias al compromiso de la Orden de los Agustinos, que se ha convertido en una sede increíble para la divulgación de la cultura del órgano en México.
JAB: (Esta mención invita a interpolar un comentario: si bien el órgano barroco es el origen y la motivación principal de este añejo festival, sus organizadores no se han puesto límites dogmáticos estrechos, sino que han promovido la participación de órganos más modernos en las distintas ediciones del festival).
G y O: Gracias a ello, el festival ha contado con una gran variedad de instrumentos y, por ende, con una gran variedad de repertorios, con diferentes estéticas. Los órganos antiguos, que son una maravilla, son instrumentos en los que se puede tocar un cierto repertorio. En general, tienen un solo teclado, no tienen pedalier y carecen de los recursos que sí están presentes en los órganos más nuevos. En los órganos barrocos de que disponemos, no se pueden tocar, por ejemplo, las grandes obras de Bach, o las de Messiaen. En este sentido, un elemento central del festival ha sido el rescate y la promoción de los instrumentos históricos, que, generalmente, sí son barrocos, pero hemos incluido también órganos más recientes, lo que nos ha permitido programar música que va del Renacimiento hasta nuestros días. Nuestra intención es que todos estos órganos no sean simples piezas de museo, sino que tengan vigencia y a la vez, participación en las estéticas más nuevas.
JAB: Esta amplitud de miras del Festival Internacional del Órgano Barroco se refleja, puntualmente, en la inclusión de obras nuevas y, en una ocasión, en la realización de un concurso de composición para órgano, en 2008, del que surgió alrededor de una docena de obras, cuya mayoría se estrenó en esa edición. En ese año, por cierto, se llevó a cabo un concurso de interpretación organística. En medio de nuestro diálogo y a petición curiosa mía, los organistas mencionan un dato asombroso: tienen detectados más de quinientos órganos barrocos dispersos por toda la geografía nacional; de ellos, lamentablemente, no más del cinco por ciento están en condiciones de ser tocados. Poco después de su regreso a México, Gustavo y Ofelia promovieron y lograron la restauración del órgano barroco que se encuentra en el Santuario de los Remedios, en la pirámide de Cholula.
G y O: Después, Fomento Cultural Banamex nos apoyó para la restauración de tres órganos en Oaxaca, los de Yanhuitlán, Tlaxiaco y la Basílica de la Soledad. Previamente, hicimos un estudio de campo en todo el estado de Oaxaca, que arrojó un catálogo de alrededor de cuarenta instrumentos, publicado en el año 2000, precisamente por Fomento Cultural Banamex. Una vez elegidos y restaurados los órganos, iniciamos un plan piloto de enseñanza básica del órgano en las comunidades donde están los instrumentos, así como de capacitación de recursos humanos para dar mantenimiento y conservación a esos órganos.
JAB: Para volver a los asuntos específicos del Festival Internacional del Órgano Barroco…
G y O: A lo largo de todos estos años, hemos tenido a muchos organistas notables; entre ellos, Ton Koopman, Gustav Leonhardt, Martin Gester, Piet Kee, Claudio Astronio, Martin Schmeding, Winfried Bönig, José Luis González Uriol, Markus Khunis. Y a la vez comenzaron a participar jóvenes organistas surgidos de nuestro programa de restauración y capacitación. Paralelamente al festival, hemos realizado academias internacionales de interpretación organística; todos los organistas invitados han estado involucrados en impartir clases magistrales. Por cierto: en los dos años de la pandemia no tuvimos clases, pero gracias a los nuevos medios tecnológicos, pudimos traer a nuestro público interpretaciones de organistas de diversas partes del mundo, ejecutadas en sus propios órganos.
JAB: Dado que en México no hay una amplia cultura del órgano, ¿cómo ha sido la presencia del público en estos treinta años de festival?
G y O: Cuando hemos tenido recursos para difusión, el público ha participado de manera entusiasta. Aunque pequeño, sí hay en México un público aficionado al órgano, y creemos que, a través del festival, hemos colaborado de una manera importante a crear nuevos públicos para nuestro instrumento y su música. La gente de la catedral nos decía que, durante el festival, la gente hacía cola como para un concierto de rock y la catedral se llenaba hasta el tope. De hecho, cuando vino Ton Koopman a tocar en la catedral, prácticamente hubo portazo. Creo que este entusiasmo del público se debe fundamentalmente a la calidad del festival, a su compromiso y a su seriedad.
En ese compromiso está incluido el hecho evidente de que Ofelia Gómez Castellanos y Gustavo Delgado Parra han tocado el órgano en todas las ediciones del festival. Además, cada año tocan también muchas puertas para poder realizarlo, y, al tratarse de un proyecto fundamentalmente personal, siempre tienen la plena convicción de que, se abran o no se abran esas puertas, el Festival Internacional del Órgano Barroco se realizará, contra viento y marea.
G y O: Otra cosa interesante es que el festival se ha vinculado con el Foro Internacional de Música Nueva “Manuel Enríquez”, y ahí se han estrenado varias obras de compositores tanto mexicanos como extranjeros. Además, como consecuencia de las actividades del festival, se han realizado algunas publicaciones de repertorio para órgano, principalmente a través de la Facultad de Música de la UNAM. Vale la pena resaltar que en el festival hemos estado abiertos a incluir en los conciertos otras ofertas sonoras: conciertos de clavecín, música vocal, conjuntos instrumentales, etcétera. El festival quiere convertirse en un foro muy amplio y diverso, en el que el punto de referencia sea el órgano, pero siempre vinculado a otro tipo de manifestaciones.
Finalmente, los indispensables datos duros. El XXX Festival Internacional del Órgano Barroco se inaugurará el 16 de octubre de 2022 en la parroquia de la Asunción en Tlaxiaco, Oaxaca, con un recital de Gustavo Delgado Parra, y concluirá el 18 de diciembre en la parroquia de San Agustín de la Ciudad de México con un concierto con cinco órganos y cinco siglos de música organística de México, en el que actuarán Gustavo Delgado Parra, Ofelia Gómez Castellanos, Agustín Peñuela, Abd El Hadi Sabag y Daniel Toledo. Las otras sedes del festival serán el Instituto Italiano de Cultura, la Iglesia Alemana del Espíritu Santo y la Sala Hermilo Novelo del Centro Cultural Ollin Yoliztli en la capital, así como la parroquia de Santo Domingo Yanhuitlán y la basílica de la Soledad en Oaxaca; la parroquia de San Pablo Zitlaltepec en Tlaxcala; y el exconvento de San Francisco en Atlixco, Puebla. Esta enumeración permite captar el espíritu de variedad y de inclusión que ha caracterizado al festival desde sus inicios, con el dato complementario de que, a lo largo de estas tres décadas, todos los eventos han sido de entrada libre, lo cual es sin duda un logro notable. La información detallada de la historia del festival, así como los datos precisos sobre su edición número XXX, se encuentran en la página de Facebook del Festival Internacional del Órgano Barroco. Es importante señalar que en esta edición de 2022, el festival contará con el patrocinio directo de Arte & Cultura del Centro Ricardo B. Salinas Pliego, a través de una aportación económica y de una campaña de promoción en sus medios de difusión y plataformas de comunicación.
Como corolario, cabe señalar que el órgano suena en la Ciudad de México, no sólo en las fechas del festival; como una consecuencia benéfica de este, hay conciertos de órgano el primer domingo de cada mes, a las tres de la tarde, en la parroquia de San Agustín (sí, esa iglesia gris y grandota que está en Polanco), una sede que, además de su interesante instrumental, posee una acústica asombrosa, potente y resonante.