Se ha vuelto raro el funcionario que no haya publicado un libro. Casi todos lo hacen como de paso, para llegar al poder y hacer cosas más importantes que escribir.
Sin embargo, hay escritores que escriben para entender. Les parece más importante que cualquier otra cosa.
Los que tratan de hacer historia no comprenden a los que se limitan a escribirla. Si no pueden ponerlos a su servicio, los ignoran, los desprecian y hasta los calumnian repetidamente.
Hay que agradecerle a Enrique Krauze (que hace años rechazó un puesto en el poder y ahora es calumniado desde el poder), su valiente crítica del poder a lo largo de los sexenios. Paradójicamente, su preferencia por escribir historia ha resultado una forma de hacer historia que servirá de ejemplo a los jóvenes.