Jean Tinguely (1925-1991) y Niki de Saint Phalle (1930-2002).
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Música

'La Fontaine Stravinsky', fuente-escultura de Jean Tinguely y Niki de Saint Phalle

¿Cuál es la historia detrás de la Fuente Igor-Stravinsky, obra de los artistas Jean Tinguely (1925-1991) y Niki de Saint Phalle, ubicada en la plaza homónima de París? Anne Delécole escribe sobre los símbolos y la historia de la también llamada Fuente de los Autómatas, uno de los monumentos más visitados en la capital francesa, equidistante del Centro Pompidou y de la iglesia de Saint-Merri, cuyos juegos y colorido tornan visible la música del gran músico ruso.


Por Anne Delécole Silberling

El paseante que atraviesa por primera vez la explanada de Beaubourg, en el corazón de París, se ve atraído irresistiblemente hacia unas formas jocosas y coloridas que, a lo lejos, parecen estar bailando en medio de un vasto espejo de agua. Al acercarse, su curiosidad se vuelve asombro y, finalmente, regocijo: ha llegado a la Fuente Stravinsky o Fuente de los Autómatas; imposible no dejarse contagiar por la alegría que emana de sus lúdicas esculturas y los hilos de agua que brotan de ellas como fuegos artificiales.

En 1978, la Alcaldía de París y el Ministerio de Cultura de Francia emitieron una magna convocatoria para presentar proyectos de fuentes esculturales de estilo contemporáneo, destinadas a siete parques y plazas de la ciudad que se buscaba renovar y reanimar. En 1981, el artista suizo Jean Tinguely, célebre por sus negras esculturas cinéticas, sus “máquinas-sonidos”, fue seleccionado para crear una fuente en la plaza Igor Stravinsky. Posteriormente, y a petición de Tinguely, las autoridades del Ministerio y de la Alcaldía dieron su anuencia para que la esposa del escultor, la polémica artista francesa Niki de Saint Phalle, miembro como Tinguely del movimiento Nuevo Realismo[1], participara de manera conjunta en la realización del proyecto.

 

Jean Tinguely y Niki de Saint Phalle modelando en su casa de París, 1966.

 

La plaza Igor Stravinsky, espacio peatonal situado en el extremo sur del conjunto de Beaubourg, está flanqueada por dos edificios emblemáticos cuyas arquitecturas, edades e historias no podrían ser más contrastantes: al suroeste, la iglesia de Saint-Merri, soberbio ejemplo del estilo gótico flamígero del siglo XVI; y al noreste, el audaz Centro Pompidou[2], verdadero juego de Meccano gigante con sus tuberías multicolores, que tanto desconcierto y escándalo provocó en su inauguración en 1977 y que, sin embargo, se ha convertido a lo largo de los años en elemento familiar del paisaje parisino hasta el punto de ser actualmente uno de los monumentos más visitados de la capital francesa.

Podríamos pensar que la disposición de los elementos son fruto de meras ocurrencias de los artistas, pero toda la construcción responde en realidad a un ordenamiento muy preciso derivado de una serie de condiciones específicas.

 

Vista aérea de la Fuente Stravinski, fotografía de Barbara D’Almazzo.

 

Construir una fuente en ese espacio representó un reto mayúsculo. Si bien, a la vista del resultado final, podríamos pensar que la disposición de los elementos de la fuente y los chorros de agua desordenados que lanzan al aire son fruto de meras ocurrencias de los artistas, toda la construcción responde en realidad a un ordenamiento muy preciso derivado de una serie de condiciones específicas.

En primer lugar, es importante tomar en cuenta que, debajo de la plaza Igor Stravinsky, se encuentran las instalaciones fundamentales del Instituto de Investigación y Coordinación Acústica/Música (IRCAM, por sus siglas en francés): estudios, laboratorios, espacios de proyección y cámara anecoica o “cámara sorda”. Por lo tanto, el amplio estanque de agua –de 580 metros cuadrados– tenía que ser poco profundo para limitar su peso, además de garantizar una perfecta hermeticidad, ya que cualquier filtración pudiese resultar desastrosa para las instalaciones subterráneas. Por las mismas razones, las esculturas también debían ser lo más ligeras posible, y no fijadas al suelo, sino simplemente depositadas en el fondo del estanque, con el fin de evitar que las vibraciones generadas por el agua y el traqueteo de las máquinas interfirieran con las actividades del IRCAM, que exigen un absoluto silencio en sus cinco subsuelos. Finalmente, los motores eléctricos de los autómatas debían ser de muy baja potencia, para eliminar todo riesgo de electrocución accidental.

Durante un año, Jean Tinguely estudió las características del lugar, en diferentes estaciones y condiciones meteorológicas, anotando la trayectoria del sol, de qué manera soplaba el viento en la plaza, etcétera, buscando con ello determinar la óptima posición de las esculturas y la orientación de los propulsores de agua.

Pierre Boulez sugirió que la obra de Ígor Stravinski fuera el tema de la nueva fuente. De esa idea salió un grupo de dieciséis esculturas que retoman elementos figurativos de la obra del compositor.

Fue el compositor y director de orquesta Pierre Boulez (1925-2016), fundador del IRCAM, quien sugirió que la obra de Ígor Stravinski (1882-1971) fuera el tema de la nueva fuente; sugerencia recibida con entusiasmo por Tinguely y Saint Phalle, grandes admiradores del músico ruso.

De esta idea original salió un grupo de dieciséis esculturas que retoman algunos elementos figurativos de la obra del compositor, como los ballets El pájaro de fuego (1910), Petrushka (1911) y La consagración de la primavera (1913); la ópera El ruiseñor (1914), la ópera-ballet El zorro (1916), Ragtime (1918), con alusiones a diversos temas recurrentes en su obra, como el amor, el circo y el jazz, pero también, al ritmo y a la musicalidad que la caracterizan; en palabras de Tinguely, “un intento de volver visible la música”.

Siete de las esculturas, hechas de aluminio y acero pintados de negro, son de la autoría de Jean Tinguely: La clave de sol (La música), La espiral, El zorro, La rana, La diagonal, La vida (cornucopia) y Ragtime.