El Palacio del Bajá. Ilustración escenográfica.
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Música y ópera

¿Qué diablos es un serrallo?

El musicólogo Luis Pérez Santoja reflexiona sobre la genialidad y la búsqueda de la libertad de Mozart a la luz El rapto de serrallo, la primera ópera del compositor del género del singspiel. Descubra no sólo qué es un “serrallo”, sino cómo el joven Mozart se abre camino en Viena, tras liberarse del yugo del amo y el padre, así como su ideología: la unión de los hombres, una sensibilidad ética, la firmeza del amor y la pasión por el conocimiento.


Por Luis Pérez Santoja

“Un corazón libre no se dejará tratar jamás como esclavo; aun si pierde su libertad, le quedará el orgullo”.

Blonde en su diálogo-duelo con Osmín.

1. Rondó femenino a la turca

—A las europeas las debes tratar de otro modo; con mimos, bromas y cariños; complaciéndolas se conquista el corazón de las mujeres. Con órdenes bruscas, disputas y molestias, en pocos días el amor y la fidelidad desaparecen.

 —Cariños, mimos… ¿Quién te ha metido esas tonterías en la cabeza? ¡En Turquía yo soy el amo y tú la esclava! ¿No recuerdas que el bajá te regaló a mí como esclava?

 —Yo soy inglesa, nací libre y desafío a quien me quiera obligar a hacer lo que no quiero. 

 —Quién entiende a estos locos ingleses que dejan a sus mujeres libres y que hagan su voluntad. Un hombre se siente burlado, humillado si se topa con una así.

No es un tratado sobre la igualdad de género o la liberación femenina. Es parte del diálogo entre Osmín y Blonde, la “dama de compañía” de Constanza, europeas y prisioneras del Bajá Selim. 

Por ello el pesimismo resignado de Constanze cuando se enfrenta al Bajá Selim: “Obediente, escojo dolores y tormentos. Así que ordena, exige. Al final la muerte me liberará.”

Son turcos paródicos en una Turquía “de opereta”, por lo que sabemos que Osmín, agresivo guardián del palacio, sí podría castigar a Pedrillo, aunque en el caótico desorden que canta, “primero decapitarlo, después apalearlo, luego empalarlo, también quemarlo, atarlo y finalmente, desollarlo”.

Blond, Inglesa indómita. Boceto de vestuario.
Osmín con turbante. Boceto de vestuario.

 

2. “¡Hoy comienza mi felicidad!”

En 1781 Wolfgang Amadeus Mozart se liberó del yugo de su patrón, el príncipe arzobispo de Salzburgo, Hyeronimus Joseph Franz de Paula, conde de Colloredo von Wallsee und Melz, quien siempre lo despreció y maltrató, como artista y como ser humano, pues no entendía el éxito de Mozart con sus admiradores, al grado que le prohibió incluso aceptar trabajos personales, como intérprete y compositor, pues temía que dichas ganancias le dieran cierta independencia.

Ese año, Colloredo le exige acompañarlo a Viena, ciudad muy tentadora para Mozart, pues la nobleza le pedía conciertos con su música; por ello, el arzobispo le exigió que le asegurara su regreso. Por el contrario, Wolfgang planeaba quedarse en la gran ciudad musical y vivir de sus alumnos. Al escuchar su negativa, el colérico arzobispo le grita los insultos más agresivos (“piojoso, cretino, truhán, libertino”). El amo no quiere saber más de él y el músico le responde que él tampoco y que le enviará su dimisión. 

Años antes, había intentado renunciar en Salzburgo, pero Colloredo se encargó de que le cerraran todas las puertas y pronto regresó derrotado y deprimido. Este segundo intento sería diferente: estaba en Viena, y ocho años después se prendería la chispa de la Revolución francesa.

¡Cómo no iba a componer El rapto en el serrallo, si es un hermoso himno a la libertad y la igualdad!

“¡Hoy comienza mi felicidad!”, exclama Mozart en una carta. Por primera vez en la historia de la música, un músico-sirviente lograba su libertad por su propia decisión y a la brava. ¡Cómo no iba a componer El rapto en el serrallo, si es un hermoso himno a la libertad y la igualdad!

Pedrillo de bombachos. Boceto de vestuario.

 

3. Turcos malos, pero simpáticos

Constanza, improbable dama española; Blonde, su sirvienta inglesa; y Pedrillo, novio de Blonde y asistente de Belmonte, son apresados en alta mar por piratas berberiscos y vendidos como esclavos al Bajá Selim. Belmonte, prometido de Constanza, tras buscarla desesperadamente, llega al palacio del Bajá Selim, descubre a Pedrillo, evade la vigilancia de Osmín para penetrar a la mansión y se entera de que el bajá se ha reservado a Constanza para él, en tanto Blonde ha sido regalada a Osmín, el guardián del harén o serrallo. 

Los ingredientes del argumento están servidos: Osmín repudia a Pedrillo y lo quiere matar de mil maneras; Belmonte se reúne al fin con su amada Constanza, con quien renueva sus votos de amor mientras confirma que ella rechaza los acosos del enamorado bajá; los encuentros de Osmín con Blonde y del bajá con Constanza le demuestran que estas mujeres son indomables: el ama por amor, la sirvienta por sus ansias de libertad e igualdad femenina.

La táctica de Pedrillo para escapar hacia un barco que los espera en la costa será emborrachar a Osmín y bajar a las mujeres por una escalera en la ventana. A punto de huír, Osmín los descubre y alerta a Selim de la “traición”. Una vuelta de tuerca revela que Belmonte es hijo de Lostados, jefe militar de Orán, conocido de Selim, pero la buena noticia se vuelve fatal: Lostados es su enemigo, pues lo venció, le robó el amor de su prometida, y lo humilló y expulsó.

La venganza del bajá muestra su ética y buen corazón: pagar el agravio con perdón y mostrar mayor dignidad que su enemigo; el despotismo ilustrado en su máxima expresión. Selim los perdona y los libera. Los europeos en tierra turca se alejan rumbo a la libertad y Selim los ve con tristeza de enamorado; no así Osmín, quien sigue rumiando su berrinche al no poder conquistar a Blonde ni empalar a Pedrillo.

Belmonte. Boceto de vestuario.
Constanza en rosa. Boceto de vestuario.

 

4. De cómo una patada tuvo sublimes consecuencias

La liberación de Mozart del patético Colloredo fue a un alto costo. Primero, por la angustia de que los lazos “legales” no desaparecieran, pues el arzobispo no querrá nunca finalizar el “contrato”, ni hacer una destitución formal, ni atender a su insistente petición de encuentro.

De todo esto resultó un curioso equívoco histórico, al cambiarse al protagonista de la supuesta patada en el trasero con la que Colloredo habría despedido a Mozart. El jefe de los cocineros de la corte del arzobispo, el conde Karl Arcos, hijo del gran canciller de Colloredo, era el intermediario de las súplicas de Wolfgang para ser recibido por su antiguo jefe y trasmisor de las negativas de éste, quien consideraba –siempre lo haría– que Mozart continuaba a su servicio, en tanto el músico se sentía liberado de sus deberes, pero temía conflictos futuros.

Cuando Mozart sabe que Arco nunca había informado a Colloredo de sus peticiones, le reclama enérgicamente; según una de sus cartas: “durante cuatro semanas me ha estado engañando y, finalmente, en lugar de facilitarme el acceso, [Arco] me ha puesto en la puerta y me ha dado una patada en el trasero”.

La rebeldía también le costó a Mozart el distanciamiento con su padre: el angustiado Leopold veía hundirse sus posibilidades económicas, pues su hijo cubría buena parte de sus gastos y le permitía ganar alguna ínfima cantidad cuando, durante un raro permiso del arzobispo, lucía los méritos de su hijo. Leopold trata de disuadir a Wolfgang de su empeño de conseguir en Viena alumnos y encargos o conciertos, pidiéndole reconsidere su decisión aludiendo a los valores humanos y la nobleza del arzobispo y del conde Arco. Veamos una carta de Mozart a Leopold:

¿Es éste el conde que tiene buen corazón? ¿Es esta la corte a la que debo servir?... Si está animado de tan buenas intenciones hacia mí, que no me empuje como si yo fuera un villano y que no me ponga en la puerta de un puntapié.

Mozart concluye esta etapa perdiéndole el miedo a su padre e, incluso, despreciándolo por su servilismo con los patrones. En El rapto en el serrallo, mediante el ético perdón de Selim, los europeos se liberan de sus captores turcos, como Mozart se liberó del dominio de Colloredo y de papá Leopold.

Bajá Selim. Boceto de vestuario.

 

5. En tiempos de vacas flacas, pero libre

Sin un solo encargo musical que cumplir y con tan sólo una alumna, el inicio libre de Mozart no puede ser más descorazonador. Pronto, sin embargo, se relaciona con nobles como la condesa von Thun y el barón Gottfried van Swieten, quien establecería un apoyo y colaboración mutua con Mozart, con Joseph Haydn y hasta con Ludwig van Beethoven. Sin embargo, las vacaciones impiden cualquier concierto, cualquier interés musical. Al menos podrá dedicarse a componer en el papel y en su privilegiada mente: destacan arias de concierto, sonatas para piano y violín, la gran Serenata para alientos KV375 y la fundamental Sonata para dos pianos en re mayor KV448.

Finalmente, llega la promesa de un encargo de ópera por parte del inspector del teatro alemán en Viena, Gottlieb Stephanie, quien había escuchado la inconclusa Zaide durante su representación en la mansión de la condesa von Thun, durante los primeros meses de Mozart en Viena.

Aunque Mozart se convertiría en masón hasta sus últimos siete años (a partir de 1784), las relaciones de sus padres lo familiarizaron desde la infancia con las ideas masónicas y su prédica de ser libres, el interés por el conocimiento, un gran sentido de la moral y la unión entre los hombres.

Stephanie pide a Mozart que escriba el libreto, que resultaría similar a Zaide por la popularidad de la música del Imperio otomano y las ideas de libertad que difundía la francmasonería. Aunque Mozart se convertiría en masón hasta sus últimos siete años (a partir de 1784), las relaciones de sus padres lo familiarizaron desde la infancia con las ideas masónicas y su prédica de ser libres, interés por el conocimiento, gran sentido de la moral y la unión entre los hombres. No hay que olvidar que vive en plena Ilustración (el Siglo de las Luces, vaya), con su fácil difusión de las ideas filosóficas y humanistas; por ello se une al sector masónico racional y progresista, difusor de las ideas revolucionarias de la época y no al sector que sigue un esoterismo espiritual. 

Por si fuera poco, el amor quiere tocar a la puerta. O más bien, ya estaba adentro. Por entonces, Mozart se hospedaba en casa de Cäcilia Weber, quien para ayudar a su economía de viuda, rentaba habitaciones –otro motivo de alejamiento de Leopold, quien no la quiere desde que, durante su estancia en Múnich, se alojaran con ella–. Mozart se enamora de Aloysia, la segunda hija, una excelente cantante que lo despreciará para hacer su gran carrera. 

Durante la etapa mozartiana en Viena, Aloysia ya no vive en la casa Weber, pero su madre tenía otras tres hijas, todas cantantes: la mayor, Josepha (quien será la primera Reina de la Noche en La flauta mágica); la menor, Sophie; y la tercera, Constanze, de quien Mozart se enamora y en la que muy probablemente se había fijado desde los años de Múnich. De ahí la presencia en El rapto en el serrallo de la firmeza del amor, la perseverancia de las parejas distantes y la belleza de las arias y duetos amorosos.

6. El rapto en el serrallo I.

Finalmente, Mozart comienza la composición de su primera ópera alemana y primer verdadero encargo (desde Bastian y Bastiana, en su infancia), que coincide con el interés del emperador Joseph II por difundir el arte germano, sobre todo el teatro y la ópera. Además de que ya tenía concebidas varias arias, Mozart, genio prodigioso en acción, compone en un año su ópera más compleja y extensa hasta entonces, del 30 de julio de 1781 al 16 de julio de 1782.

El texto de Stephanie tiene el ambiente turco de Zaide (¡ah, la moda!) y un tema parecido, sólo que ahora es una pieza cómica, al gusto de la sociedad vienesa. Será motivo de una peligrosa polémica, pues Stephanie lo toma de una obra llamada Belmont y Constanza o El rapto en el serrallo de Christoph-Friedrich Bretzner, inspiración de otra ópera, compuesta por un tal Johann André. Bretzner protesta públicamente, aunque él también había encontrado la historia en Adelheid von Veltheim de Fr. W. Grossmann, adaptada a la ópera por Christian Gotlob Neefe –quien sería maestro de música de Beethoven–. Sencillo el enredo, ¿verdad? Esperemos que no se ponga peor.

Su genialidad le permite adelantar rápidamente la escritura de El rapto en el serrallo: ¡en día y medio!

Las ansias de componer, la genialidad de Mozart y su costumbre de crear música en su mente con anticipación, le permiten adelantar rápidamente la escritura de El rapto en el serrallo: ¡en día y medio! El mencionado 30 de julio compuso la primera de las dos grandes arias de Constanza, la primera de las arias de Belmonte y el trío final del primer acto. Ocho días después completaría el Coro de los jenízaros y una de las arias de Osmín y quince días después el primer acto. Ese era el prodigio mozartiano. Hubo algunos retrasos: la posposición de la visita a Viena del Gran Duque de Rusia, quien se esperaba asistiera al estreno; la petición de Wolfgang a Stephanie de cambios al libreto; un periodo de distanciamiento entre ellos; otros estrenos en Viena, como dos óperas de Christoph Willibald Gluck, que le ganan ventaja al Serrallo, aún no terminada. Los meses pasan sin que se pueda prever el estreno; será hasta mayo de 1782 que revivirá el proceso creativo, recomenzando donde había quedado y, ahora sí, ese mes El rapto en el serrallo queda totalmente terminada.

Y para quien no cree que el amor obra milagros, en ese lapso se desarrolla la relación de Mozart y Constanze. Se casarán el 4 de agosto de 1782, 19 días después de concluido El rapto. Paralelamente, es un tiempo de triunfos (como la relación cada vez más intensa con miembros de la nobleza, que lo invitan a sus palacios para que Wolfgang toque u organice conciertos) y de fracasos (como no ser nombrado por el emperador Joseph II maestro de música de su protegida Elisabeth de Würtenberg; en cambio eligió al intrigante Antonio Salieri). 

En mayo de 1782 Mozart concluye el segundo y el tercer acto de El rapto en el serrallo, su primera ópera mayor en el género del Singspiel humorístico, un canto a la tolerancia a las razas y los credos religiosos. Una de sus obras inmortales.

Así, entre el dilema de encontrar un trabajo permanente o más abundante (como un puesto fijo como compositor titular del príncipe von Liechtenstein, o del archiduque Maximiliano o del propio emperador Joseph II, trabajos que le serán denegados); los intereses de mamá Weber y de un señor Thorwart, tutor de las muchachas Weber, quien la aconseja para sacarle dinero al novio; los intentos para que su familia, papá Leopold y hermana Nannerl, acepten su boda y a su esposa; y algunas nuevas “pequeñas” obras que ha escrito (su descubrimiento de Johann Sebastian Bach y Georg Friedrich Händel, gracias al baron Van Swieten, quien le encarga arreglos de obras de aquellos, como la orquestación de El Mesías o la composición de Cinco fugas de Johann Sebastian Bach para cuarteto de cuerdas y Cuatro preludios para trío de cuerdas, para acompañar dichas fugas), en mayo de 1782 Mozart concluye el segundo y el tercer acto de El rapto en el serrallo, su primera ópera mayor en el género del singspiel humorístico, un canto a la tolerancia a las razas y los credos religiosos. Una de sus obras inmortales.

7. ¿Serrallo o harén? ¿Harem o harén?

Serrallo (saray en turco, sarail en alemán y seraglio en italiano) era el nombre de la residencia de los sultanes otomanos y, sobre todo, la parte del palacio, de suntuosa arquitectura, donde residían las esposas y concubinas, es decir, el harén o harem (se puede usar ambos) del noble musulmán. En el siglo XVIII el término despertaba exóticas y lujuriosas fantasías a los europeos, producto de la ignorancia y prejuicio hacia la cultura otomana. 

Fuente: Wikipedia reloaded.

A las puertas del serrallo. Ilustración escenográfica.

Blonde es una improbable inglesa, nacida para la libertad. Sus arias son similarmente virtuosas, pero expresan rebeldía y aires feministas. Recordemos las simpatías de Mozart hacia Inglaterra, la primera cuna de la francmasonería y según Voltaire, de las libertades políticas.

8. El rapto en el serrallo II.

La música de El rapto en el serrallo es de una riqueza, intensidad y colorido inéditos hasta entonces en Mozart. La obertura, el coro de los jenízaros, el divertido dúo báquico de Osmín y Pedrillo y el vaudeville final, responden al mejor estilo imitativo de la música turca, tan de moda entonces en parte de Europa; más que la música en sí, Mozart usa instrumentos como el bombo, los platillos, pícolo y triángulo, que dan el brillante color y ritmo, además de cierto toque militaroide. Todo es muy turco, pero también muy vienés.

Mozart aportó varias ideas al libreto: por ejemplo, comenzar con una arietta –de Belmonte al llegar– en lugar de un monólogo hablado y continuar con un dúo –de Belmonte y Osmín– en vez de un diálogo hablado.

Gracias a las arias, el dúo báquico, el trío y su parte al final, Osmín se convierte musicalmente en el personaje central. ¿Será el colérico Osmín un reflejo del colérico Colloredo? En todo caso, Osmín es el gran triunfo de la obra: un personaje malvado y agresivo que, gracias a la música, se vuelve un entrañable personaje humorístico. Por supuesto, la genialidad de Mozart aporta el toque principal, pero el humor de la música no es sólo por ser “turca” (recordemos la Novena sinfonía de Beethoven, en la que la entrada del tenor tiene una instrumentación “a la turca”, pero nadie pensaría que hay humor en ella; o el Coro de los jenízaros, cuyo tema había usado Mozart en su afrancesada Les petits riens, y ni quien pensara en turcos). En el otro extremo, la música para Belmonte, como todas las arias futuras para tenor de Mozart, es evocadora, melancólica y ensoñadora: son hombres enamorados –hasta de un retrato, como Tamino–, o que prometen amor.

Constanza canta expresiones de amor, también melancólicas por la lejanía del amado, pero con la bravura de las arias virtuosas de la ópera italiana. Blonde es una improbable inglesa, nacida para la libertad. Sus arias son similarmente virtuosas, pero expresan rebeldía y aires feministas. Recordemos las simpatías de Mozart hacia Inglaterra, la primera cuna de la francmasonería y según Voltaire, de las libertades políticas.

Las arias de Pedrillo son más circunstanciales y, como tal, algo ligeras, sin la expresividad dramática de otros números de la obra, pero un buen tenor puede darle gran nivel al personaje. Sólo cuando las dos parejas se unan, habrá felicidad musical en escena, aunque aparezca el fantasma de los celos.

¿Y por qué no canta Selim, tan importante para la ideología de la obra? ¿No hubo afinidad musical de Mozart con él? ¿Acaso no había quien lo cantara en Viena y Mozart eliminó su música ya escrita? ¿Fue la falta de versos de alto nivel poético para momentos nobles como el del perdón final? El matrimonio de biógrafos Massin opina que fue la rabia por la ruptura con su amo la que impidió a Mozart crear música para alguien capaz de tener esclavos o de darle una patada. Era su venganza de Colloredo, un silencio musical para un malvado déspota ilustrado. Mencionemos de pasada que cuando Selim descubre que Belmonte es hijo de su enemigo Lostados, por única vez en la ópera y en casi en toda la obra de Mozart, ¡la armonía tiene modulaciones atonales!

9. Socializando en el serrallo

 “En una ópera es absolutamente necesario que la poesía –el libreto– sea una hija obediente de la música. Que las palabras estén escritas para la música… y no ésta para satisfacer desafortunadas rimas… Hay palabras, incluso estrofas enteras que echan a perder la idea del compositor. Lo mejor es cuando un buen compositor… se encuentra con un poeta sensato…

“Debo deciros que me habían procurado para tocar el pianoforte de la condesa de Thun… El emperador lo quiso así; el otro estaba desafinado y tenía tres teclas bloqueadas. ‘Eso no tiene importancia’, declaró el emperador”.

“Mi querida Constanze… es la mártir de esta casa; la más dulce, la más inteligente; en una palabra, la mejor. No es fea, pero tampoco es hermosa. Toda su belleza consiste en dos pequeños ojos negros y una bella presencia. No tiene un espíritu vivo, pero posee bastante buen juicio… La amo y ella me ama con toda su alma”.

Ni modo, Wolfgang; el amor es ciego.

“El escrito está redactado en estos términos: Que me comprometía, antes de tres años, a casarme con la Srta. Constanze Weber, bajo la condición de que, si se presentaba una imposibilidad, o yo modificaba mis intenciones, ella obtendría cada año 300 florines de mi parte”.

Wolfgang y Constanze tuvieron seis hijos en nueve años (Raimund Leopold, Karl Thomas, Johann Leopold, Theresia, Anna y Franz Xaver Wolfgang). Sólo Karl Thomas y Franz Xaver superaron la infancia.

A la muerte de Wolfgang (el 5 de diciembre de 1791), Constanze nunca se preocupó por saber siquiera en qué parte de la fosa común había sido echado el cuerpo. En cambio, se apoderó de los derechos de una cripta que Nannerl, la querida hermana de Wolfgang, había previsto para su propio uso futuro y Nannerl, como su hermano, tuvo que ser enterrada en la fosa común. Constanze en cambio se encargó de sepultar en la cripta de Nannerl a su madre, a su segundo esposo, G. N. von Nissen, y terminó por “usarla” ella misma cuando murió, en 1842, a los 80 años. 

Este merequetengue funerario tuvo lugar en el cementerio de San Sebastián en Salzburgo. 

10. Mozart y el emperador

Joséph II: “Demasiadas notas, querido Mozart

Mozart: “Pero, Sire, ¡ni una está de más!”

Continuará…

Referencias bibliográficas

Jean y Brigitte Massin, Wolfgang Amadeus Mozart, Madrid: Turner, 2003. 

Nikolaus Harnoncourt, Diálogos sobre Mozart. Reflexiones sobre la actualidad de la música, Barcelona: Acantilado, 2016.

Christoph Wolff, Mozart, en el umbral de su plenitud. Al servicio del emperador (1788-1791), Barcelona: Acantilado, 2012.

  1. A. Balcells Comas, Autorretrato de Mozart, Barcelona: Acantilado, 2012.


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