Portada: Rosaura Zapata Cano mientras estudiaba en la Escuela Nacional de Maestros, 1897. Archivo Histórico Pablo L. Martínez. “El juego es la fase más elevada del desenvolvimiento del niño, fortalece los poderes del alma y del cuerpo”. Rosaura Zapata Cano
15
Personajes

Rosaura Zapata Cano, la maestra como símbolo de liberación

Rosaura Zapata Cano marcó un parteaguas en la educación infantil en México. Su sobrina nieta, Erika Zapata, nos recuerda en esa semblanza el papel de la maestra en la fundación de los primeros jardines de niños en el país. Su búsqueda consistía en que los infantes se sintieran libres y desarrollaran su naturaleza dinámica y creadora. El personaje protagonista del filme Río Escondido, restaurado recientemente por la Cineteca Nacional y Arte & Cultura del Centro Ricardo B. Salinas Pliego, está inspirado en la labor y el legado de Zapata Cano.


Por Erika Zapata
 

Recordar a la maestra Rosaura Zapata Cano es exaltar el poder femenino y poner de relieve la obra de la pionera de la educación preescolar en México, en un contexto en donde los acontecimientos en el ámbito nacional e internacional tuvieron repercusión para ella y todas las mujeres de su época. Mujer revolucionaria y vanguardista con una vida personal llena de misterio, dueña de un carácter firme y decidido, forjado por la férrea disciplina militar de su padre, el capitán Claudio Zapata, jefe de armas de Baja California en 1877, su vida comenzó casi a la par que la gestión de Porfirio Díaz al frente del poder ejecutivo del país; un periodo que marcó la transición hacia un nuevo siglo y la inserción de México en la escena mundial. Fue una época en la que el acceso de las mujeres a la educación superior aún se encontraba restringido, en particular en algunas profesiones. La historia registra que, en 1902, el secretario de Justicia e Instrucción Pública, Justino Fernández, nombró una comisión para que revisara las escuelas de párvulos en el extranjero. En esta se encontraban Rosaura Zapata y su hermana, Elena Zapata, quienes, con objeto de ver la organización y el funcionamiento de dichas escuelas, viajaron a San Francisco, Nueva York y Boston.

Hacia 1903 se otorgó el nombramiento de directoras a las señoritas Estefanía Castañeda y Rosaura Zapata, comisionándolas para organizar los primeros kindergártenes en la Ciudad de México, establecidos en enero de 1904. Estefanía Castañeda quedó a cargo del establecimiento denominado “Federico Froebel”, ubicado en la calle del Paseo Nuevo n.º 92. En cuanto a Rosaura Zapata, se hizo cargo del kindergarten “Enrique Pestalozzi”, en la esquina de las calles de Sor Juana Inés de la Cruz y Chopo.

No es casual que su proyecto de educación preescolar se consolidara con el proyecto posrevolucionario del país y de instituciones como la Secretaría de Educación Pública, que avalaron sus esfuerzos iniciados en 1904 con el establecimiento de los primeros jardines de niños hasta lograr una presencia por todo México. En 1907, Zapata publicó diversos artículos en la revista Kindergarten, cuya finalidad era difundir y discutir la doctrina y la técnica de los jardines de niños, siendo la primera en su género en México. Participó, asimismo, en El Maestro, publicación que se encargó de difundir la cultura creada y promovida por José Vasconcelos cuando estuvo al frente de la educación en México.

Con el fin de apoyar la educación de los infantes, la maestra Zapata escribió y publicó diversos libros como Cuentos y conversaciones para jardines de niños y escuelas primarias (1920), Técnica de educación preescolar. La educación preescolar en México (1951) y Teoría y práctica de jardín de niños (1962), entre otros.

En su cátedra de la Escuela Normal Primaria para Maestras impartía un curso especial sobre Metodología del Kindergarten, resultado de sus experiencias adquiridas en Alemania, Inglaterra, Francia y Suiza.

La Revolución de 1910 encontró a la maestra Zapata en plena actividad educativa. En su cátedra de la Escuela Normal Primaria para Maestras impartía un curso especial sobre Metodología del Kindergarten, resultado de sus experiencias adquiridas en Alemania, Inglaterra, Francia y Suiza, estudiando a los grandes pedagogos del momento.

La gran educadora mexicana Rosaura Zapata, cuya obra y legado inspiró el personaje de Rosaura Salazar de Río Escondido.
Archivo de la familia.

 

Fundadora del primer jardín de niños del país, le dio el nombre de “Federico Froebel”. Al segundo le llamó “Enrique Pestalozzi”, dos educadores a quien admiraba. Acompañó a Venustiano Carranza a Veracruz, ciudad en la que fundó el primer preescolar de dicho estado. Recorrió el país entre riscos y planicies para llevar la educación de los párvulos a todo la república.

Rosaura Zapata nació para ser maestra; hizo de su vocación un culto al que entregó sus años, su capacidad y su talento. Fue una mujer indispensable en el momento histórico que le tocó vivir. Con perseverancia, firmeza en sus convicciones y total determinación, hizo del sistema de jardines de niños el cimiento de la educación nacional.

Reconocida en todo el país, su labor honra a México en el extranjero. En 1949 fue nombrada miembro del Consejo Directivo de la Organización Mundial para la Educación Preescolar. Ejemplo para las mujeres de nuestra patria son sus enseñanzas, su amor a la niñez, su extraordinaria vitalidad nutrida por la alegría de los infantes y su ferviente anhelo por capacitar a las educadoras.

Da inicio así a una cruzada para la depuración y el control de las diversiones infantiles mediante brigadas de alegría, funciones de teatro infantil, educación ambiental y física, lo cual proyectó la enorme importancia de criar niños sanos como base de las futuras generaciones.

En cuanto mujer profundamente visionaria, en 1955 plantea la salud física y mental de los infantes, realizando una campaña en todos los estados de la república para la fundación de parques infantiles que procuren diversiones sanas. Da inicio así a una cruzada para la depuración y el control de las diversiones infantiles mediante brigadas de alegría, funciones de teatro infantil, educación ambiental y física, lo cual proyectó la enorme importancia de criar niños sanos como base de las futuras generaciones.

La maestra Rosaura Zapata con el presidente Adolfo López Mateos durante la siembra de un rosal en el jardín de niños, 19 de abril de 1958.
Archivo de la familia.

 

Más de cincuenta años de estudio y consagración total a la infancia dieron como resultado un sistema de educación nacional acorde a la idiosincrasia de los niños y niñas mexicanos, como lo es vivir en una atmósfera de libertad, sujeta a normas que guíen su actividad, encauzándola dentro de la bondad, la verdad y la belleza. La maestra mencionaba en sus estudios pedagógicos la importancia de ofrecer a los niños las mejores condiciones para que su naturaleza dinámica y creadora se desarrollara debidamente. Todas las actividades estaban dirigidas a provocar y guiar la vida física, mental, emocional y social de los niños y niñas para asegurar que esa experiencia fuera una huella indeleble en su cuerpo y su espíritu.

Podemos anticipar que en su camino debió existir conciencia de la lucha de las mujeres por sobresalir en una sociedad que las relegaba al ámbito de la familia y el hogar. Tan sólo un año antes de que recibiera la primera Medalla Belisario Domínguez por parte del Senado de la república en 1954, se había logrado el sufragio femenino en México.

Rosaura Zapata ocupó varios cargos en la administración educativa, siempre relacionados con la mejora y extensión de la educación preescolar tanto en México como internacionalmente. Fue asesora técnica de las instituciones ocupadas en la educación infantil en Latinoamérica, y creadora del Instituto de Información Educativa Preescolar, cuyo objetivo era actualizar a las profesoras en materia pedagógica y técnica, y sobre todo, unificar en la medida de lo posible los criterios docentes. También se interesó por difundir la cultura infantil, organizando una exposición de juguetes de todo el mundo, de la cual una parte fue donada al Museo Infantil de Santa Rosa, en Washington, EE. UU.

Luchó por la superación de la mujer y su destino le permitió presenciar la justa conquista del respeto y la admiración de sus logros. En 1963, cuando la luz de sus ojos casi se había apagado, llegaron los cánticos de los niños para hacerle ver con la luz iluminada de sus voces el panorama progresista de tantas generaciones de mexicanos beneficiados por su obra. Su vida entregada plenamente a la enseñanza se mantiene viva en su historia, en cada jardín de niños, en cada escuela, en su himno, con que día a día honran su memoria.

La maestra Rosaura Zapata durante una ceremonia en un jardín de niños, 1950.
Archivo de la familia.

 

Rosaura Zapata Cano en la cinematografía de Río Escondido

Río Escondido es una de las cien mejores películas del cine mexicano y una de las más acordes con las ideas y propuestas artísticas de uno de los directores más prolíficos de la época de oro de nuestro cine, Emilio Fernández, el Indio, en la que participó uno de los máximos exponentes de la cinefotografía mundial, Gabriel Figueroa, con guion de Mauricio Magdaleno, quien construye la historia magistralmente basada en el lirismo del campo, el ranchero, el indio, el mito y los estereotipos.

La maestra Rosaura Zapata y Gonzalo Vázquez Vela.
Archivo de la familia.

 

Narra la historia de una maestra que por instrucciones del presidente de la república viaja a un mísero pueblo del norte del país para llevar la educación a la población. El personaje de la maestra Rosaura Salazar, interpretado por María Félix como la heroína indomable, se presenta al llamado en Palacio Nacional entre imágenes de murales con una de las estampas más reconocidas de Leopoldo Méndez, las antorchas, parte de la serie de tallas en linóleo realizadas para la presentación de los créditos de la cinta. El imaginario representado por Méndez y los majestuosos paisajes capturados por Figueroa pueden interpretarse a la luz de la estética realista predominante en el arte mexicano. Durante el recorrido por los murales se hace una abierta glorificación del magisterio y es ahí donde se plantea el centro narrativo de Río Escondido.

No es casual que al personaje de María Félix se le diera el nombre de la maestra Rosaura Salazar. Homenaje y reconocimiento a una maestra, Rosaura Zapata, que fue parte de las comisiones evaluadoras en el país, fundó jardines de niños y despertó el interés nacional por un sistema en beneficio de la niñez mexicana.

Existe un evidente paralelismo entre este personaje y los grandes logros de la maestra Rosaura Zapata Cano, sudcaliforniana ilustre, pionera de la educación preescolar en México, quien participó en la transformación educativa de la época, mediante misiones rurales, campañas de alfabetización y el impulso por construir una nación educativa entre los valladares y muros que enfrentó, con gran responsabilidad, para convertirse en conciencia pública y social.

La mujer es central, es la mujer la que libera, una luchadora social que se empodera, intolerante a la injusticia, es maestra y se llama Rosaura Salazar.

Río Escondido conjunta y sintetiza los símbolos que dan impulso al nacionalismo cultural y al discurso de la nueva era de México contra el caciquismo. Rosaura Salazar vence al cacicazgo, lo vence con el arma en la mano. De igual manera, Rosaura Zapata llevó el conocimiento y un sistema educativo para los infantes a lugares recónditos, dando vida a su propia leyenda.

Como parte fundamental de la historia de la educación en México y de la cinematografía nacional, ambas Rosauras impulsan los valores humanos del sacrificio y la convicción moral, de una conducta intachable en vida personal y profesional, y de un ferviente anhelo por hacer de su propia vida un ejemplo para las mujeres de nuestra patria.

María Félix encarna a la joven maestra Rosaura Salazar en Río Escondido, personaje que, a decir de Erika Zapata Lozano, se inspiró en la maestra Rosaura Zapata Cano.

Para conocer más de la maestra Rosaura Zapata los invitamos a ver esta semblanza que publicamos en México: Herencia y orgullo.



Continúa leyendo esta edición de Liber

Música y ópera

Orpheus Britannicus: Henry Purcell (1659-1695)

El musicólogo Fernando Álvarez del Castillo aborda el legado del compositor Henry Purcell y relata sus inicios mu...

Por Fernando Álvarez del Castillo

Te podría interesar

El Gutenberg de la música

¿Qué implicaciones tiene la impresión del Odhecaton en la historia de la música? ¿Cóm...

Por José Manuel Recillas

Ciclos de la eternidad en la Piedra del Sol

¿Qué misterios hay detrás de uno de los símbolos más importantes de la identidad nacional me...

Por Ernesto Lumbreras

Orgullo de mi país: interpretaciones del amor patrio

El Grupo Salinas ofrece a su público la colección Orgullo de mi país, en la que participan los m&aacu...

Claudio Monteverdi (1567-1643): un legado que transformó la música

Fernando Álvarez del Catillo, especialista en la historia de la música, escribe una minuciosa investigació...

Por Fernando Álvarez del Castillo

La conquista de México por Carlos V, una obra anónima virreinal descubierta

He aquí la serendipia del raro manuscrito La conquista de México por Carlos Quinto, editado por Alberto Pé...

Por Alberto Pérez-Amador Adam

Mexico sin acento: Anita Brenner

La ensayista y periodista Dolores Garnica recuerda la inspiradora figura de Anita Brenner a la luz del recién acontecido...

El doble retrato de Moctezuma Xocoyotzin

Tantas preguntas alrededor de la suntuosa figura de Moctezuma. ¿Por qué cedió los bienes de su imperio a l...

Por María Castañeda de la Paz

Sergio Pitol: la novela de la vida

El poeta y ensayista José Homero, coeditor de nuestra revista Liber, realizó una deleitable entrevista al escrito...

Por José Homero

Cinco siglos de un escudo entre dos continentes

Las restauradoras Laura Filloy Nadal y María Olvido Moreno Guzmán presentan un trabajo al alimón sobre la ...

Por Laura Filloy Nadal y María Olvido Moreno Guzmán